Jeff Nichols: historias alejadas de la ciudad
No tenía mucha fe en Mud. Ya había pasado varias veces por el resumen cuando me la recomendó un amigo: un preso fugitivo en una isla, unos niños que lo ayudan, una estrella de comedia romántica en portada. Nada prometedor. Sin embargo, 2 horas después, estaba enviando un mensaje de agradecimiento. La voz de Jeff Nichols, quien escribe y dirige, tiene algo importante qué contar, algo que está detrás de las líneas del guion, algo para lo que necesita silencios, paisajes naturales, riesgos de audiencia. “¿Qué pasará conmigo? No soy un chico de ciudad”, dice el protagonista cuando parece que tendrá que dejar de vivir en la orilla del río. Pero también las puede decir el propio Nichols. Sus historias están alejadas de la ciudad como para pensar con más calma en el interior de sus personajes, ya sean de una historia familiar, una apocalíptica o una de persecución.
Nichols es un observador compulsivo de las nubes. Todos los días sale con su esposa y su perro, en Austin-Texas, a pasear en el parque y descubrir nuevas figuras. Le encanta la idea de que cuando uno ve la parte de atrás de las hojas significa que viene una tormenta. “That’s what all this is”. De eso se trata todo, de observar los signos y salir del camino. Sus cineastas favoritos son Terrence Malick, Clint Eastwood, Steven Spielberg y Kathryn Bigelow. Por algunos rasgos de su cine lo han comparado con el primero. “Nunca me podría comparar con él ni decir que estoy siguiendo sus pasos. Él es verdaderamente una voz única”, dijo Nichols, después de comentar que Badlands (1973) es una película que le marcó. Sin embargo, a diferencia de Malick, Jeff Nichols es mucho más escritor que director. Procura no cambiar las cosas durante el rodaje, en el cual el guion es su mejor aliado: “Si tienes tu plan, síguelo”. En descripción de ambientes, el cineasta nacido en Arkansas cree que nadie lo ha hecho en el cine como Flannery O’Connor, Mark Twain o Raymond Carver lo han hecho en la literatura. Por eso sus películas buscan ese detalle hasta en los planos más ordinarios.
A sus 35 años, Jeff Nichols está trabajando en su cuarta película, la primera con una productora grande como Warner Bros.
Shotgun Stories (2007)
Un padre tuvo 2 matrimonios: 3 hijos en el primero y 4 en el segundo. Durante su primera etapa fue alcohólico y en la siguiente “un hombre de fe productivo para la comunidad”. Muere. Nunca lo conocemos. Pero sí vemos a sus descendientes enfrentados hasta la sangre por establecer la verdadera memoria de alguien que no dejó todos los cabos atados. ¿Cómo estar seguro de, al morir, no ser causante de una pelea entre tribus? El hijo mayor de su primer matrimonio, Son, al decir unas palabras durante el entierro del padre, detona el conflicto. Huye del lugar común de no-hay-muerto-malo y aclara lo que, para él, es de justicia. Tenemos a un Michael Shannon descuidado, que habla pausadamente, con su mirada asimétrica, improvisando, mordiéndose un costado del labio inferior, antes de escupir el ataúd:
Son Hayes: No puedo dejar enterrar a este hombre sin antes decir unas cuantas cosas. Están todos aquí porque piensan que era un buen hombre. Pero no lo era. Solo porque dejó de beber, pasó a ser cristiano, consiguió una vida nueva, comenzó una nueva familia. Pero eso no lo hace un hombre diferente. Este es el mismo hombre que nos abandonó. Nos dejó con una mujer odiosa que nos crió. Para él fue como si nunca hubiéramos nacido. Eso es lo que este hombre era. Y es por eso por lo que va a responder hoy.
La primera esposa de Hayes –el apellido de todos– enseñó a sus hijos a odiar a sus medios hermanos. El resultado está a la vista. La historia se centra en las vidas de esos 3 hijos solitarios, unidos, silenciosos.
La película inicia con unos planos amplios de plantaciones de algodón en flor y termina con su recolección, lo que inevitablemente nos hace pensar en un ciclo. El ciclo de las plantas, el ciclo de las familias. El personaje principal, Son, fue abandonado por su esposa quien se llevó al hijo de ambos. Su hermano menor, Kid, está pensando proponerle matrimonio a su novia, aunque “toda la vida sea demasiado tiempo para 2 personas”. Pero el consejo que recibe no es desesperanzador como tampoco lo es la decisión del segundo hermano Hayes, Boy, cuando era el único en pelea.
Jeff Nichols escribió y dirigió una primera película que no tuvo una exposición masiva: creó su público en pequeños festivales de ciudades como Austin, Newport, Seattle y Viena. La noticia se fue regando poco a poco hasta que el crítico Roger Ebert la catalogó como uno de los 10 mejores filmes del 2008. Aquí ya están varios elementos que son transversales en sus siguientes trabajos: profundidad de personajes, cuidada fotografía sureña, música compuesta o escogida por su hermano Ben, y tener a Shannon frente a las cámaras.
Take Shelter (2011)
Debe resultar fácil ser parte de un matrimonio feliz si tu esposa es Jessica Chastain. Es el caso de Curtis (un Michael Shannon demostrando todo su talento) quien está casado con Samantha y tienen un pequeña hija sorda, Hannah. Se trata de un trabajador de clase media, responsable, que se dedica a manejar máquinas de minería. Tiene buenos amigos. Tiene una buena vida. “Creo que es el mejor cumplido que se le puede hacer a un hombre. Mirar a su vida y decir: Está bien. Ese tipo hace las cosas bien”. Sin embargo, empieza a suceder un fenómeno que lo alterará primero internamente y, por más que se esfuerce al máximo en evitarlo, después cambiará por completo las cosas que le rodean. Empieza a tener visiones y sueños amenazantes: una gran tormenta está por venir. Es imprescindible construir un refugio por el cual vale la pena sacrificarlo todo.
Curtis: No es solo un sueño. Es un sentimiento. Tengo miedo porque algo va a pasar. Algo que no es bueno. No lo puedo describir, solo necesito que me creas.
El silencio en el que Curtis se sumerge es claustrofóbico. Sabe que algo pasa en su cabeza pero no se lo cuenta a su esposa aunque los síntomas sean evidentes. La incomunicación pasa a ser esa bacteria que enferma hasta las mejores relaciones humanas. “Tell me something!”, le dice Samantha a su esposo mientras lo abraza entre lágrimas. ¿Por qué no simplemente habla y buscan ayuda juntos? Sucede que la madre de Curtis lo tuvo que abandonar de pequeño para ser internada por esquizofrenia en un centro psiquiátrico. Y él se prometió a sí mismo nunca dejar a su familia. Otra vez, un ciclo familiar que hay que romper. La unidad con la que los 3 –padre, madre e hija– enfrentan el problema crea varias escenas que conmueven. Tenemos que descubrir si las alucinaciones de Curtis son reales o no.
No existe la clasificación drama-apocalíptico-psicológico que sería la adecuada para esta película que se llenó de elogios en festivales pequeños. En Cannes ganó el premio FIPRESCI (otorgado por la prensa cinematográfica) y el premio de la semana de la crítica, además del reconocimiento en numerosos festivales pequeños. Y, otra vez, Roger Ebert la consideró una de las mejores películas del año.
Mud (2012)
“I didn’t want to short-sell a big American epic idea”. Nichols había escrito el guion en 2008 pero no iba a empezar hasta conseguir los 10 millones de dólares que necesitaba el rodaje que tenía en la cabeza. Ha declarado públicamente la influencia de Mark Twain en su trabajo, así que no es casualidad que la historia se trate, principalmente, de la relación entre un adolescente que vive en las riberas del Río Misisipi –al igual que Tom Sawyer– con un prófugo. Pero la trama de la obra es lo técnico. De lo que realmente se trata la historia es de un adolescente que está en un punto crucial de su vida: el momento en el que cuestiona la existencia del amor. Y para responderse mira los ejemplos que tiene al alcance de su mano.
Ellis (Tye Sheridan) y su amigo Neckbone (Jacob Lofland), ambos adolescentes, ocupan su tiempo libre navegando por el Misisipi hasta que en una isla descubren un extraño bote. Ahí estaba Mud (Matthew McConaughey), quien huía de la ley por haber matado al amante de Juniper, mujer a quien él ama desde su infancia. Juniper (Reese Witherspoon) estaba en el pueblo más cercano esperando por algún plan de rescate, pero es vigilada por una mafia que quería vengar al asesinado. Ellis y Neckbone ayudan al fugitivo a reparar el bote y hacen de intermediarios entre él y la mujer que lo espera en el pueblo. “¿Por qué hacen esto? ¿Por qué nos ayudan?”, pregunta Juniper por teléfono a Ellis. “Porque se aman”, responde el adolescente, como si fuera lo más natural del mundo, algo que sucede todos los días.
Ellis es el centro de la historia. Sus padres están por divorciarse, lo que causará el embargo de su casa a la orilla del río y le tocará cambiar de vida. Se enamora de una chica varios años mayor a él que no lo toma en serio. Le cuentan la historia de su solitario vecino que perdió a su esposa en el parto de su primer hijo. Conoce a Mud, que dedica su vida a perseguir a Juniper, golpear a sus amantes y volver a huir con ella. Y conoce a Juniper, quien tiene una versión de Mud diferente a la que se ha construido Ellis. El protagonista es un adolescente que necesita algún referente de amor, pero cada lugar que pisa es más resbaloso que el anterior.
Padre: Las mujeres son difíciles. Te echan la culpa de las cosas. No confíes en el amor, Ellis. Si no tienes cuidado te dominará y te arruinará.
El trabajo de Tye Sheridan y de Jacob Lobland es excelente. Mientras el primero ya había trabajado con Terrence Malick en El árbol de la vida, el segundo fue hallado en un casting local, en Arkansas, porque se necesitaba alguien que pueda manejar un bote, una motocicleta, y tenga acento sureño. Por su parte, Matthew McConaughey fue rescatado de las comedias románticas para interpretar un papel específicamente pensado en él, con el cigarrillo entre los labios, pensando en una mujer que lo utiliza a la cual nunca dejará de amar y salvar. Incluso el recurrente Michael Shannon pasó a ocupar un segundo plano. Y a Reese Witherspoon, con “pájaros tatuados en sus manos”, le va bien el papel de mujer-problema. Tal vez mejor que fuera de rodaje.