Los primeros años decisivos para la historia de la fotografía ecuatoriana fueron 1863-1864
Un fotógrafo explorador en Guayaquil
En el principio de la imagen fotográfica, Guayaquil recibió la novedad de la fotografía, a solo dos años de que el invento de Daguerre y Niépce sea aprobado por la Academia de Ciencias de París: en 1841, el entonces Gobernador del Guayas, Vicente Rocafuerte, trajo el primer daguerrotipo al Ecuador, el que llegó en un navío proveniente de Bélgica.
Pero los primeros años decisivos para la historia de la fotografía ecuatoriana fueron 1863-1864, cuando Guayaquil atestiguó el trabajo de la española Comisión Científica del Pacífico, con la participación de un fotógrafo documentalista. En 1863, la Comisión llegó por primera vez al puerto, pero volvieron al año siguiente, huyendo del conflicto internacional que había generado España por la toma de las islas de Chincha, en el Perú.
Al margen de los objetivos político-militares que blandía la escuadra naval que había conformado la reina Isabel II, se creó una comisión de científicos que se encargaría de recorrer las antiguas posesiones españolas en América, con el objeto de realizar “investigaciones y observaciones relativas a los diversos ramos de las ciencias naturales, así como la adquisición de ejemplares, copias, dibujos de seres naturales notables que se encuentren en las regiones por donde pase la Cuadrilla que la conduce”.1
Herederos del espíritu de Alexander von Humboldt y otros viajeros románticos, la comisión estuvo inicialmente integrada por Patricio M. Paz y Membiela, presidente; Fernando Amor, jefe científico; Francisco de Paula Martínez, naturalista, además de cronista y secretario; Marcos Jiménez de la Espada, naturalista; Manuel Almagro y Vega, etnógrafo y antropólogo; Juan Isern, botánico; Bartolomé Puig, taxidermista y Rafael Castro y Ordóñez, dibujante y fotógrafo.
El viaje de estos expedicionarios estuvo lleno de sobresaltos. Tuvieron que afrontar desde incomprensiones y malos tratos de la tripulación española, hasta enfermedades tropicales que terminaron diezmándolos. Solo el empeño de cuatro obstinados aventureros pudo más cuando decidieron emprender “el gran viaje” que los llevaría, cruzando los Andes, al río de las Amazonas, siguiendo la ruta de regreso a España.
De los tesoros que pudieron consignarse a buen recaudo, las fotografías de Rafael Castro y Ordóñez destacan por su belleza invaluable. Con ojo avizor capturó imágenes de los puertos de Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Ecuador, Panamá y California, privilegiando vistas de muelles, calles y edificios importantes.
Por el catálogo de fotografías que publicó el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (España), en el año 2000, sabemos que se conservan 27 ejemplares fotográficos de Castro y Ordóñez trabajados en colodión húmedo y albúmina que corresponden a su periplo ecuatoriano.2 En el caso de Guayaquil, conocemos un puñado de imágenes que han sido publicadas en libros como ‘Pacífico Inédito’ (1992) y ‘El Gran Viaje’ (1998).
Algunas son vistas del malecón, otras muestran aspectos de los barrios y esteros, y finalmente una despunta por su importancia documental: la iglesia de San Pedro, que en realidad es La Concepción, sede de la parroquia del mismo nombre y que se incendia en 1896, perdiéndose con ella la documentación histórica más antigua que tenía Guayaquil.
Revisando las fotografías de Castro y Ordóñez, observamos su interés antropológico en descubrir esa mezcla de naturaleza y civilización que se hacía latente en la cotidianidad de Guayaquil, con una desbordada vegetación tropical invadiendo la traza urbana.
Por otro lado, podemos reconstruir el ambiente de los primeros estudios fotográficos que funcionaron en la ciudad, cuando Rafael Castro y Ordóñez registra una casa esquinera del malecón con un singular letrero: “R.T. Retratos de ambrotipo y fotografía”. Se trata del establecimiento de Ricardo Tossell, fotógrafo y pintor catalán que operaba en Guayaquil, por lo menos desde 1861, ya que su nombre aparece en el censo de ese año.3 Junto a Tossell, quien comercializaba vistas de Guayaquil, Inglaterra, Nueva York, Broadway, de la China y Japón,4 en 1863-1864, trabajaban en el puerto los franceses Leonce Labaure y Eugenio Manoury, así como Vargas Corbacho y Julio Báscones, entonces aprendiz de Labaure.
La huella de Rafael Castro y Ordóñez trascendió lo que debía ser su labor según el reglamento de la Comisión Científica del Pacífico, esto es, “representar por los medios que se estimen más convenientes los objetos que le designe el Presidente (de la Comisión)”, así como “sacar vistas de montañas, cortes de terreno, aspectos de la vegetación”.5 Él atrapó y representó con gran sensibilidad artística la geografía física y humana de un continente aún desconocido por la ciencia y racionalidad occidentales.
(La primera versión de este texto aparece en Ángel Emilio Hidalgo, ‘Guayaquil en el principio de la imagen fotográfica: Rafael Castro y Ordóñez y la Comisión Científica del Pacífico’, en Un legado del siglo XIX: Fotografía Patrimonial Ecuatoriana, Quito, Taller Visual, Corporación Centro de Investigaciones Fotográficas, 2009).
1.- Reglamento de la comisión científica de la Escuadra del Pacífico, Madrid, 1862, artículo primero.
2.- Juana Molina, Carmen Ma. Pérez-Montes y Leoncio López-Ocón, Catálogo de fotografías de la Comisión Científica del Pacífico (1862-1866), CD-ROM, Madrid, CSIC, 2000.
3. -Archivo Histórico de la Biblioteca Municipal de Guayaquil, ‘Censo de Guayaquil’, 1861.
4. - Los Andes, Guayaquil, No. 19, 18 de Julio de 1863.
5.- Reglamento de la comisión científica de la Escuadra del Pacífico, Madrid, 1862, artículo decimoquinto. (O)