Perspectiva
Mirada joven: el origen de los orígenes
El colegio Cedfi de Cuenca se ha caracterizado desde sus inicios por el apoyo al arte y a la cultura en sus diversas formas. A raíz de esto, en 2002, se empezó a dictar clases de Cine y Audiovisuales, en el ciclo básico, y se abrió un Club de Cine para el bachillerato. A partir de la visión de Wendy Aguilar, profesora de aquellas asignaturas, y con el apoyo del Consejo Estudiantil, presidido por Luis Cañizares, estudiante de tercero de bachillerato en ese entonces, se propuso a las autoridades del colegio realizar un concurso de cine. Una de las características principales de esta idea era que no había una temática específica para los videos, como pasaba tradicionalmente en los concursos a escala nacional. La intención, como afirma Aguilar, era permitir a los estudiantes que explotaran, sin límites, esa creatividad que, desde 2002 a 2010, se vio en el concurso.
La primera edición del certamen contó con nueve trabajos en dos categorías: ficción y documental. Aunque la mayor parte de los trabajos fue del Cedfi, participaron estudiantes de otras instituciones, principalmente particulares y solamente de Cuenca. Recuerdo mucho ese concurso. Yo estaba en décimo de básica, ya había tenido clases de Cine y Audiovisuales durante algunos meses, en las que aprendimos desde los conceptos básicos del cine, hasta el manejo de una cámara. Con otros tres compañeros decidimos probar suerte con un documental, bastante bueno para nuestra edad y conocimientos, aunque no sé si 14 años después pensaría igual si lo viera nuevamente. El video trataba la restauración de la Catedral Vieja. Recibimos dos galardones nada esperados: mejor documental y mejor edición.
El año siguiente también contó con la participación del Consejo Estudiantil, pero era Wendy Aguilar quien organizaba y gestionaba los auspicios contando con el apoyo de las autoridades de la institución, principalmente de Dolores Roura. En esa edición, además, se presentó un elemento novedoso e inesperado: recibieron la llamada de un colegio de Ambato que quería participar. Las siguientes convocatorias se abrieron a escala nacional y hasta el último año se presentaron trabajos de diferentes partes del país.
Desde el primer concurso, en 2002, hasta 2008, los fondos se consiguieron gracias a auspicios y convenios, gestionados principalmente por Aguilar, quien tenía ya una extensa trayectoria en organización de eventos y producción cinematográfica. Esos fondos servían para el pago de los jurados, que venían especialmente de Quito, además de los premios que se entregaban a los estudiantes ganadores de cada categoría. En los primeros concursos, además de ficción y documental, se premiaba mejor edición, mejor actor, mejor musicalización, mejor director, entre otras.
Wendy Aguilar recuerda que Camilo Luzuriaga, quien había sido jurado del concurso, comentó que esperaba más videos eróticos, especialmente de los chicos, pero en donde aparecían estos tintes era en los dirigidos por las chicas. Mediante Mirada Joven, como afirman Aguilar y Roura, se pretendía conocer qué pensaban, veían y querían producir los jóvenes. No fue solo un concurso. Se hicieron talleres de edición, escritura y conversatorios que sirvieron a los estudiantes como plataforma para presentar mejores trabajos.
En la tercera edición hubo entre sesenta y setenta trabajos provenientes de diferentes ciudades y se aumentaron más categorías: videoarte y videoclip. Además, se gestionaron premios más representativos, como las becas para estudiar cine en Quito que entregó Camilo Luzuriaga. En la premiación anual se mostraba al público los videos ganadores.
Wendy Aguilar recuerda con nostalgia y alegría el concurso; hay algunos trabajos que no ha olvidado a pesar de los años. Uno de estos es un documental de la segunda edición realizado por Santiago Figueroa, Juan Pablo Martínez y Pedro León, estudiantes del Cedfi, junto con Alberto Vásquez, Bernardo Peña, Daniel Vintimilla y Jaime Molina, del Borja. En este, a través de una conversación con una trabajadora sexual reflexionan sobre el amor.
En ficción, recuerda los videos de Juan Antonio Malo, especialmente Mi refrigerador no funciona, en cuyo montaje escénico destacaba una estética entre surrealista y del absurdo. Los diálogos eran fragmentos de poesía que recitaban personajes acostados en el piso, donde se dibujaban sus siluetas, como en una escena del crimen.
En animación, principalmente los videos con personajes de plastilina, de Juan Pablo Palacios, Feliu Vega, Mateo Zeas con Pedro Orellana, que más tarde fueron replicados por Antonio León. En animación además, se consiguió que Pedro Orellana asistiera a pasantías con Pablo Carrasco, que en aquella época era el único que trabajaba en animación en Ecuador. Cuando se creó la categoría de minimetraje se consiguió que los vídeos ganadores se proyecten antes de las películas en Multicines.
El concurso, en general, rebasó las expectativas que se tenía en un principio. Era una muestra de que los jóvenes estaban más interesados en el arte de lo que los adultos creían. Otra cosa que recalca Roura es que Mirada Joven permitía leer y escuchar a los jóvenes, se podía ver qué es lo que querían decir. Muchos videos eran sobre violencia, suicidio, violación, etc., que son temas fuertes, algunos padres incluso reclamaron por las temáticas, pero era indispensable entender que los jóvenes tenían algo que querían decir, y que ese algo no era lo que los adultos querían escuchar o creían que iban a escuchar.
El concurso se canceló por problemas con los fondos en 2010, dejando a los jóvenes sin un espacio que les había permitido expresarse de diferentes formas. En ese entonces, quizá, la producción local no se vio tan afectada con la cancelación, porque hubo estudiantes que salieron de Mirada Joven y que estudiaron carreras relacionadas con el cine: Luis Cañizares, Pedro León, Pedro Orellana, Camila Corral, Camila Moscoso, Leonardo Espinoza, Chris Díaz, del Cedfi, y Juan Antonio Malo de La Alborada, entre otros, y algunos de ellos producen cine actualmente. El problema mayor, aparte de la pérdida del espacio, es que en un par de generaciones más no tendremos nuevos cineastas, guionistas, productores que hayan surgido de esta semilla. En la tercera edición de Mirada Joven hubo más de sesenta trabajos, provenientes de diferentes partes del país, y se aumentaron más categorías: videoarte y videoclip. Además, se gestionaron premios más representativos, como las becas para estudios de cine en Quito, entregadas por Camilo Luzuriaga.