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Canes son agentes antinarcóticos

Canes son agentes antinarcóticos
19 de agosto de 2013 - 00:00

Chéster, un golden retriever de 2 años y medio, sigue entusiasmado por la pelota de tenis que le lanza su guía como premio por su trabajo, ya que segundos antes, en procura de buscarla a lo largo de filas de equipaje, el can logró detectar cocaína.

Su guía le habla y lo palmea en el costado en señal de agradecimiento. El vínculo afectivo entre ambos es evidente y mucho más al trabajar juntos en los puntos donde redes delictivas intentan ingresar drogas, papel moneda para hacer billetes falsos, y otros materiales de contrabando.

A los perros les ponen nombres cortos, de máximo 2 sílabas, y no iguales a los de las  personas...Chéster, junto con otros 31 perros, forma parte de la Unidad Antinarcóticos que se encarga de los controles en el aeropuerto José Joaquín de Olmedo de Guayaquil. En los puertos marítimos de Contecon, Terminal Portuario de Guayaquil, Fertisa y Bananapuerto prestan sus servicios otros 35 canes adiestrados.

Franklin Yacelga, jefe de la Unidad Antinarcóticos en el aeropuerto, explica que los canes son entrenados por un período de 6 meses en la detección de olores de materiales ilegales, en Quito, donde funciona el Centro Regional de Adiestramiento Canino (CRAC), y luego son distribuidos a las diferentes unidades que hay en las terminales aéreas, portuarias y puntos de frontera.

Además, se los adiestra para ser apoyo del grupo antimotines en el control del orden público (exteriores de estadios y eventos masivos), en actividades de acercamiento a la comunidad, para el rescate de personas, y en la  búsqueda de restos humanos.

Se les enseña jugando

En lo concerniente al control antidrogas, Yacelga explica que los instructores del CRAC les enseñan comandos a los canes para que los guías puedan dar órdenes,  es decir,  los activan para detectar los olores, no las sustancias, y al encontrar algo anómalo  avisan a sus guías y ellos los premian con un juego.

En ese sentido, detalla que a los canes se los entrena en base a un proceso que se denomina introducción de olores, y que inicia con la  selección del tipo de perro.

La prueba de selección, señala el oficial, consiste en evaluar el carácter y temperamento del perro y ciertas características que busca la unidad, y cuando se lo selecciona, entra a un proceso de adiestramiento en el que los instructores  asocian el olor que se quiere, introduciéndolo a través del juego con el perro.

Instantes en que “Chéster” realiza una revisión a los equipajes de los pasajeros de un vuelo que tiene como destino los Estados Unidos. Foto: Carina Acosta/El Telégrafo

“Si al perro le gusta jugar con una pelota le ingresamos el olor dentro de esa pelota, a través de un seudoquímico que tiene un olor similar al alcaloide, pero no causa los mismos efectos, puesto que es inofensivo, por lo que el perro al estar constantemente jugando con esa pelota, va asociando el olor de ésta para que le sea característico. En un proceso de revisión rutinario, ya sea en  el túnel de equipaje (aeropuertos) o en las zonas de carga (puertos) simulamos que lanzamos la pelota y el perro, ya una vez que ha tenido asociado el olor, empieza a buscarla hasta lograr el objetivo”, relata.

El adiestramiento se lo perfecciona en el llamado “cuarto de olores”, donde el olor característico es mezclado con otros, puesto que la droga muchas veces está camuflada en un sinnúmero de sustancias como café, azúcar, leche en polvo, polvo de hornear, bicarbonato, harina, talco, cenizas de cigarrillo, o impregnada en las fibras de las prendas de vestir, en perfumes o cremas.

En el entrenamiento, los instructores canalizan las señales de alerta e indicación que hacen los canes cuando detectan alcaloide. Las alertas que dan a sus guías dependen de la personalidad del perro: los de carácter activo  ladran o raspan el bulto o equipaje; y los pasivos tienden a sentarse o se acuestan cuando detectan el olor para el cual fueron entrenados. Los guías por quienes fueron también capacitados interpretan esa reacción.

En lo relacionado a la detección de explosivos, los perros entrenados para ese propósito, y que pertenecen al Grupo de Intervención y Rescate (GIR), dan la señal de alerta alejándose unos 3 metros del lugar y se sientan o ladran.

 “Vida útil” de estos agentes

Pero ¿qué nivel de efectividad hay en la detección de droga por medio del olfato de un perro? Para los oficiales es 100 por ciento, puesto que el perro no falla cuando ha sido debidamente entrenado.

La raza del can no es importante, asegura Vladimir León, jefe de la Unidad Antinarcóticos del Guayas, aunque destaca que  a nivel mundial la  más utilizada es el pastor belga o pastor malinois.

Una vez que los canes ingresan a la Unidad son esterilizados con el fin de evitar que  se puedan reproducir...Lo importante son las características que tenga el perro, señala, y entre las cualidades que se toman en cuenta está el carácter y temperamento, puesto que para que el perro pueda desenvolverse entre las personas necesita tener un carácter estable y no ser agresivo.

El oficial hace énfasis en esta cualidad porque hay perros que en la casa han recibido mucho maltrato, y eso puede generar que sea tímido, y que por defenderse ataque a las personas, no con la intención de agredir sino de defenderse. “Es importante que antes de adoptar o comprar un perro las personas se instruyan en qué tipo de perro van a tener y prepararse para cuidarlo”.

Al referirse a este punto, Yacelga manifiesta que la idea de la campaña de convocatoria a la ciudadanía para que donen sus perros no es la necesidad que tiene el CRAC de contar con más perros, sino más bien de hacer conciencia en las personas en el respeto hacia el animal como parte de la naturaleza de la que somos parte todos, y en lugar de abandonarlo  acudan a unidad policial para ver si el perro puede pasar la prueba de selección e ingresarlo a las filas policiales, puesto que una vez que entra a la institución, el can pasa a ser miembro de la Policía y tener un presupuesto con el cual puede ser alimentado, cuidado y atendido médicamente.

Sin embargo, la edad sí es importante para la inclusión de un perro en la unidad, porque cuando pasa a pertenecer a la Policía, al perro se le considera una vida útil de hasta 8 años de edad. De ahí lo recomendable, señala Yacelga, es recibir a canes de entre 8 meses a 2 años, porque si a un perro se lo adopta pasado ese límite de edad, por ejemplo de 4 años, mientras tarda el proceso de entrenamiento y el de inclusión, que toma casi un año, no es rentable ni conveniente para la Policía.

“Lo ideal es que tenga una vida útil de 6 años trabajando en la unidad, y una vez que llegan a esa edad se procede a iniciar el proceso de baja de la institución que dura de 6 meses a 1 año”, explica.

Cuando se llega a esta fase, es decir, cuando el perro cumple su vida útil, la Policía baraja 3 opciones: que los guías los soliciten para cuidarlos en sus casas, que personas particulares los adopten y en última instancia, sacrificarlos porque no hay ninguna persona que se pueda hacer cargo de ellos.

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