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El Telégrafo

Una campaña “silenciosa” y sin mucho alboroto para Wray

Una campaña “silenciosa” y sin mucho alboroto para Wray
13 de febrero de 2013 - 00:00

“¡Mami, mira, es el señor que toca la música!”. Era la voz de la pequeña Maité que se dirigía a su progenitora, quien estaba concentrada en ese momento comprando víveres en el mercado de la Florida Norte, en Guayaquil.

De esta forma la niña, de unos 8 años, hacía notar a su madre sobre la presencia de Norman Wray, candidato a la Presidencia de la República por el movimiento Ruptura 25, en el centro de abasto.

Corrió hacia el grupo que rodeaba al candidato presidencial, quien saludaba a comerciantes y compradores -la tarde del pasado martes- como parte de su actividad proselitista, acompañado de su armónica con la cual se lo empieza a identificar.

Esa no fue la primera actividad de Wray en Guayaquil ese día. En la mañana, luego de atender a varios medios, se dirigió cerca de las 11:00 al edificio Professional Center, en la avenida Juan Tanca Marengo. Allí lo esperaban grupos GLBTI, porque iba a expresar su respaldo a este colectivo.

Llegó acompañado del candidato a la Asamblea Nacional, Paco Moncayo; ataviado con camiseta lila, jean azul y zapatos tenis de color gris, Wray saludó con quienes se encontraba a su paso. Uno de ellos lo animó en su campaña: “Éxito, amigo, siga adelante”. El candidato respondió con una sonrisa y un estrechón de manos.

La cita con el colectivo GLBTI no duró mucho tiempo. Algo menos de media hora empleó para reafirmar que su movimiento defiende la democracia, que también significa defender la no discriminación. En ese contexto su discurso se basó en expresarles su respaldo, lo que fue correspondido con aplausos de quienes asistieron.

Antes de continuar su recorrido, se detuvo en la cafetería Sweet & Coffee. Aunque eran cerca de las 12:00, uno de sus colaboradores dijo que no había desayunado aún. Junto con el resto de candidatos, entre ellos su compañera de fórmula Ángela Mendoza, Paco Moncayo, Silvia Buendía y Francisco Jiménez, permaneció en el lugar cerca de media hora.

Tras el receso comenzó su actividad proselitista. Se embarcó en un vehículo Nissan X Trail Classic color negro y seguido de una pequeña caravana de vehículos avanzó hasta el mercado de Florida Norte, donde fue reconocido por la pequeña Maité apenas lo vio entrar.

La visita tuvo diversos matices. A varios comerciantes les sorprendió que el candidato no estuviera acompañado de un numeroso grupo de seguidores. “Han venido otros y han hecho hasta bulla”, comentó un vendedor de pescado, al observar cómo el candidato, entre apretones de mano, risas y felicitaciones caminaba  entre los locales.

Delante del grupo, ocho jóvenes con camisetas blancas y banderas con los colores del movimiento formaban una especie de calle por los pasillos del mercado. “Buenas tardes a todos, soy Norman Wray, candidato a la Presidencia por Ruptura 25, ¿cómo están? ¿muy bien?”.

De esta forma se presentaba ante los ciudadanos que, con curiosidad, observaban la forma de hacer campaña del movimiento: sin mucho ruido o alboroto ni vivas para el candidato. Solo la presentación y la entrega de sus propuestas a quienes se detenían para preguntarle sobre sus inquietudes, incluso hubo momentos en que intercambiaba bromas con los dueños de los locales.

Wray se acercó a un grupo de mujeres que atendía un puesto de víveres. Tras saludarlas, una de ellas le preguntó si tenía camisetas de regalo. La respuesta del candidato fue lacónica: ¡No tengo camisetas, pero sí propuestas!, y de inmediato les explicó en breves minutos su oferta de campaña.

Sus seguidores y candidatos entregaban a la gente una pequeña regla y Wray explicaba que eso significaba las tres reglas de su campaña: honestidad, trabajo y estudio. No faltó aquel ciudadano que apenas lo reconoció le insistió que tocara la armónica, como aparece en los spots de televisión. Wray rió de buena gana con la ocurrencia y aceptó, tras expresar: “Después dicen que no soy yo”.

Sacó el pequeño instrumento musical de su bolsillo y entonó la melodía, a ritmo de blues, que se escucha en sus propagandas. Aquella demostración arrancó aplausos de quienes lo rodeaban. “Caminamos mucho para transmitir nuestras ideas a los ciudadanos, y sentimos la acogida de la gente que necesita y pide una renovación. No tenemos bancos ni bananeras, pero sí objetivos claros de transformación”, manifestó Wray durante su caminata.

Paco Moncayo, por su parte, recordó a Guayaquil en la época que fue Jefe de la Segunda Zona Militar, allá durante el gobierno de Rodrigo Borja Cevallos (1988-1992). “Soy el único ex jefe de zona que recibió de la ciudad la condecoración José Joaquín de Olmedo”, destacó Moncayo, mientras entregaba una pulsera con el logotipo del movimiento a varios comerciantes que se arremolinaron a su alrededor. Llamó la atención el entusiasmo de Ángela Mendoza. Por dondequiera que iba saludaba efusivamente a las personas y se presentaba.

La caminata duró algo más de una hora, fue el momento justo para almorzar, aunque ya estaban pasados de tiempo (eran las 14:30). Todos Se dirigieron al restaurante la Esquina de Ales, en el sector de Florida Norte. Allí hicieron un receso de 40 minutos para continuar con la jornada.

El clima les favoreció: no llovió aunque el cielo estaba nublado, pero tampoco hacía calor. La jornada culminó con una cita con estudiantes del Instituto Técnico Bolivariano. Terminó el día, pero Wray decidió quedarse en Guayaquil. Al día siguiente continuaría caminando en el Mercado Central.

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