Durante un operativo de la Unidad Antinarcóticos realizado  en el sector de San Roque centro de Quito, se detuvo a  cuatro menores de edad expendiendo droga.

Los niños, menores de 12 años, tenían en su poder 176 fundas de marihuana y 435 fundas de cocaína; además se comprobó su reincidencia por el mismo delito.

El teniente coronel Fernando Correa, jefe de Antinarcóticos, indicó que lugares como La Ofelia, San Roque, La Tola, Cotocollao, La Carolina, Carcelén y San Carlos, son espacios en donde los niños distribuyen el alcaloide, y resaltó que en la mayoría de los casos, los menores son utilizados para la venta de droga por padres de familia o redes que se dedican al tráfico de sustancias ilícitas.

María Fernanda Guerrero, técnica del Consejo de la Niñez y Adolescencia, explica que en estos casos existen dos procedimientos, dependiendo de la edad de los menores. Si el niño tiene 12 años o menos, la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen), únicamente puede ubicar a los responsables de los menores para que acudan a retirarlos, pues según el Código de la  Niñez y Adolescencia, no son considerados responsables de sus actos. Cosa que es aprovechada por padres y pandillas, pues debido a la edad son puestos en libertad y rápidamente regresan a las calles.

El segundo proceso se da cuando los menores tienen más de doce años. En estos casos, en presencia de un juez se realiza una audiencia, para determinar, dependiendo de la cantidad de droga, si el menor debe ingresar o no a un Centro de Adolescentes Infractores (CAI) y cumplir un determinado tiempo.

Será el juez quien determine si el menor es puesto en un centro o si debe cumplir alguna actividad comunitaria. Por su parte el Consejo Nacional de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas establece que después del alcohol, la segunda sustancia más usada por los menores de edad es la marihuana, pues 6 de cada 10 la han usado alguna vez en la vida, y aproximadamente 5 de cada 10 la han usado durante el último año. En el informe se señala que el uso de la droga en menores  cubre actos de su vida que se dan en medio de la precariedad y la dureza. Por otra parte, poco más del 90% ha mantenido el uso desde la primera vez que la probó. Debido al precio, los menores consumen inhalantes, pegamentos y base.

De los menores que permanecen en los CAI, 29 de ellos aseguran haber cometido algún tipo de infracción con el fin de obtener droga, mientras que 51 de ellos han cometido el delito o infracción bajo los efectos de la droga. En el mismo informe se señala que  un 28,1% de adolescentes mujeres han sido detenidas por tráfico de drogas. 

Para la socióloga Gabriela Guevara, una adecuada concepción de la niñez está ligada a verlos como ejes de una sociedad en donde  se cimentarán distintos marcos de concepciones   y valoración, en un proceso de educación.

Pero, ¿qué pasa cuando estos  son utilizados para la entrega de drogas en las calles? Sin duda, evidencia el triunfo de una  cosmovisión individualista, inequitativa, una mirada competitiva frente a la vida misma, donde poco importa a quién se usa, a quién se lastima, a quién se destruye, naturalizando la esclavitud y la violencia en todas sus dimensiones.

La sociedad que clama por  seguridad, por mejoras en las condiciones de vida, tiene como corresponsabilidad con los gobiernos, arrancar a los y las niñas de las calles que no las eligieron  como su hogar, finaliza Guevara.