Analistas piden consolidación de medios públicos ecuatorianos
Es verdad y nadie lo discute: la tarea y misión de los medios públicos se construye en el camino, en el quehacer periodístico del día a día. Nadie dice que la construcción de estas entidades sea rígida, inflexible, lo único claro es la misión que se orienta hacia la ciudadanía y que también se elabora, desde las calles con historias de vida de la gente. Pero, ¿contar en el Ecuador con medios públicos es todo lo que se necesita para garantizar la democracia ciudadana?
La catedrática Cheryl Martens, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), es clara y dice que no, y que, luego de creados, estos medios deben lograr un empoderamiento ciudadano y sostenibilidad en el tiempo.
¿Cómo hacerlo? Mauro Cerbino, catedrático del mismo centro de estudios, opina que es necesario que los medios -que aún están en construcción- se conviertan definitivamente en “públicos”, cuya concepción estaría orientada al servicio de la ciudadanía. “Un medio que, a diferencia de los medios privados, sea capaz de tener vigorosamente el debate público y que sea plural con diferentes posiciones”.
El experto considera que es necesario que haya una participación de la ciudadanía, “un mínimo de interlocución”, en donde los consejos ciudadanos -que ahora se discuten en el proyecto de Ley de Comunicación- tengan atribuciones y funciones claras, preestablecidas.
“La ciudadanía es la que debe mandar e imponer su agenda sobre los medios públicos”, señala la catedrática argentina Paula Biglieri. Para ella, es necesario que se ponga en debate la soberanía popular a través de los medios de comunicación públicos.
Susana Sel, catedrática de la Universidad de Buenos Aires (Argentina), considera que los medios públicos tienen una dura lucha frente a los privados, en donde priman los intereses particulares. Pero que lo interesante sería transformar a los medios públicos, que abarquen la escena gubernamental -porque esa es otra de las funciones-, pero también las otras esferas. “Es necesario democratizar la palabra, democratizar las realidades que se construyen en los medios. Extender los derechos a la población marginada, pero también a los que hacen la actividad artística”.
Ley de Comunicación
Fernando Alvarado, secretario de Comunicación de la Presidencia, señala que la Ley de Comunicación -que aún no encuentra una fecha para aprobarse en la Asamblea- establece que estos medios tengan autonomía económica y financiera, es decir, un presupuesto del Estado, pero también les permite vender sus productos y crecer. Incluso -explica- que puedan vender publicidad privada, “pero que sea sana para el ser humano”.
Comenta que aún está en análisis que un porcentaje de toda la “torta” publicitaria que se maneja en el país vaya para el mantenimiento y crecimiento de los medios públicos.
Para Sel, la lucha de los medios públicos radica en el combate a las políticas neoliberales de los países. Isabel Ramos, catedrática de la Flacso, indica que en Ecuador el derecho de la libertad de expresión no se concibe como la posibilidad de construir un orden de la democracia, sino que quedó reducido a la libertad de prensa y que, por este motivo, varias empresas comunicativas ejercen “fuertes presiones” para resistirse a la regulación en la Ley de Comunicación.
Para ella, la ciudadanía debe exigir y apropiarse de esta norma. Detalla que en países como Argentina, hasta los bomberos de provincias pequeñas pidieron que se apruebe la ley.
Alvarado añade que, a pesar de que en la Constitución, que se aprobó en 2008 y en la consulta popular del 7 de mayo de 2011, la ciudadanía exigió una ley, se han encontrado con un fuerte “lobby” de los medios privados, en donde “varios políticos hipotecan su carrera política a los medios de comunicación”.
Cerbino manifiesta que es necesario democratizar el espectro radioeléctrico. “Esa es la única garantía para que haya mayor circulación de perspectivas, de ideas, voces, que han sido sistemáticamente silenciadas en el país”, denuncia.
Él se refiere a que el proyecto de Ley de Comunicación estipula que el 34% del espectro radioeléctrico vaya a las comunidades. “Es la oportunidad de que más actores asomen en la comunicación de medios, y eso es un modo para lograr un empoderamiento ciudadano de los medios”.
Para el académico, la única forma de superar el conflicto que hay actualmente entre los medios privados frente al Gobierno es con “nuevos actores que se sumen a la utilización de frecuencias”.
Alvarado es consciente de que los medios públicos aún están “en pañales”. Y en comparación con otros, como la BBC de Londres, “hay mucho por hacer, pero vemos qué se debe hacer, tratamos de avanzar con ética y equilibrio, sin influir en estos medios”. Expresa que el Gobierno busca dejar medios públicos “fortalecidos, con autonomía, en donde la ciudadanía los proteja y los reclame”.
Para Guillermo Navarro, experto en temas de comunicación, la reducción de la esfera pública es parte de la censura previa que hay en los medios. Dice que los medios públicos están ampliando la esfera pública, “dando voz a aquellos que nunca la tuvieron en otros medios de comunicación”.
Considera que es importante “romper la influencia de los sectores auspiciantes y comerciales sobre los productos comunicacionales”. El especialista expone que esto se logra manteniendo un financiamiento exclusivo del presupuesto del Estado y la exclusión de publicidad privada.
Pero Cerbino difiere en aquello y cree que es necesario que los medios públicos reciban una cuota de publicidad privada para que puedan crecer con el tiempo.
Navarro dice que no, porque la influencia de los intereses comerciales afecta la calidad de los productos comunicacionales.
Biglieri opina que los medios públicos deben ser un espacio para defender al Estado y a la soberanía nacional de los empates de los grandes grupos económicos.
Por su parte, Valeria Puga, catedrática de la Flacso, afirma que los medios públicos han significado un hito dentro de la configuración del espacio radioeléctrico, porque visibilizan otras realidades que no estaban en los medios privados. “Vemos discursividades de otros grupos y etnias, y eso es un avance en la libertad de expresión”.