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Mausoleos y criptas, parte histórica del catolicismo de Guayaquil

Esta cripta se abre de jueves a domingo desde las 10:00 en la Catedral.
Esta cripta se abre de jueves a domingo desde las 10:00 en la Catedral.
Fotos: Karly Torres / El Telégrafo
13 de mayo de 2017 - 00:00 - Edward Lara Ponce

La historia religiosa de Guayaquil vive en las creencias de los feligreses católicos. Visitan criptas, mausoleos y sepulturas que algunas iglesias de la urbe porteña han conservado durante décadas.

En la Catedral de Guayaquil están los restos de obispos, cardenales y sacerdotes que se han distinguido en trabajos de la curia, menciona el diácono Édgar Moreira.

Para este clérigo de 27 años de experiencia, la cripta es un sitio que simboliza esperanza y respeto, algo que demuestran los feligreses cuando visitan este sitio los jueves y domingos de 14:00 a 18:00.

Actualmente, en el espacio ubicado debajo del altar mayor existen   16 tumbas ocupadas por sacerdotes,  entre ecuatorianos y extranjeros. Junto a ellos hay más de un centenar de nichos de los cuales 6 están ocupados por entierros hallados en los predios de la actual sacristía, que fue construida en 2007, donde están los restos de los obispos y arzobispos de la ciudad.

Moreira explica que sobre la superficie de las paredes de este lugar se colocaron lápidas, la mayoría de mármol, de los benefactores de la construcción de la actual catedral como el de Josefina Klinger y Marcos, quien en 1922 efectuó el primer aporte, 20 mil sucres, para iniciar los trabajos en la catedral.

En el siglo XVI las pocas iglesias levantadas en la ciudad (San Vicente, Iglesia Matriz actual Catedral, San Alejo) se usaban como campo santo debido a que en esa época aún no había cementerios.

Promesas de milagros católicos

La iglesia de San Alejo, Eloy Alfaro y Manabí, resguardó durante décadas los restos del padre Luis López, quien fue sepultado a un lado de este templo del centro de Guayaquil y recibía visitas debido a la ‘fama’ de otorgar favores a los creyentes.

Para 2016, los restos del sacerdote de origen francés fueron trasladados hasta la Catedral debido a los problemas que se generaban por el poco espacio que se tenía para la cantidad de feligreses que llegaban especialmente los días 24 de cada mes, menciona Moreira.

“El lugar, donde estaban los restos del padre, era un pasillo sin adecuación alguna lo que significaba molestias para los creyentes que acudían a visitarlo a pedir favores, esto obligó al traslado”.

Alguien que puede corroborar la cantidad de personas que acudían a la tumba del padre es la azogueña Blanca Rivas, quien, desde 1962, trabaja en los exteriores de la iglesia de San Alejo. Vende artículos religiosos, velas y agua.

“Esto era una peregrinación, las personas llegaban de la Sierra, en especial de Cañar y todos los sectores de Guayaquil. Ellos hacían penitencias, caminaban de rodillas, compraban velas, agua o estampillas y oraban al pie de la tumba o pasaban objetos por el vidrio que separaba el ataúd del padre”.   

La mujer de 76 años cuenta que el traslado del clérigo provocó que solo 2 negocios religiosos sobrevivan, de la casi una docena que permanecían, al pie del santuario.

A pesar del cambio las personas como Carlota Orrala Salvador (78 años) sigue orando por los favores del sacerdote europeo.

“A los 16 años me diagnosticaron problemas mentales pero el padre López me ayudó a recuperarme. En cada oportunidad que tengo cuento los milagros hechos hacia mí y los favores de otras personas”.

Para Antonio Cabrejas, párroco del primer templo de Santo Domingo de Guzmán —edificación que sigue levantada desde 1548 al pie de las peñas en el cerro Santa Ana— estas visitas son muestras de respeto, afecto y devoción de los católicos.

En esta iglesia, conocida también como San Vicente, pocos recuerdan o saben que los restos mortales del padre Antonino Alarcón están colocados en una capilla lateral denominada Rosario de Pompeya.  

“El padre logró la recaudación de los fondos para reconstruir la iglesia en 1938, la cual se terminó en 1949,  pero este no pudo ver concluida su obra. Murió un año antes de la inauguración”, explicó el español.

El sacerdote español reveló que pocas semanas atrás se descubrieron 52 tomos realizados por Antonino Alarcón, en los que se recopilan escritos de feligreses que detallan supuestos agradecimientos por favores o milagros recibidos de parte de san Vicente. 

Estos sitios históricos y preservados por el clérigo son otra opción para un Guayaquil moderno. (I)

En la iglesia mayor destaca la placa de Josefina Klinger Marcos por su aporte para el inicio de la construcción de la actual catedral.

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