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Ecuador, 05 de Noviembre de 2024
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El Telégrafo
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En San Lorenzo recuerdan con cariño a Mosquera

En casa de su suegra se levantó la capilla de honor del suboficial de Marina Luis Alfredo Mosquera Borja. El sepelio será hoy en San Lorenzo.
En casa de su suegra se levantó la capilla de honor del suboficial de Marina Luis Alfredo Mosquera Borja. El sepelio será hoy en San Lorenzo.
Foto: John Guevara / El Telégrafo
22 de marzo de 2018 - 00:00 - Redacción Actualidad

Luis Mosquera era un hombre de amplia sonrisa y de un fuerte apretón de mano. Así lo recuerdan sus familiares y amigos que cerraron la calle río Nadadero, del centro de San Lorenzo, para despedirlo.

Él dedicó su vida a la Marina y le faltaban cuatro años para retirarse con el rango de suboficial segundo, luego de permanecer 26 años en la Fuerza Naval. El martes último la detonación de una bomba casera escondida en la parroquia de Mataje le arrancó la vida.   

Su hermana Glenda se enteró de la trágica noticia y viajó desde Guayaquil para acompañar a sus seis sobrinos, familiares  y amigos.

Ella asegura que Luis deseaba, desde joven, ser parte de las Fuerzas Armadas, especialmente de la Marina, lo que le llevó a afincarse permanentemente en San Lorenzo, Esmeraldas.

El mapa de los ríos y manglares que separan a Colombia de Ecuador lo tenía dibujado en su mente; era normal que Mosquera condujera las lanchas en los patrullajes en ese sector. Ahí se ganó el cariño de la gente que vive en los poblados a orillas de los afluentes, según Fabiola Pérez, integrante de las cooperativas de pescadores artesanales.

Su muerte ocurrió lejos del agua, cuando realizaba un control en la carretera que une San Lorenzo con Mataje. En ese operativo, los infantes de Marina hallaron un recipiente colocado al lado de la vía y cuando se acercaron el explosivo detonó.

Mosquera anhelaba ver a sus hijas graduarse como enfermeras. Génesis fue a estudiar a Guayaquil para ser una profesional, como le había prometido a su padre.

Sus compañeros de la Armada lo acompañaron en su sepelio. Una guardia de honor flanqueaba la puerta de ingreso a la casa de su suegra, donde se cumplió con las exequias. Tres marinos protegían su ataúd, cubierto con el tricolor ecuatoriano y la gorra de gala de la Marina. Era muy conocido por su vida militar y como árbitro de los campeonatos barriales de fútbol. (I)

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