El Telégrafo sorprende a sus lectores por el diseño
Julio Muñoz tiene 77 años. Aparenta menor edad y eso lo atribuye a que no comió balanceado como asegura lo hacen ahora los jóvenes.
Es jubilado y todas las mañanas lee diferentes periódicos en el parque Seminario.
Ayer, cuando vio la nueva portada de diario El Telégrafo, lo primero que dijo gratamente sorprendido, recordando las buenas épocas de su juventud, fue: “Así era el logo del diario hace cincuenta años. Me gusta más, antes el periódico valía dos reales, el precio de ahora (45 ctvs) no está mal comparado otros diarios.
Revisó los cuatro cuerpos que conforman el formato que estrenó ayer el periódico. Pasando sus dedos por la limpia impresión llegó a la sección Deportes. “Escribe Vito Muñoz ahora, eso es bueno, porque él dice muchas verdades sobre el fútbol”, señaló el lector.
La noticia de que el diario más antiguo de la ciudad ahora viene en tamaño berlinés llamó la atención de los transeúntes aficionados a leer. El que haya pasado de dos a cuatro secciones sin variar el costo final del producto también fue motivo de comentarios.
Ayer circularon, a nivel nacional, 35.000 ejemplares del periódico. “La meta es llegar a los 70.000 hasta fin de año”, precisó Vicente Orellana gerente de Circulación.
Durante su exposición sobre el relanzamiento, Orellana explicó que la estrategia de mercadeo del producto estará orientada a la buena relación que se tenga con la fuerza de venta: los distribuidores y voceadores. “El 40% de cada ejemplar va para ellos, su ganancia neta está entre los 0.14 y 0.16 centavos por cada diario vendido”, sostuvo.
Desde la gerencia de Mercadeo, Juan Fernando Arce habló sobre la creación de la “Casa del voceador”, una instalación que funciona en la nueva planta de Editogran S.A., donde los voceadores tendrán acceso a capacitación e Internet. “Conversando con ellos nos hemos dado cuenta de que vienen de familias migrantes y que necesitan comunicarse seguido ”, señaló Arce.
Mientras en el diario se explicaban las novedades comerciales y de distribución, el colorido impreso traía consigo otras opiniones. “A mí me gusta El Telégrafo, yo lo compro y ahora con esta sorpresa lo podré leer mejor”, decía Mercedes Tutivén (63).
“En el diario se habla de lo que les sucede a los corruptos”, señalaba mientras leía en la página de actualidad un reportaje sobre el lamento de un padre de familia cuyo hijo, asegura, fue ejecutado.