Alfredo León: ‘En la película hay una mezcla de mito y realidad’
Mono con gallinas es una película ecuatoriana basada en hechos de la vida real. Narra la captura de un soldado ecuatoriano durante la guerra que libró el Ecuador contra Perú en 1941, y que finalizó con la firma del Protocolo de Río de Janeiro, el 29 de enero de 1942.
Pero además, durante el relato, se van entretejiendo varias historias que dan cuenta de otras realidades que se vivieron en ese acontecimiento oficial. Alfredo León León, director de la cinta, tomó la historia de su tío abuelo para crear un film de ficción.
¿Cómo surgió la idea de hacer esta película que mezcla ficción inspirada en la realidad?
De un sentimiento muy personal y real. La película se inspiró en la historia familiar de un tío abuelo mío, quien me permitió apropiarme de ella y escribir un relato de ficción, porque el filme es una ficción, aunque esté basada en hechos reales. En ese contexto nace la idea de contar esta historia que, a mi parecer, merecía ser narrada y debía llegar a un público amplio a través del cine.
La película se desarrolla en un contexto histórico importante para el país, como fue el conflicto entre Ecuador y Perú en 1941, ¿su intención fue utilizar este hecho como excusa para narrar una historia personal?
La idea nunca fue hacer una película sobre la guerra ni del conflicto entre Ecuador y Perú, más bien, fue el pretexto para contar otra versión de ese momento histórico que a todos nos enseñaron en la escuela. Al escuchar la versión de mi tío abuelo sobre ese hecho, noté que era una historia totalmente diferente, porque era el relato de las personas que estuvieron ahí adentro, de los que vivieron en carne propia el conflicto.
¿Qué considera que fue lo más importante que logró exponer en su film?
Nunca antes se había hablado de las condiciones en las que ellos estuvieron, de hecho, considero que hay muy poca información, o nunca se les dio voz para que cuenten su versión. Durante mi investigación pude hablar con algunos de los excombatientes de esa guerra que estaban vivos hasta hace algunos años atrás, que fue cuando empecé a escribir el guion de la película, y todos los soldados tenían un resentimiento hacia su país, porque los mandaron a morir y a sufrir, y los pocos que sobrevivieron, fue gracias a que los peruanos los “salvaron”, claro, luego de sobrevivir a los ataques armados. Me interesaba narrar el drama humano de esos jóvenes y lo difícil que debió haber sido para ellos ser un adolescente y crecer en esas condiciones.
Pero además de ese relato (e intención) que se evidencia en la película, hay una suerte de historias secundarias que van ganando peso en la narración, como la relación del personaje principal con una mujer peruana...
Sí, pero aún me choca cuando la gente dice que es una historia de amor, porque si ven bien la película, en realidad no pasa nada, pues está contada de una forma muy sutil, lo que la convierte en una historia de amor que no es. Como todo en la película, hay una mezcla de mito y realidad porque no tengo la certeza de que eso le haya sucedido a mi tío abuelo, pero existe una especie de mito familiar en el que en algún momento mencionó a una chica que le ayudó. El mito es que él estuvo preso en Iquitos y, la hija del Intendente de ahí, le ayudó a mantenerse en el hospital más tiempo del que debió para no estar en los calabozos, y fue eso lo que desató la ficción de esta historia de amor con Dolores, que es uno de los personajes centrales de la historia.
¿Cómo fue el proceso de selección de los actores, especialmente de los peruanos?
Con los actores peruanos, por ejemplo, no tenía la posibilidad de hacer un casting allá, porque eso demandaba mucho tiempo. Entonces, empecé a ver cine peruano y películas que no se habían estrenado en el país, y fue así que reconocí algunos rostros de actores que habían trabajado ya en producciones extranjeras o que son bastante conocidas dentro del Perú, y comencé a sacar una selección de los posibles actores y, entre ellos, estaba Melania Urbina, Bruno Odar y otros más. Gracias a una productora peruana pude encontrarme y conversar con ellos en Perú y de esta manera los escogí.
Con los ecuatorianos fue distinto, porque el elenco nacional es una mezcla entre actores con experiencia y un montón de jóvenes “novatos”. Pero también hubo actores con los que ya sabía que quería trabajar y, mientras escribía el guion, lo hacía pensando en ellos. Los otros actores salieron de un casting masivo que se hizo públicamente. El caso de René Pastor, el actor principal, fue distinto porque no fue al casting, sino que me fue referido por por Anahí Hoeneisen, colega nuestra.
En cuanto a la fotografía, ¿cómo se seleccionaron los escenarios para rodar la película?
La película fue escrita y pensada para que la mayor parte de la historia suceda en la selva, lo que nos generó algunas complicaciones. Entonces, tuvimos que buscar un espacio adecuado con esas condiciones en el que se pudiese grabar. La respuesta a estas complicaciones nos la dieron las Fuerzas Armadas, y trabajamos en la base militar de Shell Mera, donde tuvimos acceso a parte de la selva controlada y, sobre todo, con el invalorable apoyo de los soldados Ibias, que se convirtieron en los asistentes de escenografía, hicieron de extras e incluso nos ayudaron a construir parte de los escenarios que necesitábamos para la filmación.
¿Y en cuanto al financiamiento?
Eso fue lo más largo, porque nos tomó alrededor de cinco años desarrollar este proyecto debido al financiamiento que necesitábamos. Lo difícil en Ecuador no es hacer cine, sino conseguir financiamiento para hacerlo. La película como tal se filmó en seis semanas, el guion se escribió en poco más de un año al igual que la producción. Los otros tres años fueron para buscar financiamiento.
¿Cuál es su influencia en cuanto a directores y estilos de hacer cine?
Al formarme en una escuela de cine tuve acceso a diferentes estilos, directores y miradas sobre este oficio, y eso fue bueno porque te conviertes en un espectador crítico. Tengo mis directores preferidos, con quienes me identifico plenamente. Por ejemplo, me gusta mucho el cine que hace Martín Scorsese o Alfred Hitchcock, como alguien que domina la técnica de contar historias. Me he dejado influenciar un poco por el trabajo de cada uno de los directores que he conocido y así encontré mi propia manera de contar historias.
¿Qué proyectos tiene planeado hacer?
Hay varios guiones a medias que estoy desarrollando, pero junto con la productora Dominio Digital, tenemos un proyecto en marcha que recibió un primer fondo. La siguiente cinta se llamará Sumergible, que es un drama más contemporáneo, totalmente distinto a Mono con gallinas, y es una producción que pretendemos que tenga dos particularidades: que sea una cinta más internacional a nivel de elenco y a nivel de historia, y que sea una producción algo más sencilla en términos de la cantidad de locaciones, actores y recursos económicos.
→Nos tomó alrededor de cinco años desarrollar este proyecto debido al financiamiento que necesitábamos. Lo difícil en Ecuador no es hacer cine, sino conseguir financiamiento para hacerlo. La película como tal se filmó en seis semanas, el guion se escribió en poco más de un año al igual que la producción. Los otros tres años fueron para buscar financiamiento.