El Morro se aísla por falta de servicios
Miguel Montalván, de 70 años, observa detenidamente la iglesia San Jacinto, ubicada en la parroquia El Morro, que hace más de un año fue restaurada por el Municipio de Guayaquil.
La iglesia, de colores blanco con franjas verde oscuro, es uno de los patrimonios culturales del país por su antigüedad, ya que data del siglo XVIII. A su alrededor, luce casi desolado... apenas unas cuantas gaviotas se pasean a su derecha, a lo lejos, en una ciénega.
Pese a ser cabecera parroquial, la mayor parte de la actividad comercial de El Morro se desarrolla en otros lugares cercanos, como el recinto Puerto El Morro, Posorja y Playas.
Montalván recuerda que hace pocos años había unas minas de yeso en las que trabajaban los nativos del lugar para vender este material a otras empresas.
“Ahora la mayoría trabaja en lo que es pesca, ganadería y turismo”, indicó en referencia al movimiento que hay en el recinto Puerto El Morro, por su extensión, es más grande que la cabecera parroquial.
Sin embargo, pese a su riqueza histórica y económica, la población de El Morro no ve satisfecha todas sus necesidades en lo que se refiere a cobertura de servicios básicos y sociales.
Actualmente, el sector carece de un centro de salud, colegio con bachillerato y una unidad de cuerpo de bomberos. Carlos Delgado, quien vive hace cerca de una década en el sitio, comentó que hace poco se produjo un incendio que fue asistido por los bomberos del cantón Playas, que queda a 15 minutos de distancia.
“El tiempo de demora no es el problema, sino la falta de acceso directo a algo que ya debería ser de nuestra jurisdicción”, afirmó Delgado.
Las entidades bancarias también forman parte de las carencias que hay en el lugar... precisamente, la única que había en El Morro desapareció con el último incendio.
La Intendencia, ubicada a pocos metros de la iglesia San Jacinto, con un minúsculo letrero que la identifica como tal, por el momento, es el único nexo de la parroquia con el Municipio de Guayaquil para realizar trámites públicos.
Sin embargo, muchos prefieren dirigirse al puerto principal por diversos asuntos (solicitud de obras, pago de impuestos, entre otros), aunque para otros (transacciones bancarias y comerciales) van al cantón más cercano, Playas.
Mientras que en el recinto Puerto El Morro, el ambiente es menos calmado que en la cabecera parroquial.
Sus moradores están abocados a las dos principales fuentes de empleo: pesca y ecoturismo.
En el sector, un grupo de comuneros ha recibido capacitación, tanto estatal como municipal, para atender a los turistas que llegan, incluso, desde la Sierra.
El principal atractivo de la zona es el avistamiento de delfines y fragatas en el Golfo de Guayaquil. Para observar a estos animales, los visitantes deben abordar lanchas y navegar aproximadamente media hora.
Las tarifas son de 8 dólares -para ver las fragatas- y 5 dólares -para contemplar los delfines. Los comuneros estiman que llegan al lugar un promedio de 50 a 60 personas, los días laborables, y de 150 a 200, los fines de semana.
Una particularidad de los habitantes de la parroquia es la disciplina que tienen cuando son capacitados o reciben indicaciones de las autoridades.
Un ejemplo, es que los morreños no sacan sus desperdicios a las calles mientras no escuchen la música de los vehículos recolectores de Puerto Limpio.
Jaime Aragonéz, presidente de la Junta Parroquial, reconoció que carecen de varios servicios a pesar del apoyo que han recibido hasta la actualidad por parte de las autoridades municipales y públicas. “Necesitamos especial apoyo con la única vía de acceso a nuestra parroquia”, afirmó Aragonéz. La ruta Playas-Morro-Puerto El Morro cubre una distancia de 10 kilómetros y está llena de baches.
El Municipio guayaquileño, actualmente, realiza obras de regeneración en el malecón del Puerto El Morro y, periódicamente, envía brigadas médicas para atender a la población de la parroquia.