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Cerca del Mercado Central se ubican 2 grandes locales de textos usados

Los "dueños" de los libros de "segundo ojo" en Guayaquil

Los "dueños" de los libros de "segundo ojo" en Guayaquil
Foto: Lylibeth Coloma / El Telégrafo
25 de julio de 2016 - 00:00 - Redacción Ciudadanía

Las mañanas julianas, en Guayaquil, son un poco frías. Por ello los negocios abren a las 09:00 y no media hora antes como es costumbre. En los alrededores del Mercado Central, en el mismísimo corazón de la ciudad, las personas van y vienen. Es el sitio de trasbordo de los buses que se dirigen al sur y al norte, por eso siempre sus calles están abarrotadas de transeúntes y comerciantes que vocean, a todo pulmón, sus productos.

La mayoría de locales es de librerías de textos escolares y suministros de oficina. Pero ahí en ese mismo sector funcionan dos establecimientos muy conocidos que venden textos usados a buen precio.

Uno de ellos es Nuevos Horizontes, ubicado en 6 de Marzo 924 y 10 de Agosto. Su propietario, Néstor Cali (foto principal), de 82 años, se inició en las ventas a los 9. Tenía pocos días de haber llegado de su natal Paute (provincia del Azuay) cuando empezó como comerciante ambulante. Primero ofertó espuma y globos de carnaval, hasta que un amigo le sugirió los caramelos y cigarrillos.

Recuerda que fue en 1950 cuando decidió instalar un mesón junto al Mercado Central. Ahí vendía periódicos y revistas. “Era una época en que la gente gustaba de las historietas. Mi local se llenaba y coloqué bancos para alquilar las revistas.  Luego les compré revistas usadas a los recicladores, que en realidad son quienes dotan, hasta ahora, mi local”.

Ya en 1964 se le ocurrió intercambiar libros y revistas por 10 centavos de sucre. “No me fue mal”, recuerda. Ese mismo año montó su librería de textos usados en un local más amplio, siempre cerca del mercado. “Todo lo que ganaba invertía en libros, así empecé a crecer”.

En 1976 compró su actual local, pero como el número de textos se incrementaba adquirió las tiendas aledañas. Y ahora tiene cerca de  30.000 libros. Aunque sus principales proveedores son los carretilleros que recorren la ciudad, nunca falta el familiar de un difunto que desea vender la biblioteca heredada.

“Siempre llegan personas que tienen grandes bibliotecas de sus padres o sus abuelos. Algunos me piden un monto mínimo, otros me dicen que vaya en un carro y me traiga todo, porque les estorba”.

Cali vende a diario entre 10 y 15 libros. La ganancia varía entre $ 30 y $ 40.

Cuando alguien le pregunta por un título o autor no sabe en dónde ubicarlo, pero sus ayudantes tienen mayor noción para encontrar temáticas específicas.  

El precio que le pone a los libros es al ojo, un libro con pasta dura y tamaño grande puede costar hasta $ 10 y uno más pequeño y con hoja de papel periódico no supera los $ 3. Poco sabe de contenido, dice Andrés Machuca, un cliente de más de 15 años.

Boxeador y ahora librero

La historia de Ferny Páez Micolta no empieza en las calles, ni en su negocio, sino en un cuadrilátero improvisado en la escuela en donde estudiaba y durante el recreo se “fajaba” con sus compañeros.

Para este guayaquileño, de 53 años, su vida estuvo marcada por la pobreza. Cuando sus padres notaron su afición por el boxeo no lo apoyaron, porque en esa época la actividad era considerada exclusiva de personas poco inteligentes.

Por ello a los 18 años inició su entrenamiento profesional en la Asociación Provincial de Boxeo. “Subí al ring y para demostrar que tenía ‘agallas’ repartí muchos golpes muy duro”, dice.

Con ayuda de profesionales perfeccionó las técnicas y en 1980 fue tres veces campeón nacional y vicecampeón en el Campeonato Sudamericano de Box de 1983, “siempre en mi peso de mediano completo”, aclara. Con algunas peleas a cuesta y por el poco apoyo de los empresarios abandonó el ring y se instaló en las calles de la ciudad a vender libros. La librería de Páez está en Pedro Moncayo 1522, entre Colón y Sucre. Es un local sin nombre en donde las revistas y los libros han botado a la calle a su propietario.

Sentado en un pequeño banco, junto a un pilo de revistas, Páez lee lo que tiene a la mano. Sus clientes deben tener buen ojo para encontrar algún libro de interés en medio de ese laberinto. Todo lo que compra lo arruma en la entrada y luego lo clasifica por temas. Entró a este negocio porque le gusta la lectura y porque de alguna forma tenía que mantener a su familia. Al día puede ganar entre $ 20 y $ 40. “Más que sumar lo importante es que se vende 3 veces más barato”. (I)

Ferny Páez atiende su local, en Pedro Moncayo 1522 entre Colón y Sucre, de lunes a sábado, desde las 08:00 hasta las 18:00. Foto: Karly Torres / El Telégrafo

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