Paseo en mapa, Ecuador. Tiempos de insurgencia
la exhibición itinerante “Paseo en Mapa. Explorando las claves de América Latina”, llegó desde México con motivo de la celebración del bicentenario de los procesos independentistas hispanoamericanos.
Considerando que los mapas no son únicamente registros de información geográfica, sino valiosos documentos históricos y políticos, la muestra mexicana utiliza la cartografía y su evolución para aproximarse de manera diferente al periodo de las independencias.
En el ámbito de la conmemoración y revisión de los procesos que compartieron los territorios americanos hace dos siglos, la sala dedicada al Ecuador ha propuesto un viaje a los años de 1808 a 1812.
De la mano de documentos oficiales, cartas, escritos anónimos, muebles, pinturas, y artículos de uso cotidiano, nos adentramos en una época convulsionada, llena de rumores, ideas sediciosas, incertidumbre, y revueltas populares. Este recurso es, quizá, uno de los mayores atractivos de esta exposición: por primera vez se exhiben al público bienes originales que pertenecen en su mayoría a los fondos que custodia el Ministerio de Cultura.
En el periodo de 1808 a 1812, la ciudad de Quito se debatió entre el realismo y la insurgencia. Estableció dos juntas autónomas, declaró la “absoluta independencia de toda otra Soberanía intrusa” y promulgó un proyecto de constitución “republicana” denominado
Artículos del pacto solemne de sociedad, y unión entre las provincias que forman el Estado de Quito.
Los habitantes de Quito se atrevieron a ser libres y pagaron caro esa osadía: enfrentaron las enérgicas reacciones realistas y también los enfrentamientos entre los líderes insurgentes. Finalmente, el 7 de noviembre de 1812, el pueblo quiteño combatió valerosamente en la denominada Batalla del Panecillo, una lucha desigual, muy poco conocida, que si bien puso punto final al periodo de gobierno criollo, no acabó con la insurgencia.
“Paseo en mapa Ecuador. Tiempos de insurgencia” pretende ser un merecido homenaje a Quito y a su gente, así como una oportunidad para revivir momentos y pormenores de la revolución quiteña y cerrar con broche de oro los eventos conmemorativos del bicentenario.
Comencemos el viaje a los tiempos de insurgencia a través de un recorrido por los temas de la exposición…
1. El país que nace
Enviados por la Academia de Ciencias de París, los miembros de la misión geodésica franco-española llegaron en 1736 al “ecuador terrestre”, al territorio de la entonces Real Audiencia de Quito. El principal propósito de la misión era comprobar la verdadera forma de la tierra.
Para entonces, el riobambeño Pedro Vicente Maldonado, abría el camino que uniría a Quito con Esmeraldas. El conocimiento práctico de Maldonado y el conocimiento teórico de los científicos se combinaron dando como resultado el primer mapa de la Audiencia.
La estadía de la misión científica influyó decisivamente en el desarrollo cultural de Quito. Los geodésicos sembraron inquietudes que permitieron el desarrollo de la Física Experimental y las Ciencias Naturales. Se iniciaba así el camino para el afianzamiento de la Ilustración, el movimiento que cambiaría el destino político de Quito y del resto de las colonias españolas en América.
Es momento para ir del espacio geográfico de la Real Audiencia al espacio de las ideas en el Quito de hace doscientos años.
2. Ideas sediciosas
Las ideas sediciosas son, a lo largo del recorrido, un eje principal para entender el movimiento independentista. Entraremos primero al corazón de Quito, a su Plaza Mayor, lugar donde los “bandos públicos” y los pasquines eran los medios más directos para la difusión de las noticias. Después de vivir el ambiente de una tertulia, podremos ver valiosos ejemplos de publicaciones de la época y de la fuerza y el peligro de la palabra impresa, de la palabra escrita y de la palabra hablada (influencia desde los púlpitos y confesonarios).
3. 77 días
Ante la invasión de España por parte de Napoleón, y las noticias sobre la conformación de la Junta de Sevilla que gobernaba a nombre de Fernando Séptimo, algunos quiteños creyeron que la soberanía debía recaer en el pueblo y que en Quito también se podía erigir una junta de gobierno como en la Península Ibérica. En la primera quincena de agosto de 1809 se vivió la ilusión de libertad y se tomaron decisiones fundamentales: la conformación de la junta, la creación de un nuevo ejército denominado la “Falange de
Fernando VII” y el establecimiento de un Senado para la administración de justicia.
Si bien es cierto que en general en Quito se hablaba de fidelidad a Fernando VII, más allá de las proclamas; la adopción de nuevos uniformes militares, de una nueva bandera y de un nuevo nombre para Quito, “San Lorenzo del Quitu”, lleva a pensar que los insurgentes quiteños buscaron diferenciarse de España.
La junta quiteña criolla se mantuvo 77 días en el poder pero finalmente fracasó por la desunión y las diferencias ideológicas de sus integrantes, por la falta de apoyo de las otras provincias de la Audiencia y, sobre todo, por el temor ante la inminente llegada de tropas de represión.
Mediante la firma de unas capitulaciones, el 24 de octubre de 1809, Ruiz de Castilla fue repuesto en el cargo de presidente de la Audiencia. Exactamente un mes después llegaron las tropas realistas a Quito y, con el apoyo militar, el presidente faltó a su palabra de “no proceder contra ninguno” de los implicados en la revolución, e instauró procesos contra todos ellos.
4. Ciudad Militarizada
Un cuadro perteneciente al Museo de América de Madrid, cuya reproducción ha sido concedida a esta exposición, nos lleva a la plaza de la recoleta de Santo Domingo, al momento de la llegada de las tropas comandadas por Manuel Arredondo.
Gracias a testimonios de la época, palparemos lo que fue la convivencia de los quiteños con las numerosas tropas realistas y reviviremos la tragedia el 2 de Agosto de 1810, con la terrible matanza de más de trescientas víctimas.
Los efectos de la ocupación militar a Quito se extendieron a varios escenarios de la vida cotidiana y, por lo tanto, nos acercamos a la escasez de alimentos, a las corridas de toros y a algunas historias de amor de aquellos tiempos revueltos: Morales y Josefa Tinajero; Rodríguez de Quiroga y Manuela Cañizares; Nicolás de la Peña y Rosa Sarate...
5. Quito soberana
A pesar de la matanza del 2 de Agosto y de las medidas con las que se pretendió subyugar a Quito, la insurgencia no terminó. En septiembre de 1810 se estableció la segunda junta quiteña y sus acciones tuvieron alcances trascendentales sobre todo a partir de octubre de 1811, cuando el obispo Cuero y Caicedo, fue también el presidente del gobierno insurgente. La junta creó nuevas ciudades y villas, declaró la “absoluta independencia de toda otra soberanía intrusa” y convocó a un congreso provincial.
Por encargo del Congreso Quiteño, los doctores Miguel Antonio Rodríguez y Calixto Miranda, miembros del clero, redactaron sendos proyectos de constitución que representaban las posturas de los dos bandos opuestos al interior de las filas insurgentes: los radicales sanchistas y los moderados montufaristas, respectivamente.
Finalmente, el 15 de febrero de 1812, se aprobó la propuesta de Rodríguez, ...el pacto solemne de sociedad, y unión entre las provincias que forman el ¿Estado? de Quito, una constitución que planteó la separación de poderes y la representación popular.
…El odio fraternal no respeta límites ni medida…
La promulgación de la Constitución de Quito y el nombramiento de las nuevas autoridades fueron los detonantes para que se recrudecieran las diferencias entre líderes insurgentes que ya habían surgido desde tiempo atrás. Ante la amenaza de un enfrentamiento armado, el marqués de Selva Alegre y su hijo Carlos Montúfar renunciaron a su participación política y se formó un nuevo gobierno afín al grupo liderado por Joaquín Sánchez de Orellana.
Dejando a un lado las confrontaciones internas, el próximo objetivo será revisar el papel de la mujer durante la revolución quiteña y comprobar la trascendencia de la resistencia popular.
6. La insurgencia quiteña
Los métodos de convocatoria como repiques de campana y lanzamiento de cohetes fueron muy efectivos para lograr que la participación del pueblo de Quito, en los distintos momentos de la revolución quiteña, fuera masiva.
Quito no había olvidado el 2 de agosto y a partir de noviembre de 1810, las revueltas en los barrios cobraron un protagonismo y una violencia inesperados.
“…la Plebe se halla electrizada”
El 19 de diciembre de 1810 ocurrió el asesinato del oidor Felipe Fuertes Amar y el Administrador de Correos José Vergara. Los dos funcionarios realistas, reconocidos por su proceder en contra de los quiteños, planearon escapar por el Oriente. Cuando la junta supo de sus intenciones, envió por ellos, pero al acercarse a la ciudad, “se levantó contra ellos un numeroso tumulto de Indios asesinos [del barrio de San Blas y San Roque], armados de lanzas, de palos y piedras, convocados, y pagados por algunos sediciosos, y ejecutaron atrozmente estas dos muertes alevosas, y seguras a golpe de garrotazos, y con la inaudita crueldad de haber arrastrado después los cadáveres por las Calles, y Plazas de la Ciudad, entre vivas, y aclamaciones y haber intentado suspenderlos en la horca por exponerlos a una afrenta ignominiosa”. (ANE: Criminales, C. 220 (1812-1813), Exp.12: 13 – I – 1813, f.1).
Otros hechos violentos ocurrieron en 1812: en la primera quincena de junio corrieron rumores en Quito de que los realistas conspiraban para retomar el poder. Las presunciones apuntaban al propio Ruíz de Castilla y se tuvo conocimiento, además, de que los realistas Pedro Calixto, su hijo Nicolás y su yerno Pedro Pérez Muñoz habían viajado a Pasto a unirse a las tropas que se alistaban para atacar a Quito. El 15 de junio el pueblo reaccionó violentamente: arremetió contra los bienes de los Calixto y de Simón Sáenz de Vergara (el padre de Manuela Sáenz) y sacó violentamente de la Recoleta de la Merced a Ruíz de Castilla, quien se había retirado a vivir allí desde varios meses. El expresidente fue golpeado y arrastrado por las calles y murió luego de tres días de agonía.
Por otra parte, los Calixto, cuyos retratos se exhiben por primera vez al público, fueron apresados y traídos a Quito, y permanecieron presos en el cuartel. Cuando se supo que las tropas de Torivio Montes habían acampado en el sector de El Calzado, se decidió su ejecución. Pedro y Nicolás Calixto fueron pasados por las armas a las diez y media de la noche del 29 de octubre de 1812.
La Batalla del Panecillo
Las sucesivas derrotas a los ejércitos quiteños en Atar (26 de junio de 1812), San Miguel (25 de julio) y Mocha (2 de septiembre) provocaron deserciones en las filas patriotas y cambios en el mando. Los insurgentes pusieron a Carlos Montufar al mando de sus ejércitos.
Por otra parte, día a día aumentaba el temor en Quito. Se esperaba la inminente llegada de Torivio Montes y el numeroso ejército realista, que, según el testimonio del mismo general, ascendía a 2 675 hombres:
“[…] es indispensable patentizar que el ejército que bajo mi mando ha obrado en la pacificación de estas provincias se formó de doscientos dos del regimiento del infante don Carlos, de ciento seis de los del número de Lima, de ochenta i nueve del batallón de pardos de Íd., de cuatrocientos diez y ocho de las milicias de Guayaquil, y de mil ocho cientos sesenta de las milicias urbanas de Cuenca”. (Oficio de Montes al virrey de Santafé, Montalvo, del 6 de abril de 1813. Citado por Pedro Fermín Cevallos: 1870, T.III, p. 137).
La estrategia insurgente fue fortalecer el punto de Santa Rosa de Jalupana, lugar cercano a Tambillo por donde debían pasar las tropas realistas para entrar a Quito. La colaboración del presbítero Andrés Villamagán, quien se ofreció de guía para esquivar el fuerte insurgente, permitió que Montes, Sámano y Aymerich lograran esquivar la emboscada preparada por los quiteños y llegaran hasta el ejido de Turubamba.
Las tropas insurgentes debieron regresar a Quito para preparar la defensa de la ciudad.
En varios edictos y cartas circulares, Cuero y Caicedo, el obispo presidente, exhortó al pueblo de Quito a impedir la entrada de las tropas realistas. La respuesta fue tal que comerciantes, religiosos, jóvenes, ancianos, mujeres y niños se organizaron para la lucha. Según el testimonio del realista Pedro Pérez Muñoz:
“Juntaron como quince mil hombres de todas clases y colores, hicieron zanjas y cortaduras muy profundas en los caminos, formaron trincheras en las calles, agujeros en las casas para disparar desde ellas, coronaron de cañones el cerro del Panecillo que dominaba la ciudad, que si lo hubieran sabido defender, era inconquistable. Fundieron cañones con las campanas de las iglesias, hicieron pólvora y balas hasta con las pesas del reloj de la torre, que eran de plomo, idearon y dispararon cohetes llenos de púas y alfileres envenenados y, en fin, no perdonaron medios ni arbitrios para hacerse temibles y respetables.” (Pedro Pérez Muñoz, Carta 18 en: Hidalgo: 2008, p. 109)
Luego de varias horas de combate, las tropas realistas lograron vencer en el Panecillo, el “Gibraltar de América”, como lo definió Toribio Montes. Se estableció nuevamente el gobierno español pero la insurgencia quiteña no terminó…
7. Las independencias
Cierra la sala dedicada a Ecuador un capítulo que es parte de la exhibición mexicana y que trata sobre el movimiento independentista continental: el accionar de los principales caudillos militares, los conflictos bélicos nacionales e internacionales y la consolidación de los países latinoamericanos.