71 y nada más que 71
Park Mu Rang es uno de los más despiadados comandantes del ejército comunista de Corea del Norte, curtido en la batalla, nada tolerante con el agregado político del Partido Comunista que ha sido puesto en su batallón, pero aun así dispuesto a ser misericordioso con los soldados-estudiantes de Corea del Sur que están defendiendo a la escuela Secundaria de Niñas de Pohang-dong —punto estratégico para la protección del río Nakdong— de un ataque superiormente numérico de fuerzas de Corea del Norte. Según lo dice en un momento el filme surcoreano 71: Into the Fire, Park Mu Rang recibió órdenes directas del máximo líder de Corea del Norte y a la vez le prometió tomar Pohang-Dong antes de una fecha determinada, y por ello hace caso omiso de cualquier recomendación que le hace el agregado del Partido Comunista incrustado en su batallón. Sin embargo, el sanguinario soldado, leal al Partido según parece, no cuenta con que al salir para combatir en el río Nakdong, en agosto de 1950 y en conjunción con tropas aliadas estadounidenses, el capitán del ejército surcoreano Kang Suk Dae dejará a cargo de proteger esa misma ciudad a un batallón de 71 soldados-estudiantes, liderados por el joven y aguerrido Oh Jung Bum.
Precisamente, la película estrenada el 16 de junio de 2010, fue realizada en conmemoración de aquellos que lucharon durante la Guerra de Corea, para dar a conocer la existencia e importancia de los estudiantes-soldados durante ese periodo. En 120 minutos golpea y lo hace fuerte. Nada queda suelto, las actuaciones del cuarteto de protagonistas masculinos, Cha Seung Won (Park Mu Rang), Kwon Sang Woo (Ku Kap Jo), T.O.P (Oh Jung Bum) y Kim Seung Woo (Kang Suk Dae), que son convincentes en sus retratos de hombres de combate comprometidos con un ideal y siempre con la defensa de su respectiva nación en mente. Nada es gratuito en la dirección de arte y el diseño de producción de 71: Into the Fire, ya que cado cuadro está cargado de una dimensión épica que solo películas de guerra de alta calidad como Full Metal Jacket” de Stanley Kubrick, pero como es algo tradicional en el cine surcoreano de primera la acción con balas y sangre es algo exagerada visualmente, no al nivel de Tarantino o Robert Rodríguez, pero sí como para ponerlo a uno a pensar si tanto sangra una persona. Los uniformes de los soldados norcoreanos denotan una solemnidad y un poderío imponente que ratifica su logística militar y su superioridad estratégica debido a la cantidad de combatientes que mueve para cada ataque.
Oh Jung Bum es el soldado-estudiante más experimentado y solo por ello, ya que tuvo que soportar el dolor de ver a un compañero del ejército surcoreano morir en batalla, el Capitán Kang Suk Dae pone toda su confianza en él para liderar a los ahora famosos 71. Sin embargo, su liderazgo y autoridad serán puestas a prueba por el enérgico mozalbete Ku Kap Jo, un vándalo, bribón, huérfano y delincuente que nunca ha ido a la escuela y guarda un fuerte rencor porque sus padres fueron asesinados por los comunistas. Al parecer él y sus dos compañeros de travesuras son dejados al cuidado del Capitán Kang Suk Dae porque o los dejaban combatir comunistas como ellos pedían o pasaban un buen tiempo en la cárcel. Es precisamente un cigarrillo que Ku Kap Jo fuma durante una expedición de reconocimiento y que Oh Jung Bum le quita de la boca mientras le advierte por qué no debe fumar, el que atrae al batallón norcoreano ya establecido, en camuflaje, por los alrededores de la escuela Secundaria de Niñas de Pohang-dong, y causa la muerte de uno de sus dos compañeros huérfanos y bribones. La rivalidad entre los dos aparentes líderes del batallón de soldados-estudiantes terminará cuando desde el techo de la escuela secundaria para niñas traten de mantener a raya al enemigo y deban enfrentar cara a cara al comandante Park Mu Rang. En un emotivo momento, bastante fuera de contexto para un drama bélico, ambos jóvenes reconocerán sus fortalezas y se verán el uno al otro como un ideal de la persona que cada uno pudo ser y no es, pero que aun así respetan.
“No tuve suficientes recursos para satisfacer mi visión. No fui capaz de apegarme a mis storyboards y tuve que inventar un montón de cosas mientras avanzaba el rodaje”.La cadencia del largometraje es pesada, se arrastra más de lo debido en ocasiones, pero el recurso de las cartas que Oh Jung Bum envía a su madre para contarle lo que pasa a su madre, muy similar a lo que hace el personaje de Charlie Sheen en Platoon de Oliver Stone, aligera el peso de una historia que ya de por sí es densa por ser una recreación de la realidad de una guerra que poco se conoce en occidente. La Guerra de Corea representa una de las más fuertes derrotas que ha sufrido EE.UU. en su política internacional; sin embargo, en 71: Into the Fire apenas si se menciona la intervención de este país norteamericano en la guerra. Las estrellas son los soldados-estudiantes y quienes los retratan salen airosos en sus interpretaciones ante la cámara de cine. Un personaje llamativo es el joven genio en matemáticas que se desempeña como el operador de radio del batallón de los 71.
Hay algo de alivio cómico en el trío de huérfanos delincuentes que se une al grupo de soldados-estudiantes que por su natural rebeldía se resiste a acatar las órdenes de Oh Jung Bum y en un juego con una granada queman el almacén donde están los alimentos del regimiento. Para demostrar su fuerza y valentía Ku Kap Jo dice que él y sus compañeros conseguirán más comida para el batallón, pero nunca hay tiempo ya que en seguida aparecen los enemigos y la batalla no da pausa para pensar en el acomodo personal. Uno de los momentos más crudos y duros del filme es cuando el hermano mayor debe darle el tiro de gracia a su hermano menor moribundo, luego de que en algún momento hicieran de vigías y el mayor recriminara a su consanguíneo por haberlo acompañado a esta aventura bélica en lugar de permanecer en casa con el resto de la familia. Nada al azar todo es para buscar reacciones del espectador que no sabe si catalogar el filme surcoreano como de política, drama bélico, película histórica o biopic.
La guerra no es digerible, ni siquiera en cine. Todos los efectos especiales, que afortunadamente en esta producción son mínimos para privilegiar más los efectos visuales y mecánicos que potencien las buenas actuaciones, sobre todo de los actores jóvenes, no pueden hacer más fácil de tolerar el mayor agente de cambio social. Pero, fuera de los ámbitos sociológico y antropológico, sería mejor concentrarse en lo que puede enseñar la guerra, la determinación del hombre no se consume hasta que no logre la gloria de una tarea bien hecha y se sienta orgulloso de defender lo que le pertenece y a la vez lo define, la madre patria. El nacionalismo de norcoreanos y surcoreanos fue al parecer el real motor de la Guerra de Corea y el combustible de la batalla que se retrata en detalle en 71: Into the Fire.
Para películas de guerra más amigables con el espectador están We were soldiers, The Thin Red Line y A Bridge Too Far. 71: Into the Fire está más en la línea de Paths of Glory, Apocalypse Now y Amen. No hay resquicio para ocultarse del mensaje desolador de la frialdad del heroísmo al terminar una guerra.