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El Telégrafo

La verdad de Correa detrás de la caída de Bucaram

La verdad de Correa detrás de la caída de Bucaram
07 de noviembre de 2011 - 00:00

Después de 15 años del “acoso moral” que asegura haber sufrido, Sandra Correa León intenta recuperar su vida. Dicta clases en una universidad de Quito y contrajo matrimonio, por segunda ocasión, con un pintor cubano. Pero no es suficiente, quiere limpiar su nombre.

Como parte del Gobierno de Abdalá Bucaram vivió de cerca las disputas internas. Quince años después asegura categóricamente que la caída del líder del PRE estaba prevista a los seis días de instalarse y señala a Rosalía Arteaga como la artífice.

En 1996, una denuncia de plagio y otra de corrupción le cambiaron la vida para siempre y de eso culpa también a la  prensa nacional que publicó el escándalo. Ella era en ese entonces ministra de Educación.

La  primera surgió en octubre, cuando una licenciada en Jurisprudencia, graduada en 1987 por la Universidad de Cuenca, aseguró que su tesis era similar a la que Correa presentó en 1988 a la Universidad Central del Ecuador (UCE)  y que en 1990  publicó como libro, bajo el título: “Situación Social y jurídico laboral de la mujer en el Ecuador”.
La  segunda se dio en marzo de 1997, cuando la Corte Suprema de Justicia inició un juicio por peculado en contra de Correa y del ex presidente Abdalá Bucaram por el caso denominado Mochila Escolar.

El contrato se  firmó con la empresa colombiana Promotora Intercambia  por 40 millones de dólares a cambio de 100.000 mochilas y otros materiales didácticos. El delito de peculado se habría configurado porque la compra se hizo sin licitación y el Estado solo recibió 3.000 mochilas, por lo que se estableció un sobreprecio de 15 millones. 

Aunque los líderes del PRE niegan el sobreprecio y aseguran que la contratación se hizo bajo un decreto de emergencia. Correa permaneció en la clandestinidad hasta junio del 2006, cuando fue arrestada.

Se asume como víctima de un “linchamiento mediático”. El contrato de la mochila escolar, asegura, con los documentos en la mano, se pagó hasta el 2007. Todos los presidentes anteriores a Rafael Correa pagaron en las mismas condiciones del contrato, motivo de su acusación penal. Se pregunta: “¿Si había dolo por qué lo pagaron tal cual?”.

La caída de Abdalá  Bucaram

Correa se incorporó al equipo de ministros de Bucaram el 10 de agosto de 1996, pese a los reparos que hasta hoy sostiene  la entonces vicepresidenta Rosalía Arteaga: “Si bien Sandra  había militado en el MIRA (partido que apoyó su candidatura con Bucaram), yo no la habría designado ministra de Educación. Y se lo dije, fundamentalmente porque ella no había sido profesora”.

Paradójicamente  fue Arteaga quien la introdujo en la función pública cuando fue ministra de Educación en el Gobierno de Sixto Durán-Ballén. Ellas mantenían una estrecha amistad que se visibilizó cuando la alianza presidencial PRE y MIRA se concretó.

Las notas de prensa de la época señalan a Correa como “el filtro y brazo ejecutor de la ex ministra de Educación” y como la asesora que “amorosamente le arreglaba el cabello para las fotos de la tarima” en tiempos de campaña.

Es precisamente ahí cuando conoce a Bucaram, un hombre “vivaz y muy reactivo” que supo ganarse su confianza  y que la enroló en el PRE una vez que ganaron las elecciones. Ello la distanciaría definitivamente de Arteaga. De hecho ella exigió su renuncia cuando se hizo pública la denuncia del plagio.

Sobre los motivos que ocasionaron ese  distanciamiento, Correa tiene sus propias conclusiones. Según la ex funcionaria, para el 16 de agosto de 1996 la caída de Bucaram ya estaba planificada. “Aquel viernes me llamó a la Vicepresidencia y me dijo: ‘Sandra van a derrocar a Bucaram y necesito que decidas si estas conmigo o contra mí’... Le dije que (la partidocracia) no le iba a cumplir el ofrecimiento de ascenderla a la Presidencia”. ¿Y qué pasó? “Se enojó y me dijo que me atenga a las consecuencias porque había elegido no estar a su lado”.

Su asesor de comunicación, Fausto Jaramillo, dice que en esos días no se vieron Correa y Arteaga, porque la propia Sandra le habría dicho meses después que desde la posesión no se habían vuelto a ver.

Para esa fecha la Constitución (1979) no contemplaba la figura de la sucesión presidencial y fue el legislador roldosista Marco Proaño Maya quien planteó la incorporación de ese artículo, un acuerdo al que, según Correa, había alcanzado con Arteaga. “A cambio de ese apoyo los ministros del Frente Social éramos requeridos de puestos y   cargos... Los nombramientos se ejecutaron hasta que iban a la Presidencia y ahí  les ofrecían mucho más”.

Entre la segunda vuelta y la llegada al poder las diferencias entre  Bucaram y Arteaga  eran notorias.  No participaban de los mismos eventos. La prensa hablaba de una “ruptura”. Arteaga lo admite: “Surgieron desacuerdos porque se tomaron decisiones sin la participación de la vicepresidenta... Por ejemplo, propuso el alza del precio del gas, algo que yo consideraba como una medida impopular”.

También cuestionó que Bucaram haya nombrado a su hermano Adolfo como ministro de Bienestar Social y luego  presidente del Frente Social, algo que desde el principio de la alianza se había acordado que manejaría la Vicepresidencia. “Era evidente que había una inconformidad de mi parte y seguramente debí reclamarle a Bucaram. Ya no recuerdo con certeza las expresiones, pero lo que sí recuerdo es que no puse candidatos ni para diputados, alcaldes o concejales”.

A pesar de ello, en el año 2006 Bucaram la llamó por teléfono para proponerle que sea candidata a la Presidencia por el PRE, cuenta Arteaga: “Se lo agradecí, pero dije que no”, cuenta con una sonrisa. Arteaga y Correa se han visto en varias ocasiones, pero no se hablan. En las dos, cuando se menciona a la otra, hay una mirada de desconfianza y hasta de cierto rencor.

Amigos comunes de Correa y Arteaga, consultados por este diario para esta investigación, señalan dos cosas muy puntuales: entre las dos hubo celos políticos muy fuertes, irreparables; el poder que cada una tenía en ese momento parecía que iba a provocar la sombra de la otra y ninguna estaba dispuesta a dejarse opacar por su “rival”.

“Arteaga ya pensaba en la sucesión cuando llegó al poder y si no lo hizo fue porque tenía resistencia de otros sectores. Habló con casi todos los opositores los días previos a la caída de Bucaram. Ya se preparaba para ser presidenta”, cuenta un ex colaborador cercano a ella.

Correa se alejó de la izquierda desde que se metió con Rosalía y a partir de ahí ya construía su carrera política, que se consolidó porque se unió a los más cercanos a Bucaram, especialmente a Miguel Salem, explica uno de sus ex compañeros. “Pensó que alejándose de Rosalía tendría más llegada con Bucaram y casi lo logró, sino fuese por lo del plagio y la mochila”, acota.

A esas discrepancias internas se sumó el conflicto por el contrato de la Mochila Escolar, que, según la ex ministra de Educación, nació en la Vicepresidencia y en septiembre de 1996 fue delegado a su ministerio. El entonces subsecretario, Pablo Celi, y la asesora legal, Margarita Rodríguez, tramitaron la contratación.

Celi y Correa militaron en el partido Liberación Nacional (LN) y  mantenían una estrecha amistad. “Como ministra no manejé un solo centavo y en este caso era un convenio de gobierno a gobierno que se terminó de pagar en el 2007. Confié en mi amigo y compañero”, reitera.

Arteaga lo niega: “¿De dónde habrá salido?, pero no fue de ahí. Recuerde  que hubo el proyecto de vivienda Mucho Lote, la leche Abdalac... Fui invitada a un evento de lanzamiento, pero no conocí a fondo el tema y ahora no lo recuerdo”.

Asegura que no fue parte de la negociación, pero coincide con Correa en que Celi participó de la contratación como integrante del Ministerio de Educación.

Durante su breve paso por el Gobierno de Bucaram, pues renunció el 28 de enero de 1997, diez días antes de la caída, Correa afirma haber conocido de varias irregularidades, particularmente cometidas por dirigentes del Movimiento Popular Democrático (MPD).

Manifiesta que el 19 de agosto de 1996 recibió la visita del entonces diputado por el MPD, Juan José Castelló, para   que lo ayude a que  los maestros no retiren sus fondos del magisterio sino que los reinviertan  en un fondo de solidaridad o algo similar.  Según la ex funcionaria, los cerca de 75.000 maestros debían  recibir unos cinco millones de sucres de Fondo de Cesantía del Magisterio, creado en 1991 por Castelló, entonces presidente de la UNE.

Esos dineros estaban manejados por un fideicomiso en Filanbanco, propiedad de William y Roberto Isaías, este último asesor financiero en el Gobierno de Bucaram. Correa afirma que un gerente del banco y luego Roberto Isaías le pidieron que suspenda el retiro de los fondos lo que, a su criterio, fue la primera señal de la crisis bancaria que se produciría  en 1999.

“En el primer día (de pagos), en Esmeraldas todos retiraron su dinero”, asegura la ex ministra. A pesar de los años transcurridos, Correa mantiene vivos sus recuerdos y dice no temer las recriminaciones de quienes en algún momento consideró sus verdugos políticos.

Lo que aún no supera es el daño moral que sufrió por años a causa de la prensa. “No tenía una red de protección, por eso me atacaron y mis hermanos del LN se asustaron. Bien dicen que ‘cuando la voz de un enemigo te acusa, el silencio de un amigo te condena’”.

Con el ánimo recuperado, Correa ha iniciado un proceso legal en contra del programa La Televisión, que se transmite por Ecuavisa, y no descarta acusar a otros medios y periodistas que, durante su gestión como ministra, la habrían sentenciado moralmente.

La acusación es por el delito de odio que el programa televisivo habría  expresado en su contra. “Incluso llegaron a Chile, donde yo estaba oculta, y provocaron que la familia que me había acogido se asuste y me expulse”, relata con la voz quebrada. El proceso penal está en etapa indagatoria y no es objeto de multa o fianza.

También señala a Juan Carlos Calderón, en ese entonces, reportero de Vistazo y ahora editor de la revista Vanguardia, porque “sin haber sentencia me responsabilizaron en algo que yo no tenía culpa”. Igual acusa a los diarios El Comercio y HOY.

Según Correa, todos esos medios la condenaron sin que haya ni siquiera una sentencia. Diez años después, cuando fue detenida y luego sentenciada, tramitó una apelación a esa sentencia, por los vicios que contiene, pero igual pasó tres años en la cárcel.

Durante estos años ha participado en varios foros sobre el acoso moral y mediático. Tiene varias ponencias en diversas páginas web. A través de Facebook y otras redes sociales intensifica su campaña en contra del acoso moral con sus escritos.

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