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El Telégrafo

Para verificar obras el Jefe de Estado rompe protocolo

Para verificar obras el Jefe de Estado rompe protocolo
15 de diciembre de 2011 - 00:00

Su equipo  había previsto nueve actividades en ocho horas, pero al final  el Presidente de la República hizo 15 paradas, entre Esmeraldas e Ibarra, recorrido que tardó 19  horas.

No es una novedad que el Jefe de Estado pida  que se detenga el auto que lo traslada en la  caravana  para realizar visitas  sorpresa en hospitales, colegios, escuelas, centros de salud,  unidades de policía y, además,  saludar a la población que lo espera en las carreteras. Se sabe a que hora  comienza el trabajo,  pero nunca cuando termina.

El martes pasado no fue la excepción: su periplo empezaba a las 09:25 (sin tomar en cuenta las dos horas de vuelo en avión y en helicóptero) y se había  planificado   que   el recorrido por  Esmeraldas e Imbabura se realizara en nueve  horas. Al final, la jornada arrancó a las 07:30,  recorrió  quince  puntos y las actividades se extendieron por diecinueve horas.

Los equipos de seguridad  operaron desde las 07:00 en la sala VIP de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) para controlar las pertenencias de la comitiva que  abordó el avión antes de las 08:00.

Con el arribo del Mandatario despegó el vuelo y en menos de 45 minutos llegó a Esmeraldas y  la comitiva se dividió en dos helicópteros: uno abordó el Presidente  con sus ministros  y en el otro se desplazó una  parte de la seguridad, periodistas y técnicos.

Cuando el helicóptero  tocó tierra muchos se desconcertaron y apenas atinaron a saludarlo;  otros lo miraron de lejos, mientras subía al vehículo  que lo trasladó hasta la parroquia Selva Alegre, lugar en el que  constató el trabajo de la Empresa Minera Enami-Plan Ecuador.

En medio de los  cánticos de las mujeres de la zona estrechó  sus manos, inspeccionó la obra y pidió a sus asesores que recojan las inquietudes de los trabajadores de la zona. La despedida  se tornó difícil; las personas no querían que se vaya.

Abordó nuevamente el carro que encabezaba la caravana, seguida  de unos treinta  vehículos.   Pero apenas había recorrido  cinco minutos, el Mandatario  rompió el protocolo  y la agenda; le había  llamado la atención un pequeño vivero.

Las personas que lo reconocieron no sabían qué  decir cuando  se aproximó. Solamente una persona  habló y  demandó apoyo   para la plantación de balsa en la zona.

Nuevamente emprendió el recorrido en forma pausada, pues  no le gusta que exageren la velocidad que normalmente se mantiene  entre sesenta y ochenta kilómetros por hora. Algunos   dejaron atrás a la caravana y se  dirigieron a la escuela Gonzalo F. Córdova,   el siguiente punto de encuentro.

El Presidente prefirió retrasarse unos minutos e ingresó a la escuela Domingo Medina Zurita, en la que  se sorprendieron   todos pues la visita  no constaba en la planificación.

De entrada    dijo: “a mí no me engañan, ni cuentan... Yo mismo veo y escucho”. Entonces  rompió la seguridad  y caminó por las  aulas sin techo, el baño  e ingresó a un pequeño salón de clase, en el que  se encontró con  dirigentes parroquiales y tres adolescentes.

Tomó asiento en una  pequeña silla y, junto a la ministra Doris Soliz,  en una  libreta anotó las inquietudes. También  escuchó a una joven que pidió una sala de Internet y que la rivalidad política entre las autoridades no se convierta en un pretexto para no dotar de servicios.

Luego salió de la escuela y  se dirigió a Timbiré. Según la agenda  era apenas la segunda actividad.  Más de dos mil personas lo esperaban entre canciones, bailes de marimba y banderas; los discursos eran interminables. El Jefe de Estado habló en el lugar con los pobladores y con los medios. La siguiente parada, a las 13:45, fue  Imbabura.

El clima no colaboró con la agenda oficial. Estuvo previsto que el traslado se realice en helicóptero, pero  el viento y la lluvia en la provincia de Imbabura impidieron que concretara el vuelo. No por este contratiempo  canceló el recorrido y decidió continuar  por tierra.

Con los planes cambiados, sus asesores llamaron por  teléfono, coordinaron  la utilización de vehículos, mientras que la caravana se dirigía por   la ruta San Lorenzo-Ibarra y en  medio de la carretera se detuvo  para comprar algo de comer.  

Dos horas más tarde llegó  a   Ibarra y  la ciudadanía lo esperaba en medio de la lluvia. Entonces visitó el Centro de Alto Rendimiento  y luego se dirigió hasta  Salinas de Ibarra, donde abordó el tren que lo conduciría  hasta la Estación en  Ibarra. Una vez reinaugurada la vía férrea acudió a una entrevista en el canal  Universitario. Pasadas las 23:00  regresó a Quito.

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