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A veces es mayor el temor a ‘Mamá’ que el temor a Dios

A veces es  mayor el temor a ‘Mamá’ que el temor a Dios
07 de abril de 2013 - 00:00

En los tiempos modernos gracias a los efectos especiales y el CGI poco es necesario para crear filmes que aterren a los espectadores y les hagan desparramar su canguil por todas partes, sin embargo esos elementos en la ópera prima del argentino Andrés Muschietti, titulada Mamá, son secundarios a la capacidad del cineasta de crear un cine de terror puro y duro, pero sobre todo con una explosiva carga dramática y una generosa pizca de suspense. No es necesario ponerse a ponderar en la aculturación y el sincretismo del mundo actual para darse cuenta que el cine fantástico aún tiene poco espacio en Latinoamérica, Iberoamérica e Hispanoamérica, ya que el fuerte de los creativos de estos lares son o el cortometraje o los documentales, rara vez la ciencia ficción, el horror, el terror, filmes de suspenso o los ahora mega famosos thrillers psicológicos. Sin embargo, el mexicano Guillermo del Toro que exitosamente ha logrado el crossover a la industria mundial del cine, pasando tanto por España como por Hollywood, descubrió un pequeño, pero bien trabajado corto llamado Mamá (2008) de los hermanos Andrés y Bárbara Muschietti, y decidió apoyarlos como productor para que la historia se convirtiese en el filme de habla inglesa Mama (2013), protagonizado por Jessica Chastain.

Y es que del Toro, al igual que sus amigos Alfonso y Carlos Cuarón y Alejandro González Iñárritu, no puede dejar pasar la oportunidad para que otro cineasta hispanoamericano tenga a la mano el tan ansiado “crossover” y se dé a conocer por todo el globo con sus filmes. Lo hizo con El orfanato y Rabia, a la par que él ya había logrado su estrellato internacional con Blade 2, Hellboy y El laberinto del fauno. Ahora como un mero productor ejecutivo está dándole todo su apoyo a Mamá, el primer largometraje de Andy (es el mismo Andrés, pero parece que firmar así le ayudará más a calar en el mercado del cine anglosajón) Muschietti para que se conozca por el mundo. Ya tuvo su temporada en el primer lugar de la taquilla de Estados Unidos y ganó la edición 33 del festival de cine portugués Fantasporto, certamen de género fantástico y de terror en el que anteriormente había participado el corto Mamá de Muschietti. La protagonista, Jessica Chastain, nominada al Óscar este año por Zero dark thirty, agrandó el palmarés del largometraje al recibir el premio a la mejor actriz en dicho festival, pero ¿qué hace tan especial a dicho filme?

Es cierto, visualmente, fuera de ciertos encuadres, composiciones, fotogramas y planos, con carga exponencial de efectos visuales y especiales, Mamá no se diferencia en nada de cualquier otro filme de terror de los que se ven hoy en día en las multisalas. Sin embargo, son la actuación de la niña Isabelle Nélisse como Lilly, la atmósfera, la iluminación, el diseño de producción, la dirección de arte, el tratamiento y la desgarradora escena final en que el espectro sobre protector y cegado por un amor ágape logra su propósito, los elementos que redimen a esta coproducción española-canadiense de ser una película de terror del montón.

El guion de Muschietti es bueno, pero no excepcional y por ello los últimos 30 minutos del metraje sufren y la historia no alcanza un clímax satisfactorio para los conocedores de los filmes de terror y horror. La voz del espectro facilitada por la actriz Jane Moffat, que también interpreta a la tía Jane Podolski, acompañada de la caracterización física del mismo ser a cargo de Javier Botet permite que la ópera prima de Muschietti no se acueste cómodamente sobre su espalda y se ahogue en su propio vómito.

Además, Jessica Chastain no hace un mal papel como Annabel, la protagonista femenina adulta, pero su rol es considerablemente menor a los de los demás personajes.

En cuanto a la historia, las niñas Victoria y Lilly son tratadas por el Dr. Dreyfuss, luego de una vida aparentemente aislada en una cabaña en el bosque durante 5 años y después de que su padre Jeffrey las sacara de casa y fuera asesinado en la misma cabaña por el espectro Mama, a la par que su hermano Lucas buscara a las infantes durante los mismos 5 años y al recuperarlas deba pelear su custodia con la tía Jane, emparentada con las niñas por el lado de su madre, a quien el espectador nunca conoce en pantalla. Todo gira alrededor de las pequeñas por quienes Mama no se detendrá ante nada para protegerlas y tenerlas siempre a su lado, como ha hecho durante los últimos 5 años que pasaron en la cabaña del bosque. Para el espectro, las niñas son todo y el mayor objeto de su afecto, así que no permitirá que nadie las aparte de su ala protectora, y ya que Lilly era muy pequeña cuando llegó a su tutela, esta niña nunca dejará de amarla como si se tratase de su verdadera madre.

Chastain en la piel de Annabel lo deja muy claro cuando Lilly llega a la casa que el Dr. Dreyfuss les ha facilitado a ella y a Lucas para cuidar de las niñas y seguir observando su caso, ella no es la madre sino Annabel y pueden llamarla así o Annie o como las infantes quieran, todo esto ante el hecho de que Lilly la llama Mamá.

La historia de Annabel también es interesante. Su vida es tocar en una banda de rock. Es extremadamente cercana a su pareja Lucas y lo apoya en todo, sin embargo, en su primera escena, aparece realizándose una prueba casera de embarazo y agradeciendo a Dios por el resultado negativo de la misma. Annabel es una muestra de que en el cine latinoamericano, y de hecho en el cine mundial, no puede haber historia de terror sin un elemento vinculado a la música y la cultura del rock.

Es extraño que filmes como Mamá no se puedan rodar enteramente en y para Latinoamérica, sino que se produzcan para ser la llave de acceso de los cineastas de la región al mercado mundial del cine. Ejemplos no faltan. En Ecuador basta solo mencionar Impulso de Mateo Herrera, que aunque fue muy reprobada por el público nacional, se ganó a la crítica y a los jurados de un importante festival de cine latinoamericano en Francia, y además obtuvo la aceptación de la comunidad de cineastas independientes en Argentina.

Si Herrera supo capitalizar tanto sus estudios universitarios de cine, su experiencia de editor, guionista y director de cortometrajes y largometrajes de amigos, como su oficio de músico para lograr un filme de terror psicológico como los que “molan” en Europa y en los circuitos del cine independiente latinoamericano, no era posible esperar menos del argentino Andrés Muschietti.

En una ópera prima nunca se podrá captar todo el potencial de un director-guionista, pero sí medir si es un buen principio o un primer gran paso sobre arenas movedizas. A Muschietti habría que verlo trabajar en otros géneros cinematográficos, sin embargo la labor que ha logrado con las actrices infantiles en Mamá es un fuerte indicativo de que puede manejar lo épico, el melodrama, el drama, el horror, la ciencia ficción, la fantasía y el thriller. Algo limitado aún, pero los buenos directores, como el buen vino, se desarrollan a lo largo de los años y de su obra.

Siempre habrá esa fatal, pero necesaria, dicotomía entre cine de terror y cine de horror. El primero es el que causa temor, angustia, extrema preocupación y nerviosismo por el destino de determinados personajes a través de un ataque al plano psicológico, jugando con elementos como la música, la iluminación, el total de la banda sonora, la edición y sobre todo el guion. Horror, de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, implica atrocidad, monstruosidad y enormidad, y en lo cinematográfico, se aplica a una serie de producciones que buscan generar aversión profunda hacia alguien o algo, además de un sentimiento intenso causado por exposición a algo terrible y espantoso. Allí entra una parte del cine B, del grindhouse, de los slashers y de otras películas en las que se revolotea alrededor de un asesino como protagonista ayudado por la fotografía, los efectos visuales y especiales, el vestuario, el maquillaje, el storyboard, el decorado de sets, la dirección de arte y el diseño de producción.

Mamá mezcla algo de los dos tipos, pero al final del metraje prevalecen características que lo encasillan en el género del terror, al igual que el cortometraje en el que se basa. En Hispanoamérica cuando se trabaja con fantasía o ciencia ficción lo que se busca es el terror, pensando por supuesto, en casos como El espinazo del diablo de del Toro y Abre los ojos y The others de Alejandro Amenábar.

Con el respaldo de del Toro, ávido creador y consumidor historias mágicas y fantásticas con monstruos y seres sobrenaturales por doquier, el realizador argentino logró transformar un cortísimo y limpio cortometraje de terror en un filme que tal vez no asusta tanto, pero deja una buena impresión en el espectador.

Es cierto, Mamá es un producto para el mercado anglosajón y la presencia de Chastain ayuda a su mejor distribución y venta, pero también el filme tiene su mérito porque logra que la carga dramática, la truculencia narrativa y la inherente carga semiótica de un título y la historia a la que acompaña sean las responsables de conmocionar al espectador y de abrirle las puertas al creativo hispanoamericano.

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