Fue un día agitado, más por los temores de una posible riña entre ambos bandos, pero al final de la jornada fue claro que las posiciones se relajaron.      

El Presidente habló en reiteradas ocasiones. Lo hizo en las diversas plazas donde sus simpatizantes se reunieron, pero también ante los medios de comunicación.        

Fue en realidad un mismo discurso, que giró en torno a la minería y a su posición frente a la protesta liderada por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador.        

Sobre la explotación minera aclaró que no existe un dilema entre esta acción y el agua. Para él es falso que se deba elegir entre la defensa del líquido vital y la minería.

“La principal fuente de contaminación del agua son las ciudades”, aclaró en referencia a las aguas servidas que desembocan en ríos y mares. Y allí puso ejemplos de zonas destruidas como el río Quevedo, acabado por aguas putrefactas.

El gobernante señaló que las aguas servidas necesitan plantas de tratamiento, muy escasas en el país, y que para construirlas se requieren cientos de millones de dólares, recursos que se podrían obtener de la minería. “No nos podemos morir de hambre sentados en un saco de oro”, recalcó.         

Aclarado este punto, vino la oferta del diálogo. El Mandatario anunció que estaba dispuesto a conversar con los líderes indígenas, a los cuales calificó de equivocados, pero honestos.  

En ese posible diálogo no deberían estar, advirtió, oportunistas (nombró a César Rodríguez y Gustavo Larrea), ni quienes instigaron la asonada golpista del 30-S (mencionó a dirigentes del Movimiento Popular Democrático (MPD) y de la UNE).

Por eso destacó la crítica que hizo Humberto Cholango, presidente de la Conaie al propio Rodríguez, a Sociedad Patriótica y César Montúfar. “Siempre hemos tenido las puertas abiertas al diálogo”, destacó Correa, quien añadió que no se necesitan marchas para hablar con él.

Fue una propuesta que ya antes había hecho su ministra de la Política, Betty Tola, y la secretaria de Pueblos, Mireya Cárdenas.

Ese fue el mensaje a los marchantes. A sus simpatizantes en cambio les pidió estar tranquilos, pero mantener la firmeza. Para Correa su gobierno resulta ganador en la jornada de ayer: “hemos probado nuestro poder de convocatoria”.

Del otro lado también hubo concesiones. Salvador Quishpe, prefecto de Zamora y uno de los principales organizadores de la marcha, aseveró que no se opone a todo tipo de minería. “Sería tonto hacerlo”, reconoció en una entrevista para Gama TV.

Otros líderes indígenas también miraron con buenos ojos la invitación que hizo el presidente de la Asamblea, Fernando Cordero, a la dirigencia indígena para mantener una reunión. Sin embargo, posturas radicales del MPD y de la asambleísta Lourdes Tibán, de Pachakutik, frustraron las conversaciones.

De un momento a otro, los indígenas pidieron solo dialogar con el presidente Rafael Correa y no con ministros.

Y en la Asamblea, los manifestantes exigieron a Cordero que bajase a la calle para entregarle un documento, lo que fue rechazado por el legislador.