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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Un súper Messi rompe el maleficio del Barcelona

Más de cien días después de arrebatarle cualquier opción de conquistar el título de Liga al Real Madrid y de sacarlo de la final de la Champions, el Barcelona alargó su hegemonía en el fútbol español al vencer al equipo blanco (3-2) y lograr así su décima Supercopa de España, la tercera consecutiva.

Leo Messi fue de nuevo genio y figura, y en partidos como el de ayer demuestra por qué va camino de convertirse en el mejor futbolista de la historia. Si en la ida el técnico madridista José Mourinho sacó el mismo once que cayó 5-0 en el Camp Nou la pasada temporada, ayer fue Guardiola quien apostó por el equipo campeón de Europa ante el Manchester United en la final de Wembley.

Un once titular comandado por el genio de Rosario, verdugo implacable del eterno rival -dos goles y una asistencia- y blindado en la portería por un enorme Valdés.

Mourinho solo hizo un cambio respecto al partido de ida: el de Coentrao por Marcelo en el lateral izquierdo, mientras que Guardiola dio entrada a Piqué, Xavi y Sergio Busquets con el propósito de recuperar el control del juego que no tuvo en el Bernabéu.

Pero este Barça, aun corto de preparación, lo único que no ha perdido durante estas vacaciones son sus automatismos ofensivos. Lento en el repliegue, impreciso en la circulación y exigido por un rival con mucha mordiente y pegada arriba tuvo que tirar de nuevo del genio de sus jugadores de tres cuartos de campo para arriba, para sacar el partido adelante.

Nada más empezar el choque, una pérdida de balón en el centro del campo casi le cuesta el primer disgusto. Valdés salvaba los muebles a tiro de Cristiano Ronaldo, como luego lo haría con Özil y Benzema, y de nuevo con Cristiano, esta vez con la ayuda del larguero.

Fue una primera parte locamente maravillosa, repleta de intensidad y fútbol en la que el Real Madrid pagó de nuevo muy cara su osadía, la de adelantar sus líneas, robar muy arriba y sembrar el caos en campo rival, dejando mucho espacio detrás.

Dos fogonazos de Messi -una asistencia de gol a Iniesta y una pared en el área con Piqué y definición magistral del argentino- sirvieron a los azulgranas para adelantarse por dos veces en el marcador.

La primera vez, al cuarto de hora, y la segunda, un minuto antes del descanso, cuando rompía de nuevo las tablas en el electrónico que habían devuelto entre Sergio Ramos y Cristiano -este en posición dudosa- a la salida de un córner a los veinte minutos de juego.

El conjunto blanco se aferró de nuevo a la heroica. Se olvidó de fabricar fútbol -algo que había hecho muy bien hasta entonces- y apostó por añadir una dosis de agresividad.

Volvió la dureza habitual de Pepe, Marcelo y Ramos, quienes se jugaron la roja en varias acciones, y ese juego impetuoso que funciona a veces y que manejan de forma magistral.

El partido perdió plasticidad y ritmo. A penas una ocasión de Messi y otra de Sergio Ramos hasta que Benzema se encontró el 2-2 en un balón enredado en el área a falta de nueve minutos para el final.

Pero entonces apareció, como no, Leo Messi, para lanzarse a cazar un centro envenenado de Adriano cuando ya se olía la prórroga, una volea de 9, de “killer” del área, un registro más en su repertorio.

La “tangana” final entre ambos equipos y sus respectivos banquillos tras una escalofriante entrada de un desequilibrado Marcelo y las posteriores expulsiones del brasileño, de Özil y Villa deslucieron la fiesta.

Para la estadística queda que por primera vez el Barça le ganó una Supercopa al Madrid; antes de este enfrentamiento se habían medido 4 veces, todas a favor del Madrid.

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