Desempleo juvenil, un problema reincidente en América Latina
Dos fenómenos muy conocidos internacionalmente, el desempleo y el subempleo son también formas de morirse de hambre para millones de jóvenes que los sufren en América Latina y el Caribe, sin menospreciar el flagelo en otras partes del mundo.
El verde subcontinente está poblado por más de 520 millones de habitantes. Aproximadamente 145 millones forman lo que se conoce como la población económicamente activa (PEA).
Para muchos organismos como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), encontrar un empleo en la región no es tarea fácil. Más que nada, si se tiene entre 15 y 24 años de edad. El famoso clasificado de prensa que profesa: “Se busca joven con experiencia”, va acompañado de largas colas para un único puesto, y después de pasar semanas de búsqueda constante y sin mucho éxito.
Así lo dice el último informe de la OIT sobre el empleo juvenil en el mundo, en el que se destaca que uno de cada dos desempleados en América Latina y el Caribe son jóvenes de entre 15 y 24 años.
Según datos de este organismo, en 2011 el 18,7% de los jóvenes en el mundo está desempleado, es decir, buscan trabajo pero no lo encuentran. En Latinoamérica vive el 9% de la población joven del planeta, la cual representa
el 29% de la población en edad de trabajar. La tasa promedio de desempleo juvenil se ubica en 18,7% y resulta casi tres veces mayor a la de los adultos.
Por debajo de la línea de pobreza
Para quienes sufren la agonía del desempleo, el problema va más allá de no encontrar una actividad física que le reporte dinero para vivir.
De acuerdo con datos de la OIT, unos 16,7 millones de jóvenes que han logrado encontrar trabajo en América Latina y el Caribe, todavía viven por debajo de la línea de pobreza de un dólar diario. Y lo que es más alarmante aún, estos representan el 36% de los jóvenes con empleo en la región, o uno de cada tres jóvenes trabajadores.
En pocas palabras, para los jóvenes que han logrado superar la dificultad de obtener un puesto de trabajo, este no les alcanza para generar los ingresos necesarios a fin de enfrentar sus necesidades de alimento y vivienda.
Por otra parte, las exiguas remuneraciones por desempleo (inexistentes en gran parte de las naciones latinoamericanas) no cubren las necesidades hasta el punto de evitar la más completa miseria para el desempleado y sus familiares.
La pobreza, la insalubridad y la desnutrición son endémicas en el campo y en los barrios marginales de Perú, Chile, El Salvador, Costa Rica, México y otros, cuyos indicadores económicos básicos son unos de los más críticos de la región.
Si bien el informe de la OIT señala que el porcentaje de los jóvenes que viven en América Latina y el Caribe con menos de uno y dos dólares diarios no ha registrado grandes variaciones en la última década.
Según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 2011, el 14% de los jóvenes en el mundo está desempleado, es decir, buscan trabajo pero no lo encuentra. Esa tasa de desempleo juvenil también duplica a la tasa general de 9,3%.
Estos jóvenes han logrado superar la dificultad de obtener un puesto de trabajo pero, aunque lo tienen, este no les alcanza para generar los suficientes ingresos que les permita de manera libre, destinar esos recursos hacia el disfrute de su tiempo libre y recreacional.
A todo esto se suma que el 13,3% de jóvenes de la región que trabajan, viven en condiciones de extrema pobreza. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) el porcentaje de jóvenes que vive en América Latina y el Caribe con menos de uno y dos dólares diarios no ha registrado grandes variaciones en la última década: 13,8% y 35,6%, respectivamente, tasas que se ubican muy por debajo de la media mundial de 2005.
Para el experto de la Cepal, Jorge Guerra, el sector de la economía que capta el mayor porcentaje de jóvenes trabajadores es el de los servicios con el 62%. El área agrícola, que alcanza el 18%, todavía sigue siendo importante a la hora de usarlo como estrategia para generar empleo juvenil y reducir los niveles de pobreza en los países de la región. Muchos de los jóvenes de la región no trabajan, pero estudian.
La Cepal llamó “inactivos” al grupo de jóvenes que no trabajan ni buscan trabajo. Entre ellos se encuentran los estudiantes. La tasa de inactividad juvenil ha aumentado en un 5% en la última década. En este grupo, las mujeres ejercen el peso más grande. El 60,1% de las jóvenes, de entre 15 y 24 años en la región no trabajan ni buscan trabajo.
Ni estudian ni trabajan
En este contexto, la OIT dio a conocer un preocupante aumento en el número de jóvenes que ni trabajan ni estudian. En esa situación se encuentra el 21% de jóvenes que vive en América Central, el 36% que habita en Europa Central y del Este, el 28%, en África subsahariana; y un 15%, proveniente de las economías industrializadas y la Unión Europea.
El informe puntualiza que “la juventud ociosa es costosa”. Esa condición no solo afecta al joven, porque le genera una sensación de vulnerabilidad, inutilidad y de estar de más, sino produce efectos económicos y sociales, tales como la disminución de la tasa de ahorro, la disminución de las inversiones y la elevación de los costos sociales que se requieren para prevenir el crimen o las drogas (PL).