El Ministerio del Ambiente fue informado ayer de esta situación
En 7 sectores de Guayaquil hay malestar por los olores fétidos
Los hedores que invaden el sector de Huancavilca Norte, cerca de Samanes, son una situación a la que Mario Herrera está acostumbrado desde hace dos años. Los moradores de ese barrio afirman que la pestilencia comenzó a percibirse con mayor fuerza, especialmente, en horas de la madrugada.
El problema se repite en sitios como Urdesa, Miraflores, Guayacanes, Kennedy, el centro de la urbe y otros ubicados al pie de estuarios y zanjas que conducen a otros afluentes mayores como el río Daule y el estero Salado. El prefecto del Guayas, Jimmy Jairala, reveló ayer que el martes este incidente fue más intenso.
En su cadena radial aseguró que varias empresas fueron inspeccionadas y revisados sus planes ambientales con el fin de verificar que cumplen con los procesos establecidos por la ley.
Sin embargo, el tiempo en que se presenta el mal varía según el sector. En Urdesa y Miraflores, los habitantes afirman que el asunto lleva casi dos décadas. El mal olor que predomina en los puntos mencionados, donde el agua aparece turbia -en tonos verdes y marrones-, es uno parecido al de la urea (fertilizante).
En la zona cercana a Samanes, la mayor parte de la zanja está cercada y, según los vecinos del lugar, esto evita que se arrojen desechos sólidos. “La razón para que huela mal debe ser otra, no la basura”, afirma Herrera. En el sector de Miraflores -cerca de las canchas de béisbol- el líquido de un estuario cercano lleva años con un color verde pastel, manifestó Sara Pino, habitante del lugar por casi un década.
La contaminación del espejo de agua, a su criterio, proviene de los desechos de los transeúntes que usan los puentes que conducen hacia Urdesa y la av. Carlos Julio Arosemena. “Los colegiales y universitarios son los que menos cuidado tienen con la basura”.
El problema se extiende hasta Urdenor, donde hay canales abiertos. Rafael Mera, quien lleva 5 años en la zona, comentó que durante la época de lluvia la fetidez se agrava porque la corriente “trae mayor cantidad de sedimentos y basura de otros sitios”.
Aclaró que la hediondez no se percibe durante la mayor parte del día. Al final de la tarde es cuando se hace más evidente.
Mientras que en Guayacanes, a la altura de unas lagunas de oxidación, el agua de una zanja aparece de color marrón.
Manuel Zambrano, habitante del lugar, comentó que el problema de los hedores comenzó recién hace dos meses “ya de manera insoportable; antes no se sentía con tanta fuerza”. Indicó que ya se han enviado oficios al Municipio para que se investigue el tema, pero no han recibido respuesta.
Plantas inspeccionadas
Técnicos de la Dirección de Gestión Ambiental de la Prefectura del Guayas inspeccionaron durante el miércoles 9 procesadoras de alimentos balanceados. Ninguna de ellas está en Guayaquil, por cuanto la competencia en esa materia la tiene el Municipio.
Las plantas se ubican en Durán, Taura y Yaguachi, afirmó la bióloga Catalina Domínguez, encargada de la Dirección Ambiental del Gobierno Provincial.
Aseguró que tras revisar los planes de manejo de desechos y otros comprobaron que el foco del mal olor no son estas industrias. “Hemos enviado oficios al Municipio de Guayaquil para ofrecer nuestro apoyo técnico y realizar chequeos dentro de la ciudad. Estamos a la espera de su respuesta”.
Domínguez cree que ahora la investigación de la procedencia de los malos olores debe enfocarse al interior de la urbe. “Si hay otras denuncias de malos olores frecuentes, eso lo debe explicar la autoridad competente, que es el Municipio”, puntualizó.
Ayer Domínguez tuvo una cita con funcionarios del Ministerio del Ambiente. Allí informó sobre el trabajo realizado para detectar el origen del mal olor. (I)
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No se descartan más factores
Sedimentos y desechos, entre posibles causas
El problema de los malos olores que se perciben en Guayaquil proviene en buena parte de los estuarios que tienen sedimentos en su lecho, afirmó Paola Calle, ingeniera de la Facultad de Ingeniería Marítima y Ciencias del Mar de la Espol.
El sulfuro de hidrógeno es el elemento que da al estuario un hedor similar al de un huevo podrido. El origen de este compuesto radica en la mezcla de los sulfatos propios del agua de mar con las descargas residuales de industrias y zonas habitadas. “Es tóxico para personas y animales”.
La situación es más crítica en los puntos donde el agua desfoga en forma lenta, sea por la estrechez de ramales o por rellenos de asentamientos. Además, la descomposición de materia orgánica también puede incidir en los hedores urbanos, afirmó Calle.
En sitios como Guasmo y Miraflores, existen puntos donde la basura se acumula en las orillas.
Sin embargo, no se descarta que la contaminación tenga también otros orígenes, como fallas en el alcantarillado sanitario o la recolección de basura. “En este caso se tendría que monitorear la presencia de coliformes fecales”.
Para Calle es imperativo que las autoridades investiguen sobre dónde provienen los malos olores. El sulfuro de hidrógeno, insiste, es el olor característico y cualquiera distinto debe ser evaluado. (I)
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Trabajos culminarán en noviembre
Pozas de oxidación de Manta serán repotenciadas
El mayor foco de contaminación en este cantón manabita se genera por el estado de las lagunas de oxidación, afirmó Paúl Macías, técnico ambiental de la Empresa Pública Aguas de Manta (EPAM).
Esta situación provoca que haya malos olores en los sectores aledaños a las pozas y ciudadelas como Ciudad del Sol y Terrazas del Conde. El malestar de los ciudadanos que viven en estos lugares es constante. Carlos Cedeño reside cerca de la zona y cuenta que el momento del día en que más se generan los malos olores es en la tarde. “A las 15:00 la situación es insoportable”, sostiene.
Para remediar la problemática, la EPAM prepara la repotenciación de las lagunas de oxidación. La obra tiene un costo de $1’626.994,91 y al momento está en proceso para subir al portal de compras públicas. “Se espera que para noviembre ya estén terminados los trabajos”, indica.
Se proyecta la construcción y equipamiento de un sistema de pre-tratamiento a las aguas residuales (reducción de sólidos en suspensión, contención de grasas y eliminación de olores), así como ajustes a las estructuras de las lagunas para un trabajo de depuración óptimo, y la ejecución de medidas de mitigación ambiental, detalla el funcionario de la EPAM, Ángel Álava.
Con la puesta en marcha de la obra, la empresa prevé que se neutralicen los efectos de la contaminación, logrando que el agua vertida alcance los niveles de limpieza establecidos en las normas internacionales y sea amigable con el ambiente. (I)