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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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La poética en acción de Yoko Ono: la dimensión sensible de lo cotidiano

La poética en acción de Yoko Ono: la dimensión sensible de lo cotidiano
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Quienes desean conocer el sentido que tienen los lenguajes y soportes del arte contemporáneo, encontrarán en la exposición Universo Libre, de la artista japonesa Yoko Ono, una posibilidad histórica interesante. La muestra tiene lugar en el Centro Cultural Metropolitano de Quito (CCM), institución que en los últimos años ha presentado varias propuestas curatoriales con énfasis en la producción artística internacional. En esta ocasión, nos trae la obra de una creadora considerada como pionera del arte conceptual, del performance y el videoarte.

El trabajo artístico inicial de Yoko Ono estuvo involucrado con el movimiento Fluxus, organizado por George Maciunas en 1962, en el que se integraron distintas manifestaciones artísticas visuales, musicales, escénicas y literarias, en una propuesta que realmente propugnaba el antiarte. Buscaba la no distinción entre arte y vida, enfatizaba lo banal, lo intrascendente de la rutina cotidiana, y aquellos aspectos subjetivos o íntimos del día a día.

Los artistas de la posguerra vinculados a Fluxus pretendían alejarse de la hegemonía del expresionismo abstracto norteamericano, de los nacionalismos implícitos en algunos movimientos de vanguardia, y de los convencionalismos de las instituciones culturales. Era un movimiento internacional que se concentró en Alemania, pero tuvo diversas conexiones con Nueva York, Tokio, Estocolmo, París, Praga, Ámsterdam, Londres, Copenhague y Madrid.

Izquierda: 4’33”, John Cage; Lighting Piece, Yoko Ono. Derecha: Selva, Christian Proaño

Una de las figuras que más influenció a Fluxus fue el artista y compositor norteamericano John Cage, quien en 1952 realizó una de las obras precursoras del arte conceptual: 4’33”. En esta propuesta se observan ideas fundamentales para entender el arte que vino después: la búsqueda experimental a partir de una reflexión sobre el medio, el interés en forjar una relación participativa con la audiencia, y el valor de lo aleatorio en la creación de arte. 4’33” era una partitura musical que indicaba al intérprete no ejecutar ningún sonido con su instrumento (que podía ser cualquiera) durante cuatro minutos y treinta y tres segundos. Para ello, Cage incluyó en la notación musical la palabra tacet, que significa mantener silencio.

Esta acción constituye un antecedente de la noción de «acontecimiento» que proponía Fluxus, una manera de «fluir» artística y vitalmente. George Brecht, un miembro clave del movimiento, reconoce la influencia de Cage al hablar de un nuevo paradigma artístico en su ensayo Chance Imagery (Imágenes del azar, escrito en 1958 y publicado en 1966). Según el teórico Benjamin Buchloh, en este texto el artista neoyorquino define a los acontecimientos como «iluminaciones íntimas y minúsculas que deseaba transmitir a mis amigos, los cuales sabrían qué hacer con ellas».

Una de sus instrucciones más famosas es Drip Music (1959-1962): «Para uno o varios intérpretes. Una fuente con agua que gotee y un recipiente vacío se disponen de tal forma que el agua caiga en el recipiente».

Las distintas maneras de ejecutar esta pieza, que pueden ir desde hacerlo con una jarra y un vaso de vidrio hasta con una cisterna y la boca de alguien, evidencian cómo lo lúdico, lo azaroso, lo intrascendente, lo inacabado y lo performativo son claves para entender el sentido de las instrucciones. También se utilizó el término partitura (event score) para denominar a esta especie de guion de una acción o performance, en el que el artista cedía su autoría individual a la posibilidad de una autoría colectiva en la ejecución de la obra.

En 1964, Ono publicó Grapefruit (Pomelo), un libro en el que recopiló una serie de «instrucciones» que intentaban desmaterializar completamente a la propuesta artística, y resaltar su aspecto conceptual, con el fin de que cualquier persona pudiera hacer arte.

A diferencia de Drip Music, las instrucciones de Yoko Ono están concebidas como «poesías en acción», es decir, son enunciados imperativos que albergan la posibilidad de su ejecución, y en esa posibilidad contienen una fuerza expresiva que intenta ser autosuficiente. No necesitan recrearse materialmente para existir; su existencia es fundamentalmente poética:

PIEZA DE NIEVE (1963) Piensa que la nieve está cayendo. Piensa que la nieve está cayendo en todas partes todo el tiempo. Cuando hables con una persona, piensa que la nieve cae entre ti y la persona. Deja de hablar cuando creas que la persona está cubierta de nieve.

PINTURA PARA AMPLIAR Y VER (1961) Escribe quinientos números de teléfono en un lienzo en un espacio tan grande como la palma de tu mano. Los números pueden superponerse entre sí. Además, los números pueden ser todos iguales. Observa el dibujo ampliándolo con un microscopio. Además, puedes tomar una fotografía del dibujo y ampliarlo al tamaño que prefieras.

PINTURA PARA DEJAR PASAR LA LUZ DE LA NOCHE (1961) Cuelga una botella detrás de un lienzo. Coloca el lienzo donde entra la luz del oeste. La pintura existirá cuando la botella cree una sombra en el lienzo, o no tiene que existir. La botella puede contener licor, agua, saltamontes, hormigas o insectos cantores, o no tiene que contener.

La reflexión acerca del medio en el que se desarrolla la propuesta artística es fundamental en el arte conceptual. Al eludir la primacía del objeto material, que había caracterizado al arte durante siglos, se intenta poner énfasis en su sentido a través del lenguaje. Esto no quiere decir que el soporte no sea importante, sino que este se encuentra supeditado al concepto de la obra, el cual puede ser expresado a través de distintos medios y mantener —de todos modos— un mismo impulso creativo.

Una obra como Lighting Piece da cuenta de ello. La pieza constituye una instrucción y un video arte. En la primera, Yoko Ono propone una acción cotidiana, cuya intrascendencia lleva a pensar en una forma de meditación contemplativa: «Enciende un fósforo y mira hasta que se apague».

Desde los años cincuenta, varios artistas occidentales se habían interesado en la experiencia vital que profesa el budismo, pero para Ono sus referentes en este sentido provenían de su cultura japonesa. La escritura de haikus, por ejemplo, que realizaba en el Sarah Lawrence College, donde estudiaba en esa época, anticipa de algún modo sus «instrucciones», así como su manera de observar la realidad cotidiana, aparentemente intrascendente.

En el video de Lighting Piece se constata visualmente el interés en el gesto mínimo: la obra llama la atención sobre una acción banal que puede convertirse en una experiencia artística.

De este modo, el arte conceptual bordea la frontera establecida entre arte y vida, que desde hace siglos había sido fundamental para separar lo artístico (entendido como algo sagrado, mágico-religioso) de la experiencia cotidiana (profana). Al apropiarse de las instrucciones de Ono, mediante una lectura participativa, las personas podían convertirse en creadoras de arte desde la actividad de su propia imaginación.

La muestra Universo Libre, en el Centro Cultural Metropolitano de Quito, está formada por obras que se expusieron en el Malba de Buenos Aires. Foto: blse.info

Para Pilar Estrada Lecaro, directora del CCM, la exposición Universo libre continúa con la línea de las exposiciones internacionales que han sido presentadas en este espacio en los últimos años. Al igual que Atopía: Migración, legado y ausencia de lugar y La intimidad es política, la muestra de Yoko Ono intenta «apelar a las fibras sensibles de la sociedad», según indica Estrada, pues demuestra las preocupaciones de una artista que hace cincuenta años estaba tratando temas que siguen siendo importantes hoy, como la necesidad de una cultura de paz, la ecología y la lucha contra la violencia de género.

«Yoko habla de situaciones cotidianas, pero desde una dimensión sensible. Ella valora las pequeñas cosas», agrega Estrada.

Según la curadora y gestora guayaquileña, con esta exposición se busca evidenciar los procesos históricos del arte contemporáneo, pues muchas de las propuestas artísticas actuales tienen sus antecedentes en el arte conceptual.

Ejemplo de ello es la obra Selva (2013-2014) del artista ecuatoriano Christian Proaño. Esta propuesta constituye una partitura en la que se solicita a los intérpretes «sonar con un ser de la selva» en el espacio público, con un instrumento musical, un objeto, su voz o su propio cuerpo. En 2013, la idea surgió en un taller impartido por el artista colombiano Mauricio Bejarano en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito; la pieza fue ejecutada en la Plaza Grande durante una manifestación a favor de la explotación del Parque Nacional Yasuní.

Posteriormente, Selva fue interpretada con los Yasunidos en el mismo lugar, en el aniversario del día en que el expresidente Rafael Correa aprobó la actividad petrolera en el Yasuní. La autoría de esta pieza recae en su partitura, que pertenece a Proaño; sin embargo, la interpretación performática y el registro sonoro de la misma son de dominio público.

En esta propuesta encontramos algunas nociones que sustentaron las «instrucciones» de Yoko Ono y otros artistas conceptuales: la obra inconclusa y efímera, el azar como procedimiento creativo, lo aleatorio del lenguaje, el arte entendido como la idea sobre el arte, la autoría compartida, el público como creador de la obra, el concepto frente a su consecución material, el arte como utopía libertaria… (I)

Hammer a nail es otra de las instrucciones de yoko ono. La obra invita al público a martillar un clavo sobre el lienzo para ir formando una imagen. Foto: Wikimedia Commons

FRAGMENTO
Párrafos sobre arte conceptual (Sol LeWitt)

En el arte conceptual la idea o concepto es el aspecto más importante de la obra. Cuando un artista usa una forma artística conceptual, significa que todos los planes y decisiones se toman previamente y la ejecución es un asunto secundario. La idea se transforma en una máquina que hace arte.

Este tipo de arte no es teorético o ilustrativo de teorías; es intuitivo, está comprometido con todo tipo de procesos mentales y no tiene propósito. Suele ser libre e independiente de la habilidad del artista como artesano. El objetivo de un artista que se ocupa de arte conceptual es hacer que su obra sea mentalmente interesante para el espectador, y por lo tanto querrá transformarla en algo emocionalmente seco. Sin embargo, no hay razón para suponer que el artista conceptual quiera aburrir al observador. Solo la expectativa de una patada emocional, a lo que nos acostumbra el arte expresionista, es lo que disuadiría al observador de percibir este arte.

El arte conceptual no es necesariamente lógico. La lógica de una pieza o serie de piezas es un dispositivo que se usa algunas veces, solo para ser arruinado. La lógica puede ser usada para camuflar la intención real del artista, para calmar al espectador haciéndole creer que entiende la obra, o para inferir una situación paradojal (como lógico vs. ilógico). Algunas ideas son lógicas en su concepción pero perceptualmente ilógicas. Las ideas no precisan ser complejas.

La mayoría de las ideas exitosas son ridículamente simples. Las ideas exitosas suelen aparentar de simplicidad porque parecen inevitables. En términos de ideas el artista es libre incluso de sorprenderse a sí mismo. Las ideas son descubiertas por intuición. (I)

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