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El Telégrafo

El político borra al economista y el Presidente se supera a sí mismo

El político borra al economista y el Presidente se supera a sí mismo
01 de enero de 2013 - 00:00

El economista y académico quedaron algo atrás. Ahora ya es un político en su plenitud: rompe esquemas, impone la agenda diaria, abre y genera debates, propone discusiones de variados temas y se entrega apasionadamente a su oficio y responsabilidad. No mide tiempos ni horarios. Activa todos los resortes de la polémica porque no se ajusta a modelo alguno.

Saca chispas con un tema recurrente y que revela la mayor confrontación política de los últimos años, superando con creces incluso a la que tuvo con la llamada partidocracia: los medios privados y comerciales no pueden manejar un bien público bajo la lógica del lucro. En este escenario no cesa de sustentar y solventar debates que han llegado a propuestas “atrevidas” como la de crear una función del Estado para la  Información.

Todo eso, que gusta a unos y disgusta enardecidamente a sus opositores, es el presidente de la República del Ecuador, Rafael Correa, que este 2013 cumplirá 50 años de edad. A este político algunos quieren comparar con José María Velasco Ibarra, pero ni histórica ni políticamente guardan relación, salvo por el impacto inmediato de sus palabras, acciones, gestos y hasta imágenes. Y desde el retorno a la democracia no hay un solo presidente que pueda comparársele. Es más: es el mandatario que más tiempo ha permanecido en el cargo, democráticamente, desde la época de Gabriel García Moreno.

Es un político y un mandatario a tiempo completo. Y en 2012 posicionó su imagen internacional con mucha más fuerza y argumentos. Sus apariciones en cumbres y encuentros, foros y homenajes, copan la  atención mediática. Las entrevistas con más de 50 medios de casi todo el continente inquietan a los periodistas que colocan titulares de toda clase. La entrevista con Julian Assange, el 8 de abril pasado, en el programa del canal Russia Today, The World Tomorrow, fue un punto alto de la presencia política internacional, que daría paso, unos meses después, al otorgamiento del asilo al fundador de WikiLeaks.

Se ha reunido con los mandatarios de diverso signo político: Irán, Turquía, Colombia, España, Haití, Bielorrusia, Chile, Perú y todos los de la ALBA. Fue el único que impuso una condición a la OEA: mientras Cuba no participe de sus asambleas, Ecuador no estará presente. Y con esa postura hizo más noticia que la misma reunión en Cartagena. Todo ello sin contar que en Madrid, en el corazón de la crisis económica europea, le dijo en la cara a Mariano Rajoy que la gente no está por debajo del capital y que es inaceptable tener “casas sin gente y gente sin casas”.

En Carondelet le han visitado cantautores de la “época sesentera”, como gusta decir a la prensa privada. Entre ellos León Gieco, Víctor Heredia, Ana Belén, Joaquín Sabina. Igual se ha entrevistado con filósofos como Ernesto Laclau o Edgar Morin. Y almuerza casi todas las semanas con los jugadores de los principales equipos de fútbol, los dueños de las covachas de la Plaza Grande, los medallistas de Juegos Panamericanos o quienes fueron a las Olimpiadas, con los abanderados de las escuelas y con los jubilados.

Casa adentro concita lo que para muchos, en broma y en serio, puede calificarse del barullo propio de un “pop star”. A donde va moviliza masas, atrae a los periodistas que lo aplauden y odian, a las autoridades que le buscan para resolver sus urgencias y también a aquellos ciudadanos escépticos que esperan una declaración suya para comentarla con pasión. Sus gabinetes itinerantes son esperados y crean el ambiente de celebración. Los recorridos son un bullicio y apretujones para estrecharle la mano o tomarse una foto. Las sabatinas se esperan casi como un rito y dan lugar a todos los titulares y comentarios de la semana siguiente en radios, canales y periódicos.

Y el año pasado decidió presentarse a la reelección con una advertencia que a pocos gusta y a muchos todavía sorprende: después de cuatro años, si es reelegido, se retira totalmente de la vida pública. Otra declaración que genera un escenario para mirar qué destino tendrá la Revolución Ciudadana tras su retiro.

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