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Óscar Figueroa, el campeón olímpico que venció a la guerra

Óscar Figueroa lloró en el momento que ganó la medalla de oro en la categoría 62 kilogramos de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Es la primera presea dorada para Colombia en este certamen internacional.
Óscar Figueroa lloró en el momento que ganó la medalla de oro en la categoría 62 kilogramos de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Es la primera presea dorada para Colombia en este certamen internacional.
Foto: AFP
10 de agosto de 2016 - 00:00 - AFP

Óscar Figueroa, el pesista que se convirtió en el primer hombre de Colombia en ganar un oro en unos Juegos Olímpicos, probó con su gesta que es posible ganarle a la guerra que marcó su vida.   

Figueroa, de 33 años, obtuvo la presea dorada en halterofilia en la categoría de 62 kilos, uniendo así su nombre al de la también pesista María Isabel Urrutia (Sídney 2000) y la bicicrosista Mariana Pajón (Londres 2012), ganadoras hasta ahora de las únicas medallas olímpicas doradas para Colombia. Por ahora, este oro es el primero del país sudamericano en Río.  

Nacido en el municipio de Zaragoza (Antioquia, noroeste), una zona marcada por el conflicto armado que ha azotado por más de medio siglo a su país, Figueroa es uno de los 6,9 millones de desplazados forzados por la violencia.

Tenía 9 años cuando su familia dejó su pueblo en el Bajo Cauca por los enfrentamientos entre guerrilla y paramilitares. “Nos marcó en su momento, pero eso ya quedó en el pasado”, dijo en abril el pesista, que consiguió el único récord olímpico para Colombia en Londres 2012, al registrar en envión 177 kilogramos en la categoría de 62 kilos.

Los problemas derivados por la guerra interna lo llevaron a vivir a Cartago (Valle del Cauca, oeste), donde Figueroa se inició a los 11 años en la halterofilia, gracias a la visión de Damaris Delgado, la mujer que descubrió su talento. “Siempre tuvimos la esperanza de que podía apostarle al oro olímpico”, dijo emocionado su amigo Ariel Salazar, que lo acompañó en su entrenamiento y sabe bien del reto adicional que supuso esta coronación en el podio para la salud del atleta.

Figueroa recibió el pasado enero un implante de dos vértebras, tras una escoliosis, durante una operación que le generó molestias y lesiones, y que puso en duda su desempeño en Brasil. Por ello, en sus primeras palabras como medallista olímpico, dedicó el triunfo a su doctor Jorge Felipe Ramírez.

Su madre, Hermelinda Mosquera, no podía ocultar el goce. “Es una alegría inmensa. ¡Gracias a mi Óscar, gracias!”, declaró a la televisión colombiana, tras contar que viajó a Brasil sin que su hijo supiera para evitar desconcentrarlo.

En su lucha personal por salir adelante en uno de los deportes que más éxitos le ha brindado a Colombia, Figueroa ya obtuvo la medalla de plata en los Juegos de Londres.
Al regresar al país tras la competición, el pesista prendió las alarmas de los encargados del protocolo en la presidencial Casa de Nariño, donde se había organizado un acto de gala para destacar el desempeño de los deportistas. En la Plaza de Armas, donde el presidente Juan Manuel Santos entregaba carros último modelo a los medallistas olímpicos, Figueroa subió sorpresivamente al atril presidencial y demandó más apoyo para los deportistas.  

Entre sus exigencias estuvo la actualización de una ley “que se ajustara mejor a la realidad de los deportistas”. “La gloria olímpica sin educación para la vida no sirve de nada”, afirmó entonces, ante los ojos atónitos de las autoridades, que intentaron manejar sin éxito la situación. (I)

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