Los orígenes del medio al que pretende desconocer la propietaria de El Comercio son estos: Juan Murillo Miró fundó el diario guayaquileño el 21 de diciembre de 1897. José Abel Castillo asumió su dirección y posteriormente adquirió una pequeña  aeronave a la que bautizó como "Telégrafo I",  pilotada por el héroe de la Primera Guerra Mundial, el italiano Elia Liut, el 8 de agosto de 1920.

Castillo, auténtico precursor del emprendimiento, adquirió el monoplaza para expandir los horizontes de la prensa y se preocupó también del transporte del correo a diferentes provincias del país. A él jamás se le hubiera ocurrido utilizar a sus distribuidores como garroteros para impedir que otros medios tuvieran un espacio en la calle y, lo que es peor, sacar de la historia un fragmento de la herencia intangible de la memoria colectiva de los ecuatorianos.

Para nadie es desconocido que  en 1972 el matutino pasó a manos de un grupo encabezado por el ex presidente de la República, Otto Arosemena. En 1996, el banquero Fernando Aspiazu adquirió el paquete accionario y el 8 de marzo de 2002 el medio  fue incautado por la Agencia de Garantía de Depósitos (AGD).

A principios de los 70, tras la muerte de don José Santiago, los Castillo abrieron su capital y el ex mandatario se convirtió en uno de sus socios. Durante el primer año  la dirección estuvo a cargo de Santiago Castillo,y la gerencia fue ocupada por Eduardo Arosemena Gómez, que escribía en las páginas editoriales con el seudónimo “Edargo” la columna “Buenos días Señor Presidente”.

Poco a poco los Arosemena adquirieron las acciones de los Castillo, junto con Rodrigo Ycaza Candell, propietario del Banco La Previsora. A principios de los 80, Ycaza compró el diario y, en 1986, José Antón, propietario de Almacenes Pycca, adquirió el periódico.

La gerencia fue asumida por Henry Raad Antón, y la dirección por Roberto Hanze Salem. Antón vendió el diario en 1995 a Fernando Aspiazu, propietario del Banco del Progreso, que posteriormente quebró en 1999.

En 2002 la Agencia de Garantía de Depósitos (AGD) incautó los bienes de Aspiazu y el 99,67 por ciento de las acciones de El Telégrafo; el resto era de Carlos Navarrete Castillo y otros miembros de la familia. Desde entonces se produjeron hechos  por los que este personaje  buscaba  quedarse con el medio, hasta su asesinato en 2008.

A mediados de 2007, el presidente Rafael Correa visitó las instalaciones del periódico y prometió a sus trabajadores dotarlo con tecnología de punta para que sea un diario público dedicado a defender el interés del pueblo.