Los trabajadores dedicados a labores complementarias del sector de la construcción, como electricistas, fontaneros, pintores, albañiles, entre otros, han notado un importante repunte en la demanda laboral en Guayaquil, desde que se pasó al color amarillo en el semáforo epidemiológico, el pasado 20 de mayo.

Ángel Asencio, maestro fontanero, relató que en el inicio de la emergencia pasó más de un mes sin poder generar dinero, sobre todo porque la gente tenía mucho temor de permitir el ingreso a su domicilio de personas fuera del núcleo familiar.

“Tenía trabajos programados en varios lugares, pero a raíz de la cuarentena me cancelaron todo, me dijeron que después de unos meses que pasara la pandemia me llamarían. Fueron al menos cinco trabajos los que perdí”.

Sin embargo, después del cambio de semáforo, los clientes empezaron a buscarlo nuevamente y desde entonces el trabajo no le ha faltado.

“He procurado cumplir con las seguridades. Cuando llego a los domicilios y hablo con los clientes uso mascarilla, al igual que ellos. También me piden que me desinfecte los zapatos con alcohol o detergente”, relató.

Similar postura comparte Julio Jaén, maestro pintor y albañil, quien aseguró que los trabajos de pintura -al menos en exteriores- le siguieron llegando, pero el problema era la restricción horaria.

“Tenía que empezar a las 07:00 u 08:00 am para poder avanzar hasta las 13:00, hora en que tenía que irme a casa para no irrespetar el toque queda decretado”, detalló.

Ahora dice que tiene varios trabajos en cola, pues al verse obligados a quedarse en casa los clientes han optado por invertir en mejorar sus viviendas.

Claudina Arévalo, vecina del sector de Urdesa (norte), lo confirma. “Soy jubilada y adulto mayor, por eso he preferido no salir. No podré viajar en algún tiempo y en vez de gastar en lujos innecesarios he optado por invertir en mejorar mi casa, ya que mantendré el encierro por algún tiempo más, al menos lo haré en un ambiente agradable”, concluyó. (I)