“Alvarito” apuesta por una sociedad de ricos
Un reggaetón suena a todo volumen, mientras las personas se empujan por entrar por la estrecha puerta de la Industrial Molinera, al sur de Guayaquil.
Cinco de la tarde y la luz solar aún ingresa por encima de los altos muros de esta tradicional fábrica. Se escuchan acentos de las diferentes regiones del país, todos con camisetas, carteles y banderas con consignas a favor del Prian.
Por donde se mire está repleto de personas que esperan ansiosas la llegada de su líder máximo, cual concierto de su artista favorito. Las instalaciones albergan aproximadamente unas tres mil personas, con la mirada puesta en la tarima que tienen al frente.
15 minutos después aparece el abogado Álvaro Noboa, “Alvarito”, como le dicen los simpatizantes entre vítores y palabras de ánimo. Ese día tiene lugar la Asamblea Nacional de miembros y simpatizantes del Prian, donde él hace oficial, nuevamente, su candidatura a la Presidencia de la República.
Sonríe y levanta la mano para saludar antes de empezar su discurso. Empuñando el micrófono, empieza a hablar. “Mi revolución, que se inicia hoy, hará que todos los ecuatorianos sean ciudadanos ricos, de clase media, de un nivel como el que existe en los países exitosos y desarrollados”.
Con esa frase inicia el ataque a las acciones que considera negativas por parte del Gobierno. Los asistentes prestan atención a cómo el nombre del actual presidente ecuatoriano escapa de los labios de Noboa una y otra vez, en una letanía que ya se le ha escuchado varias veces.
“El economista Rafael Correa sólo ha generado pobreza, como lo hace Castro en su país, y Chávez en el suyo”, y pasa a detallar un mundo de maravillas al que accederán quienes voten por él. Un carro para cada persona, una casa moderna, un buen sistema de policía que proteja a la sociedad, una seguridad social de primer mundo, acceso a la educación para que sean profesionales y trabajen en las fábricas y empresas.
Habla sobre sus dos jornadas laborales, que suman más de 12 horas. “Mi orgullo no está en mi riqueza, mi orgullo está en mi trabajo y en el amor que yo le tengo al Ecuador (...) Mi revolución cambiará el mal estado en el que está el Ecuador”.
Un grupo de personas aplaude, otro chiflea, y eso parece darle ánimo al “eterno candidato”. Entonces tacha a la revolución de Correa de “fracasada, donde aún persiste la pobreza, y que lo único que logrará, al igual que Castro, es que gran parte de la población emigre y no tengan nada con qué vivir”. Más aplausos, más mujeres en tacos, indígenas con sus anacos y montubios con sus sombreros; venidos, los unos -según se le escapa a alguien por allí- de las oficinas; y los otros, de las haciendas del Grupo Noboa.
El candidato empieza entonces a recordar hechos históricos del país y a nivel mundial. Título de la clase: No pasó nada. Empieza explicando los 200 años de vida republicana, recalca que lo más grave en un país es, precisamente, que no pase nada. Da un vistazo a las múltiples luchas internas. ¿Revolución Liberal y Eloy Alfaro (quien fuera sacrificado)? No pasó nada. Compara ese hecho con la Revolución Ciudadana y menciona que, al igual que Alfaro, Correa sólo organiza una revolución donde es fracaso tras fracaso.
Luego, de repente, se traslada a la Alemania que sobrevivió a la crisis económica producida por la 2da. Guerra Mundial y, también abruptamente, da un brinco hasta Noruega, para hablar de su reserva monetaria y todos los bienes que pueden adquirir. Pasan ante la tarima dos borrachos abrazados con botella en mano. Balbucean algo parecido a un agradecimiento. “Alvarito” ni los ve.
Empieza a sonar el jingle del Prian y Noboa aprovecha para tomar aliento. Invita, fraternalmente, a todos los partidos opositores a crear un sólo bloque -que él, obvio, liderará- y así vencer a Correa.
Finalmente empiezan los agradecimientos. Se acuerda de los campesinos de sus haciendas, de la juventud que participa en el Prian y a un lado de la tarima comienza a gritar y saltar como si se tratara de un baile “mosh”, todos contra todos; hasta que se detiene (visiblemente cansado) para dirigirse de nuevo a los asistentes, esta vez con tono de sermón dominical: “vois seréis los que lideraréis la próxima victoria”.
Para terminar, el candidato, director del Grupo Noboa, que abarca 110 empresas y decenas de miles de puestos de trabajo, remata su discurso así: “Quiero agradecer a los representantes de las 22 provincias que han venido a escuchar mis palabras”.
Y aunque le faltan dos (son 24), los gritos aprobatorios no se hacen esperar. Afuera de la Molinera ya pueden verse las botellas vacías de ron sobre la calzada. Una voz femenina surge de los parlantes: “Y que siga el show”. Que siga.