Era el año 2004. George W. Bush y Tony Blair gobernaban Estados Unidos y Reino Unido, respectivamente. Desde sus cargos eran los principales exponentes de la “guerra contra el terrorismo”. El foco de ese conflicto estaba en Afganistán.

Al norte de ese país está Uzbequistán. En ese mismo año, Craig Murray era el embajador británico en el país centroasiático y ex miembro de la Unión Soviética. Uzbequistán es un país con poca influencia entre las potencias occidentales, pero Craig lo puso en primera plana cuando destapó una olla de grillos.

El diplomático denunció operaciones secretas del MI6, el servicio secreto inglés en el país centroasiático. Acusó a los agentes británicos de perpetrar torturas junto con oficiales uzbecos.

La denuncia le valió el puesto, aunque Blair nunca lo reconoció. Dijo que se trataba de “cambios operacionales”. Lo cierto es que eso fue solo el inicio de un escándalo de proporciones continentales. Resulta que desde Uzbequistán salían vuelos secretos con prisioneros afganos. El destino era la prisión de Guantánamo, en Cuba, al otro lado del mundo.

En las operaciones no solo participó el MI6, sino la CIA. Y lo que es más, esos vuelos secretos surcaron los cielos de una decena de países europeos, donde se hacían escalas. En países como Polonia, incluso, se construyeron centros de detención provisional.

Todas esas acciones, siempre al margen de la ley. Fue una verdadera bola de nieve. Los vuelos secretos se convirtieron en una mancha en el historial de respeto a los derechos humanos que ostentaba la Unión Europea, organismo que después montó una investigación y certificó todos los hechos.

Desde ese momento Craig se convirtió en activista de talla mundial. Sus críticas a la posterior guerra de Irak y las políticas occidentales fueron recogidas en los foros más prestigiosos del mundo.

Según círculos diplomáticos de Londres, su blog es uno de los más leídos en Reino Unido. Fue justamente allí donde aseguró que la CIA ha invertido 87 millones de dólares para evitar la reelección de Rafael Correa. Se lo considera una fuente creíble, digna de ser escuchada.

Conoce de cerca el mundo diplomático, especialmente el inglés, el mismo que colabora estrechamente con su aliado, los Estados Unidos.

Se trata del mismo mundo diplomático que hace dos años fue desnudado por WikiLeaks. Craig es un simpatizante de Julian Assange. Estuvo en la Embajada ecuatoriana en Londres días después de que se le otorgara el asilo diplomático al activista australiano.

Actualmente Craig no pertenece a ninguna organización, aunque en el pasado colaboró con la Red Voltaire. Tampoco milita en algún partido británico. Su única y última participación electoral fue en las elecciones generales de 2005, donde no resultó ganador.