Líder de la CONAIE: “No vamos a defender a los latifundios mediáticos“
Desde su despacho, en el norte de Quito, el principal dirigente indígena reflexiona sobre el reto que afronta el movimiento para mantener vigente su lucha milenaria en los nuevos escenarios.
¿Cuál es el principio ideológico que en estos momentos sustenta la lucha del movimiento indígena?
Nuestra base es lo comunitario y a eso le pueden llamar socialismo o comunismo, pero nunca capitalismo. Siempre hemos luchado por la equidad y la redistribución de la riqueza, por acabar con los monopolios que han afectado el desarrollo de la sociedad. Nuestro planteamiento es que la sociedad se redemocratice y que contribuya a fortalecer la institucionalidad en el país.
¿Que entiende por redemocratizar?
Significa dar poder al pueblo, no solo con consultas populares o en la elección de un alcalde o un prefecto; significa construir el gobierno del pueblo desde las bases, para vigilar la justicia y un modelo económico sostenido en el Sumak Kawsay. Es fundamental que los presupuestos sean participativos en los municipios y juntas parroquiales; no queremos una sociedad que solo sea llamada por el poder a pronunciarse en las urnas, sino que plantee procesos de cambio reales y en esa redemocratización es fundamental construir organizaciones con visión pluricultural y plurinacional.
¿Quién es?
Nombre completo: Manuel Humberto Cholango Fecha de nacimiento: En 1976, en Canguahua Educación: Egresado de Ciencias Humanas Experiencia Laboral: Presidente de la Conaie.
¿Cómo evalúa la situación del movimiento indígena, que en las últimas elecciones se mostró fraccionada y ahora tenemos, por ejemplo, legisladores en Alianza PAÍS y en la bancada plurinacional con el MPD?
Estamos en una fase de redefinición interna. De ninguna manera podemos decir que estamos fracturados, pero tenemos diferencias, algo normal en una organización como la nuestra conformada por 18 pueblos y nacionalidades, pero en la base ideológica nos mantenemos unidos: la lucha contra la injusticia, la pobreza y por conquistar mayores derechos. En la contienda electoral han participado de manera distinta, pero lo peor es -y no lo puedo desconocer- que hay algunos indígenas que piensan casi igual que la derecha y han sido identificados. El movimiento indígena no va a tolerar que piensen como la derecha, que actúen y se unan a la derecha convirtiéndose en una élite indígena. Eso sería un fracaso total.
Si existen líneas comunes como la lucha contra la injusticia y la pobreza, ¿en qué ámbitos recaen las redefiniciones?
En una identidad ideológica, en ser de izquierda, progresistas. Esa redefinición recae en la construcción de un Estado plurinacional, en la redemocratización del Ecuador, en la necesidad de abrir el diálogo con otros grupos y sectores, en colocar la lucha contra el capitalismo y el neoliberalismo en el plano nacional e internacional.
¿Quiere decir que la alianza 18-35 que se formó en Chimborazo no se contrapone ideológicamente a los principios del movimiento?
Tuvimos una Alianza Plurinacional de las Izquierdas apoyando la candidatura de Alberto Acosta y dijimos que ahí están reunidas las izquierdas. Obviamente, en algunas provincias se han hecho alianzas, que no son de ahora, pero habría que evaluar los resultados: si han servido para combatir la pobreza y promover una gestión alternativa y eficiente o están haciendo lo mismo. Habría que valorar hasta dónde el discurso de ser gobiernos autónomos y descentralizados ofrece una alternativa al país.
¿Han evaluado por qué esas dirigencias, en el último proceso electoral, se aliaron con PAIS?
Algunas alianzas, a lo largo del tiempo, se hicieron con la Izquierda Democrática, el Partido Socialista, con Lucio Gutiérrez, que fue un error histórico y táctico que seguimos pagando, aunque no hayamos sido los responsables. Estamos dispuestos a reconocer esos errores, pero necesitamos volver a los orígenes.
En ese recuento de alianzas hubo un acuerdo con el Gobierno en el 2006 y varios dirigentes siguen en ese frente...
La Unasur, Celac, el asilo a Julian Assange, solidaridad con Cuba y Venezuela, todo eso está bien...
No tuvimos una alianza, individualmente varios indígenas participaron, pero no significa que el movimiento estuvo ahí. Coincidimos en la Asamblea Constituyente, en la expulsión de la Base de Manta, no firmar el Tratado de Libre Comercio con EE.UU., en la nacionalización de los recursos naturales y llamamos a votar por Rafael Correa en la segunda vuelta. Se hizo la Asamblea Constituyente, hay una Constitución en la cual tal vez no están todas nuestras aspiraciones, pero que recoge una lucha histórica. En cuanto a la reactivación económica, el cambio de la matriz productiva, la revolución agraria y la Ley de Aguas no se ha avanzado y el Presidente ha reconocido que es una deuda, pero ya lo dice desde hace cuatro años y no empieza la reactivación agrícola. Somos críticos con la gestión del Presidente, pero también reconocemos su trabajo, no somos fundamentalistas. Reconocemos que están bien las carreteras y la inversión pública, pero hay que analizar la calidad del gasto. En política internacional, la Unasur, la Celac, el asilo a Julian Assange, la solidaridad con Cuba y Venezuela, están bien, cómo vamos a oponernos si hemos promovido la integración.
Cuando evalúa las propuestas de campaña del Gobierno en 2006, parecería que no hay puntos irreconciliables, pero la confrontación en el último proceso electoral fue contundente…
Planteamos una opción política, aunque posiblemente no logramos ser más prolijos en mirar la coyuntura política electoral. El Gobierno tuvo una enorme ventaja al tener un Estado detrás, en fin muchas cosas podríamos argumentar, pero nuestra propuesta no llegó a la ciudadanía. Tal vez será una falla metodológica o que esta vez la gente no nos vio como una opción política, pero planteamos al país cosas que no se han profundizado.
En la autocrítica de Alberto Acosta en su libro “El país que queríamos” reconoce que su propuesta no sintonizó con la gente. ¿Fue un tema publicitario o fue el contenido de la propuesta?
No creo que sea falta de sintonía ideológica porque somos un movimiento que hemos llevado adelante una lucha social y la gente conoce la trayectoria de Alberto Acosta. Creo que fue un problema de estrategia, no se leyó bien la coyuntura.
¿A qué se refiere?
No usamos las estrategias para una campaña electoral, se actuó como cualquier grupo político y no como una campaña, en donde tienes que salir a conquistar votos. Iremos reflexionando sobre los aciertos y los problemas de ese proceso.
¿Fue acertado aliarse con el MPD?
El MPD también ha luchado por reivindicar los derechos de los trabajadores, de los estudiantes, de los sectores más pobres del país; que tengan sus errores y debilidades no los responsabiliza de los resultados electorales y no quiere decir que juntarnos haya sido un error.
¿Cómo entender que dirigentes como Auki Tituaña decidan aliarse con un banquero?
Hemos sido víctimas de la colonización, de una imposición y exterminio salvaje, de un sometimiento a condiciones infrahumanas de trabajo y, por lo tanto, el Estado se ha construido con esa mentalidad. ¿Quiénes conducen la economía? Los banqueros, las grandes empresas. ¿Quiénes manejan la opinión pública? Los grandes monopolios mediáticos como supuestos orientadores de la información. Esa lucha es la que sostenemos y en el caso del señor Tituaña, usted sabe la respuesta, el movimiento indígena dijo que no formará ya parte de la organización.
Se aplicó la expulsión, ¿pero detrás de esa alianza no se reveló un resquebrajamiento ideológico?
Sí hay indígenas que están pensando igual que los banqueros y que la derecha, pero no es la estructura del movimiento indígena. No estoy aquí solo para decir las cosas buenas, pero el señor fue expulsado.
La Asamblea aprobó la Ley de Comunicación y Pachakutik votó por dos títulos. ¿Cuál fue la reflexión?
La Ley de Comunicación es un mandato constitucional. Luchamos más de 20 años por el espectro radioeléctrico, igual que por la construcción del Estado plurinacional... porque creemos que la voz, la palabra, es fundamental para democratizar a la sociedad, para que sean escuchadas las voces de la diversidad, por eso la Conaie apoyó la Ley.
Reconozco que existieron divergencias, pero nuestros dos asambleístas -entre ellos Lourdes Tibán- votaron a favor de los dos capítulos porque creemos que los más afectados y excluidos hemos sido los indígenas; mientras los empresarios y grupos de latifundios mediáticos concentraban poder. Y algunos han concentrado ese poder para insultar, denigrar, ofender y calumniar, no para defender la democracia o informar a la sociedad. Creemos que obtener el 34% del espectro radioeléctrico es una lucha, digan lo que digan, opóngase quien se oponga.
¿Ese divorcio entre la Conaie y sus asambleístas ha sido superado?
No vamos a defender a los latifundios mediáticos y peor a la derecha; esas diferencias han sido saldadas ya y la semana pasada en una asamblea con las bases se respaldó la posición de la Conaie frente a la Ley de Comunicación. Esta vez las bases han dicho que se trata de una lucha histórica del movimiento indígena y vamos a pelear para acceder a los medios de comunicación porque ahora al menos tenemos un instrumento legal, antes no teníamos nada.