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La aventura de pedalear sin espacios ciclistas

Uno de los riesgos que tienen que enfrentar aquellos que usan bicicletas en las calles de la ciudad es la presencia de vehículos que usan objetos punzantes como parte de la carrocería y que pueden lesionar la integridad de otros.
Uno de los riesgos que tienen que enfrentar aquellos que usan bicicletas en las calles de la ciudad es la presencia de vehículos que usan objetos punzantes como parte de la carrocería y que pueden lesionar la integridad de otros.
Fotos: Lylibeth Coloma / El Telégrafo
06 de mayo de 2018 - 00:00 - David Guerrero Zambrano

El paisaje del río... El lado agradable de un paseo a bordo de una bicicleta a lo largo de la calle Eloy Alfaro mientras se circula entre los vehículos automotores que se dirigen hacia el Malecón Simón Bolívar.

Son las calles con mejores paisajes en el centro de la ciudad, pero a las que menos puede accederse si se va sobre dos ruedas. Aun así, Jimmy Martillo, del colectivo Ciclistas de la Calle, asume el reto de repasar los rastros que quedaron de los intentos de ciclovía en la zona céntrica, creados por el Municipio de Guayaquil.

Aunque fue desarrollada en la primera mitad del siglo XIX, la bicicleta recién llegó al puerto principal a inicios del siglo XX. El uso comenzó por “novelería”, los había de dos y tres ruedas, según menciona el historiador Melvin Hoyos en la publicación Guayaquil en Movimiento, del Cabildo.

Para Martillo, en cambio, representa un modo de vida desde hace cinco décadas, en  las calles del conocido barrio de las “Cinco esquinas” (Ayacucho y Noguchi) donde nació y creció.

El recorrido ciclístico inicia en Eloy Alfaro y Gómez Rendón, una zona de mucha nostalgia y aroma a chocolate donde está la fábrica de La Universal, instalada en 1889.

Vestido con ropa dry fit (un material que permite que la transpiración se seque más rápido), casco y rodilleras, don Jimmy comienza a pedalear. Son las 11:40 de un día laborable y procura avanzar respetando las señales de tránsito. “Hay otros más salvajes que le dan sin importar cómo esté el semáforo”.

Pese a las precauciones, ya tuvo un accidente que le dejó inmovilizado el dedo meñique de la mano izquierda. Un carro le chocó y lo mandó al pavimento, hace dos años.

Aun así, avanza, peleando su espacio entre los vehículos más grandes. No cuenta siquiera con una distancia reglamentaria para protección desde febrero de 2014, cuando se derogó el artículo 162 de la Ley de Tránsito que disponía que “los vehículos, en sus desplazamientos, mantendrán una distancia lateral de seguridad mínima de 1,5 metros, y una mayor distancia cuando rebasen o adelanten a ciclistas”.

Don Jimmy llega hasta Ayacucho, a un lado del paso elevado que conecta Eloy Alfaro con Pedro Carbo. La única opción que tiene para circular es la parte baja, en un estrecho carril donde apenas hay espacio para que pasen dos autos.

Solo un taxi que va detrás transita guardando una distancia de dos metros. No rebasa, pues no tiene por dónde. Mientras, a la izquierda de don Jimmy pasan dos autos, a menos de medio metro.

Uno de los vehículos cuenta con puntas metálicas donde se enroscan los aros de las llantas. Entre las llantas de la bicicleta y tales objetos, parecía una versión de la carrera de cuadrigas de la película Ben-Hur.

El ciclista guarda distancia. No tiene cómo subir a la acera porque la ley lo prohíbe, ni adelantarse o frenar porque implicaría un choque. Solo queda mantener el equilibrio hasta salir a una calle ancha.

Finalmente llega a la calle Olmedo, donde empieza la parte más antigua de la ciudad. El carro de aros con puntas toma la delantera y don Jimmy, frente al Club de la Unión, decide hacer una pausa para lo que se viene: avanzar hasta la calle Loja.

Sabe que habrá una competencia fuerte por el elevado número de automotores. Él será uno de los pocos -puede que el único- de los que transiten el emblemático bulevar en dos ruedas.

El mayor apogeo de la bicicleta, en la zona urbana, como medio de transporte ocurrió entre 1930 y 1940, aseguró Felipe Huerta, arquitecto y urbanista. “Había una gran cantidad de obreros y estudiantes de colegios que se movilizaban con este medio, así como deportistas”.

Con el auge de los automóviles y las motocicletas, en la década de 1960, llegó la desestimación del vehículo a pedal. Para 1980 y 1990 era más una alternativa de recreación que de movilización.

Don Jimmy sabe que circula en desventaja. Lamenta que se haya privilegiado a carros y buses... Y duda que el Cabildo dé espacios a los ciclistas dentro del casco comercial.

Avanza por el Malecón Simón Bolívar y se presenta la primera muestra del fracaso de las iniciativas municipales para los pedalistas: la señalización del trayecto de la Bicirruta, implementada en 2012... O lo que queda de ella.

Hace seis años, la entonces edil Gina Galeano, también pedalista, propuso una ruta que integraría ocho circuitos con una distancia de 23 km. Aquello se redujo a una “bicirruta” de menos de 3 km, para paseos dominicales y duró tan solo un año.

El carril izquierdo del Malecón Simón Bolívar es lo que escoge don Jimmy para circular. “Ni cómo hacerlo por la derecha, eso es carril exclusivo de los buses”.

A la altura de Colón, Martillo cruza la calle con el semáforo en verde. Un taxi que lo seguía a corta distancia gira hacia el oeste y casi lo choca por la parte trasera. En ese instante, el reflejo lo obliga a seguir la marcha para no ser embestido.

Se asusta, desde luego, pero es una peripecia más de las que ha vivido en 50 años. “Me han dicho de todo y no ha faltado el prepotente que se baja del vehículo para pretender entrarme a golpes”.

Mientras en ciudades como Ámsterdam, Copenhague, Buenos Aires, Bogotá y Quito han diseñado proyectos viales capaces de acoger al ciclista como un actor del tránsito vial, en Guayaquil los pedalistas deben ingeniárselas para mantener vigente su actividad.

Los recorridos grupales y en fines de semana es la opción más recurrente, manifiesta Martillo. “Es el único momento seguro; de lunes a viernes y en horarios laborables, no hay garantías para los ciclistas”.

Llega hasta la Municipalidad, en la av. 10 de Agosto. Desde este punto hasta Junín estaba señalizada la desaparecida “bicirruta”.

Así lo dejan ver pequeñas manchas azules sobre el pavimento que antes marcaban el carril exclusivo para ciclistas.

Al pie del Cabildo, un agente en moto de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) dialoga con dos de sus compañeros que patrullan en bicicleta. Los dos pedalistas de la ATM son lo único no motorizado que don Jimmy ha encontrado en su trayecto.

El paso por la avenida 9 de Octubre cuenta con apoyo de los agentes de la Autoridad de Tránsito Municipal debido a que es una zona bastante conflictiva, tanto para vehículos automotores como para los ciclistas.El paso por la avenida 9 de Octubre cuenta con apoyo de los agentes de la Autoridad de Tránsito Municipal debido a que es una zona bastante conflictiva, tanto para vehículos automotores como para los ciclistas.

Continúa. Le toca circular en medio de los carros porque el espacio que antes servía para paseos dominicales se encuentra ocupado por automotores, pese a que una decena de rótulos indican que en esa parte del malecón no se puede estacionar.

Aunque está cerca el mediodía y el momento de mayor flujo vehicular, don Jimmy no pasa mayores dificultades para llegar a la calle Loja. Se propone dirigirse a Córdova para luego girar a Junín, un punto que le recuerda otra decepción.

En el sitio mencionado, la Fundación Guayaquil Siglo XXI construyó áreas de estacionamiento para carros al lado de un carril que parecía una ciclovía. Sin embargo, el vocero del Municipio, Jorge Rodríguez, dio a conocer al diario Expreso que el espacio será para 600 metros de jardineras.

“Una lástima. Oficialmente no sabemos si al alcalde Jaime Nebot le interesa implementar circuitos seguros para el ciclista dentro de la zona urbana”, manifiesta Martillo mientras gira hacia Boyacá con dirección a la avenida 10 de Agosto.

El burgomaestre ha ofrecido reunirse con colectivos ciclistas en mayo. Martillo tiene grandes expectativas de ese encuentro, tal y como ocurrió hace seis años, cuando se presentaron las ocho “bicirrutas”. (I)

La construcción de un carril en la calle Junín ilusionó a algunos pedalistas porque parecía un proyecto de carril exclusivo para bicicletas aunque, posteriormente, el Cabildo aclaró que se construirán jardineras.La construcción de un carril en la calle Junín ilusionó a algunos pedalistas porque parecía un proyecto de carril exclusivo para bicicletas aunque, posteriormente, el Cabildo aclaró que se construirán jardineras.

Iniciativas
Presentación de bici.Ruta
En abril de 2012 se presentó el proyecto Bici.Ruta Guayaquil por parte del Municipio local. Se ofreció la realización de ciclopaseos en el área urbana cada domingo, con restricción vehicular dentro del horario de 08:00 a 12:00.

8 trayectos fueron presentados para Bici.Ruta Guayaquil y cubrían una distancia de 23 kilómetros.

Abandono del proyecto
El único circuito que se inauguró de la Bici.Ruta fue abandonado a mediados de 2013. Biciacción, la ONG encargada de su logística, señaló que el Cabildo no se interesó en aumentar el presupuesto. (I)

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