Los reconocimientos obtenidos este año por El Telégrafo demuestran que cuando el objetivo no es el lucro y se privilegia la calidad, hay un buen producto.

Los medios de comunicación públicos cada vez se afianzan más entre la ciudadanía, a diferencia de los medios privados que van perdiendo espacio entre la opinión pública.

Mientras el diario público es reconocido dentro  y fuera del país por su calidad, entre los medios privados el único organismo internacional que les concede premios es la  Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), de la cual esos mismos medios forman  parte. Entre ellos conjugan el verbo premiar: yo te premio, tú me premias, nosotros nos premiamos... Entonces vale la pena diferenciar el tipo de premios que reciben  unos y otros.   

En el caso del primer diario público del Ecuador, al no tener como prioridad la venta de espacios -como ocurre en los medios privados-, no tiene por qué volverse amarillista y, por el contrario, privilegia la calidad y en ese proceso se legitima ante la opinión pública.

En este momento existe la tendencia mundial por robustecer a los medios públicos, precisamente debido al deterioro y pérdida de la credibilidad de los medios privados. El problema ya no radica en si creo o no en medios públicos, sino que son una necesidad ante la pérdida de calidad y legitimidad de los otros porque han dejado de ser imparciales, neutrales e independientes, como aseguran.

Cada vez la ciudadanía valora más el conjunto de medios públicos creados en el Ecuador: Radio Pública, Ecuador TV y El Telégrafo, por la calidad que ofrecen, único requisito para alcanzar legitimidad, incluso, corrigiendo los errores que se identifiquen en ese proceso.