DE LAS PALABRAS A LOS HECHOS
Las autoridades en el diccionario de ecuatorianismos de Carlos Joaquín Córdova
Carlos Joaquín Córdova (1914-2011) es uno de los lexicógrafos más notables que ha tenido nuestro país hasta la actualidad. Su producción bibliográfica en la lexicografía no es extensa en volumen, pero constituye una gran base para este campo en Ecuador. El académico publicó dos libros: Un millar de anglicismos (1992) y El habla del Ecuador: diccionario de ecuatorianismos (1995, 2008). Aparte de estos textos, colaboró con numerosas publicaciones lingüísticas en diversas revistas y, como miembro y director de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, contribuyó activamente a la Real Academia Española como una autoridad en lo referente a la variante ecuatoriana.
El habla del Ecuador: diccionario de ecuatorianismos constituye el mayor referente de la lexicografía ecuatoriana. Es considerado el diccionario de ecuatorianismos por antonomasia, pues el país no dispone aún de un diccionario académico que registre la variante de Ecuador. La obra de Córdova es producto de un arduo trabajo de investigación, recopilación y fijación del léxico disponible de nuestra variante. En el Preliminar de la primera edición (1995), el autor menciona que la recopilación de los ecuatorianismos, condensados en 6.309 entradas y dos tomos, le llevó veinte años. Es importante tomar en cuenta que la labor de Córdova fue solitaria, pues no contó con un equipo lexicográfico. Él mismo barrió las obras de una treintena de lexicógrafos ecuatorianos y más de 800 textos que pudieran dar fe del uso de las palabras. Para la segunda edición, publicada en 2008, el autor aumentó a su texto más de tres mil entradas; es decir, esta edición cuenta con aproximadamente diez mil palabras, repartidas en tres tomos.
En los tres tomos de El habla del Ecuador..., Córdova registra aquellas palabras consideradas ecuatorianismos puros (es decir, que solo se usan en nuestro país), quichuismos, usos de palabras que pertenecen al español general pero son propios de Ecuador, americanismos, vulgarismos, etc. Las entradas de este diccionario no se agotan en la definición y en la cita, sino que incluyen, en la mayoría de los casos, comentarios acerca del vocablo o la expresión. Córdova justifica esta inclusión en su naturaleza crítica:
Los comentarios conforman así el inventario crítico de El habla del Ecuador..., es decir el segmento que se aleja del esquema de un diccionario corriente. En El habla del Ecuador... se examina la palabra, la frase, el dicho o modismo nuestros. Se enfoca la atención hacia la etimología. El origen de la voz puede hallarse claro e indiscutible, o también en otra instancia, problemático. Así mismo el comentario intenta en no pocos casos rodear el significado de la palabra, su uso o desuso, debido a consideraciones de orden social, económico, político, psicológico, etc. permanente en toda comunidad lingüística. Sin embargo, esos factores extralingüísticos tienen fuerza intensa y permanente sobre el habla. Un cerco histórico —el fenómeno diacrónico— encierra a la presencia y vigor de las palabras, o a su desgaste, debilitamiento y desaparición (1995).
Según Córdova, aparte de este sesgo crítico, son las citas de Autoridades (con mayúscula) lo que enriquece la obra. Las entradas del diccionario de ecuatorianismos están, en muchas ocasiones, respaldadas por una cita literaria, que funciona como una autoridad. En palabras del autor: «Nuestra propia riqueza literaria ha sido el venero del cual ha salido el material útil, vario, numeroso y rico como prueba fehaciente de la existencia del ecuatorianismo con la cita correspondiente» (1995: 6). De esta manera, el uso de una palabra en la literatura sirve para dar fe de la existencia del vocablo en tanto a ecuatorianismo.
Es importante anotar que las citas literarias tienen un valor testimonial e ilustrativo dentro de los diccionarios que optan por ellas. En el caso de Córdova, este testimonio nos indica no solo la presencia de la palabra dentro de la variante ecuatoriana, sino que sirve para indicar los contextos en los esta se usa, así como si se trata de un regionalismo o un quichuismo, y otras claves etimológicas que hacen de la palabra definida un ente en movimiento. Obviamente, al tratarse de una obra llevada a cabo solitariamente, las autoridades de este diccionario pueden corresponder a un canon subjetivo; sin embargo, esto no resta relevancia al trabajo de Córdova en las dos ediciones de El habla del Ecuador...
Las obras de los autores a los que Córdova otorga un estatus de autoridad abarcan un período de aproximadamente cien años, desde mediados del siglo XIX hasta la década de los ochenta del siglo XX. No obstante, también pueden encontrarse testimonios de siglos anteriores, como la Historia del Reino de Quito, del padre Juan de Velasco, que corresponde al siglo XVIII. La lista de autores reúne, sobre todo, a aquellos que han publicado en prosa y cuyas obras son claves en la literatura ecuatoriana. Son 838 las obras revisadas por Córdova para elaborar su diccionario, y estas corresponden a 519 autores, entre los que encontramos, por ejemplo, a Juan León Mera, Juan Montalvo, Jorge Icaza, Demetrio Aguilera Malta, Jorge Enrique Adoum, entre muchos otros.
Córdova describe así la metodología que usa en la transcripción de las citas literarias:
La pauta seguida en la transcripción de la cita literaria como testimonio del uso del ecuatorianismo es la de copiar en brevísimo trozo la inclusión de la palabra o locución referidas en la papeleta, seguida del nombre del autor, esto es, la inicial del nombre pila y el apellido completo, seguido del título de la obra, reducido este o abreviado, en práctica usual, y, por fin, el número significativo de la página del libro de cual se ha sacado la cita.
Con este método, usado ampliamente en lexicografía, el autor facilita al lector o al investigador la búsqueda del texto al que se hace referencia. Por ejemplo, encontramos varias citas literarias en la entrada de rempujar:
rempujar. tr. vulg. Empujar.
Pero rempujar tiene carácter enfático en el campo literario: «...y el viento del norte viene rempujando el aguacero», A. Andrade Ch., Chacota, 174. «...y como los piratas rempujasen con más fuerzas...», J. Montalvo, Regenerador, I, 134. «Ella lo rempujó al hombre», A. Carrión, La llave, 120. (2008, P-Z: 148)
En este ejemplo, A. Andrade Ch. se refiere a Alfonso Andrade Chiriboga y Chacota, al texto Chacota literaria; J. Montalvo se refiere a Juan Montalvo, en el primer volumen de El Regenerador, y A. Carrión, a Alejandro Carrión y su obra La llave perdida. En muchos casos la entrada se apoya en varios testimonios literarios. La intención de esta multiplicidad de citas, según Córdova, es «demostrar la vigencia del ecuatorianismo en toda la amplitud del país y en función del tiempo» (1995: 13).
De esta manera, Córdova registra una variedad de ecuatorianismos, y usa autoridades para fijar los rasgos de las palabras, ya sean gramaticales, etimológicos, geográficos o sociolingüísticos. El importante trabajo de este lexicógrafo sienta, sin duda, las bases para la elaboración de un diccionario académico de ecuatorianismos; sin embargo, hace falta que se trabaje con un equipo de profesionales, que se recurra a un canon más amplio y que se haga un fuerte trabajo contrastivo. La lexicografía en el Ecuador aún tiene una larga tarea y muchos retos.
NOTAS
*Este texto es un extracto de la ponencia ‘La literatura como fuente lexicográfica en el diccionario de ecuatorianismos de Carlos Joaquín Córdova’, presentada en el Congreso de la Asociación de Ecuatorianistas, en julio de 2015.