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Las guerras solitarias: a propósito de ‘Mono con gallinas

Las guerras solitarias: a propósito de ‘Mono con gallinas
30 de septiembre de 2013 - 00:00

Un el diálogo de bienvenida que hace el sargento Flores al grupo de jóvenes soldados que llegan a un puesto militar en la Amazonía, aquel hace alusión a que se está en medio de la guerra en la que no existen hermanos. La doble insinuación es la guerra de 1941 entre Ecuador y Perú, y a un par de hermanos costeños que están en la tropa. Se trata de un diálogo del film Mono con gallinas de Alfredo León, el cual podría sintetizar, si no el tema central, al menos uno de los tópicos más interesantes de la cinta.

En efecto, si la guerra ecuatoriano-peruana es el telón de fondo en la película, lo que se mostraría de esta no es su historia, sino el acontecimiento que lleva a envolverse de modo fortuito, acontecimiento que, por otro lado, evidencia la cuestión de la hermandad.

Pero tampoco es la hermandad entre dos países vecinos. Es obvio señalar que toda guerra elimina la invisible frontera de la hermandad entre dos países que están unidos por lo común, seguramente el medio ambiente, la cultura, la lengua, etc. Se trata más bien lo que dicha hermandad supone y que el film sutilmente lo pone de manifiesto.

La película habla de la fuga de Jorge de su hogar y su involucramiento en la guerra. Él es un adolescente que no tiene una buena relación con su familia, particularmente con su padre, y tampoco en el colegio, donde obtiene bajas notas. Su amistad con Bubo, un mecánico de tren es, quizá, la relación más segura aunque esta es, por otro lado, según exigencias de la época y de clase, una entre patrón y servidor. A Jorge, sin embargo, no le gusta que le llamen patrón aunque Bubo insiste en ello a lo largo del film. Esta primera señalación al hermanamiento de dos clases sociales, una media y otra baja, es uno de los hechos que la película evidencia. Aunque se trata de una relación tensional preexistente –sin que ello haya desaparecido hasta hoy– basada en la construcción del poder en base al servilismo, muestra que no existía abismo en la sociedad ecuatoriana respecto a la cuestión de clase como pudo suceder en otros lugares del mundo donde las diferencias sociales determinaron marchas históricas más radicales. En tal sentido la mirada de León no es crítica sino condescendiente.

Entre Jorge y el mecánico aparecerían, de este modo, las relaciones de intercambio económico que permitirían la supervivencia de una clase en detrimento de otra, sin que esta reclame sus derechos: las clases bajas, representadas en el tren, son las que con su empuje permitirían el progreso de la sociedad, mientras las clases medias o altas, representadas en el hogar, la escuela y el poder militar, asegurarían la permanencia de dicha sociedad. Esta es la inicial entrada temática que León parece sugerir en su película.

Jorge y el mecánico, por otro lado, se van a la guerra. Para uno el acontecimiento es un medio de escape de la realidad que vive, mientras que para el otro es el camino para adquirir reconocimiento. La selva amazónica, como mundo caótico, sin referentes, es el escenario donde estos adolescentes se encontrarán con otros muchachos. Flores, entonces, recalca que no se puede hablar de hermanos en el contexto de la guerra, pero también alude, como se dijo, a un par de hermanos. Rápidamente nos damos cuenta que la segunda cuestión que se evidencia en las escenas siguientes es la tensión entre hermanos internos ecuatorianos; es decir, entre costeños y serranos.

Si la historia señala que “mono” era un vocablo ofensivo que daban los peruanos a los ecuatorianos, y estos a su vez aludían despectivamente a los peruanos como “gallinas”, el film también nos hace pensar que ambas denominaciones también se relacionan con los habitantes del Ecuador. Así habría una posible metáfora en el film, que remite a esa tensa relación entre hermanos de bandera –si se quiere– y que se va a ir remarcando poco a poco en los diálogos entre Jorge y Hugo, el joven costeño quien pierde a su hermano “real” en una escaramuza, quien, por otro lado, tiene que asumir la necesidad de trato con el muchacho quiteño.

Así, la tirantez de monos con gallinas es la que compete a dos regiones y a dos mentalidades y sus estereotipos en Ecuador: estaría la costeña, como activa y confrontativa, frente a la serrana, como pasiva, observadora y despreocupada. La referencia al mono, en conexión al costeño, es inmediata en cuanto a las costumbres y el modo de actuar de los individuos de la Costa y de la Sierra. De ahí que el film trata de las relaciones entre dos sujetos históricos quienes en principio no reconocen la fuerza de su hermandad, aunque estén atados a un mismo destino, pero que el conflicto les lleva a buscar el fundamento de su hermanamiento. Este mismo hecho, a la final, incluso, lleva a mostrar a los peruanos como hermanos con quienes Ecuador tuvo un encuentro que marcó el destino de cada uno de los países.

Se observa que Monos con gallinas, intencionalmente o no, no entra a discutir el tema de la guerra de 1941, sus pormenores y sus connotaciones políticas, por lo cual no se le puede ver como un film histórico; más bien se decanta por el grupo humano pero sin llegar a profundizar en su sicología, cuestión en la que radica su debilidad.

Con todo, el asunto de la hermandad viene a ser el que más nos puede llevar a una lectura más próxima de la película. La hermandad remite a la filiación: es el asunto por quién es el ecuatoriano o, si se quiere, por la ecuatorianidad.

El director, sin pretender hacer una película de tesis –está muy lejos de serlo–, intuye, sin embargo, este hecho de la hermandad por filiación que lleva a la identidad. Jorge sale de su hogar para adquirir algo que le haga hombre nuevo; pero para ello necesita de un trabajador; ambos entrarán en el mundo caótico de la guerra. Se trata de una guerra solitaria para adquirir reconocimiento en su hogar (la patria) o, si se quiere, se trata de una guerra solitaria para tener un lugar en dicha patria, para ser nombrado.

Es interesante la anécdota de la que parte el film: de un hecho real de un benemérito quien llega a su hogar luego de la guerra, pero su madre lo cree muerto y lo despacha justamente porque le ve como un fantasma. El Estado lo ha declarado muerto, pero él es el testimonio de que lo ecuatoriano no ha muerto, no obstante la pérdida territorial, la rendición, etc. En esto no hay intención patriotera, pero sí la enseñanza que está tras el hecho real: él retorna no como héroe, sino como alguien que ha adquirido algo nuevo, el valor, y con ello la marca de la identidad del soldado.

Y esto nos remite a la propia palabra de hermano. Más allá de que esta señale la relación entre individuos que proceden de una misma fuente, igualmente, y ateniéndonos a su etimología, tal término también señala al germen o la semilla. Si he sugerido que el argumento nos lleva a ver una discusión acerca de la hermandad de la Costa y la Sierra, no obstante sus guerras solitarias prevalecientes –más allá del hecho real de 1941–, son precisamente, y en relación a lo anterior, que el film señala otra cosa: si toda guerra supone pérdidas de vidas, esas son también las simientes de las formaciones sociales nuevas. En la probable tensión entre Costa y Sierra, entre sur y norte, entre mundo occidental y oriental, los lazos de la hermandad restituyen las semillas sobre lo que podría emerger lo nuevo.

Y yendo en esta línea de interpretación, Mono con gallinas es actual. Si se considera el panorama que prevalece hoy; es decir, ante la falta de comunicación familiar, ante la tensión que suscita en el interior de la familia la figura paternal dominadora e incluso ante la rutinaria pedagogía que forma fuerza de trabajo y no personas con sentido propio, es el adolescente quien se ve abocado a huir del hogar y madurar en medio del conflicto que suscita la supervivencia en la sociedad. Es el problema de la hermandad que se consigue afuera, por alguna necesidad, la cual se desvanece cuando hay un conflicto superior, cuando tal situación de guerra devuelve al ser humano a su propia individualidad y a la conciencia de que necesita al verdadero hermano.

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