Guayaquil, cuna de lucha permanente contra la adversidad
Ciudad del río grande y del estero. De pulso vertiginoso y de crecimiento económico. Guayaquil arriba, este 9 octubre, a sus 200 años de independencia como un referente de resurgimiento ante la adversidad.
Desde su nacimiento la urbe huancavilca ha sorteado infinidad de avatares que no han detenido su crecimiento comercial y financiero. Piratas, incendios, epidemias y hasta momentos de oscuras administraciones nunca desalentaron a sus ciudadanos, más bien se han reactivado y, a pasos agigantados, caminan hacia la prosperidad.
Diferentes voces ciudadanas lo ratifican, cada uno desde sus trincheras de trabajo coinciden en que Guayaquil es producto del espíritu indomable de sus hijos y muestran su orgullo por ese empoderamiento, ese pertenecer a la urbe del astillero que es motor económico del país.
Jorge Rodríguez Cuesta, concejal de Guayaquil
El guayaquileño se siente digno de pedir más
Para el edil guayaquileño, luego de una etapa sombría, en el año 1992, Guayaquil empieza un proceso transformador que derivó en varios impactos en lo estructural, económico, social y en la actitud de los ciudadanos.
“Cuando se siente bien atendido y ve que la ciudad se embellece, su barrios mejoran, sus calles o sector empieza a recibir obra pública, se siente digno de pedir más, y eso muy bueno”, asegura.
Manifiesta que desde esa época ha ocurrido un proceso de cambios que empezó con León Febres Cordero, siguió con Jaime Nebot y ahora toma la posta Cynthia Viteri, ahora con un enfoque social.
No obstante, recalca lo ocurrido este año con la pandemia del covid-19. “Guayaquil llora a sus ausentes, por eso no celebra estos 200 años como debería, pero se repone con orgullo después de haber estado en los dos extremos”.
Además expresó que “el modelo de manejo de la crisis se exporta y eso lo recogen medios internacionales como el Wall Street Journal, Financial Times, CNN, NBC, diarios como La Reforma, de México; el Clarín, de Argentina”, añade, lo que para el concejal se traduce en aprender a valorar lo que se realiza".
Héctor Yépez, asambleísta del movimiento CREO
Guayaquil es una familia guerrera, unida y solidaria
Según el legislador Héctor Yépez, Guayaquil tuvo una refundación desde la alcaldía de León Febres Cordero, pues antes eran visibles las montañas de basura en las calles, la ciudad en general era un desastre.
Después de más de 30 años de una misma línea de administración, Guayaquil es como una familia guerrera y demuestra que las cosas se pueden hacer bien, incluso más allá de los partidos políticos.
“Si hay algo que caracteriza a Guayaquil es el sentido de pertenencia cuando se trata de la ciudad, se ve un Concejo que trabaja por el bien común; hay el sentido de trabajar por la familia de la ciudad. Eso es parte del orgullo guayaquileño sin perjuicio de los desafíos que se presentan”, manifiesta.
Ahora, añade, es menester trabajar por un desarrollo sostenible, avanzar en la parte ambiental, reforestar la ciudad, que el cemento conviva con los árboles.
Aunque reitera que este ha sido un año atípico para todos, los guayaquileños demuestran ese corazón guerrero de volverse a levantar, mirar hacia delante y seguir más fuertes que nunca. “Guayaquil es una familia guerrera, unida y solidaria”.
Holbach Muñetón, presidente de la Federación Nacional de Cámaras de Turismo
La urbe gris se convierte en una gran metrópoli
Holbach Muletón es un conocedor en temas de turismo y por ello, considera que en algo más de 40 años Guayaquil se convirtió de una ciudad gris, sitiada de basura e inseguridad, a otra que se proyecta rápidamente al desarrollo, que busca convertirse en una metrópoli.
Sus recuerdos lo remontan a finales de la década del 70 y principios del 80, cuando apenas existía un centro comercial y pocos sitios de entretenimiento, ahora todo se ha diversificado, la imagen ha mejorado, la economía es boyante, la arquitectura es moderna y la conducta del ciudadano es positiva.
“Recuerdo lo que era el aeropuerto y el Terminal Terrestre, todos esos cambios los he vivido, ahora es otra imagen y eso acrecienta el amor del guayaquileño hacia su ciudad”, afirma.
Siempre hay algo que perfeccionar, algo que hacer, pero creo que el cambio es evidente, el cambio es diferente, pero siempre debemos pensar en más, añade.
Francisco Jiménez, exgobernador del Guayas candidato a la Asamblea por CREO
La lucha por el progreso no se detiene
Según Francisco Jiménez, Guayaquil es una ciudad que mira al futuro con optimismo, pero que también mira el dolor reciente, pues ha sido un año duro ocasionado por una pandemia que ha golpeado a la urbe.
Para él, el avance es notorio, pero falta mucho trabajo por hacer y enfatiza en la recuperación del río, porque es el ADN de los guayaquileños y forma parte de la vida diaria.
Sobre la pandemia sostiene que ha dejado una lección, esto es que falta por hacer, sobre todo en lo social; que falta por incluir a grandes franjas de la población y se debe pensar en cómo construir esa ciudad moderna e incluyente, con descentralización de sus servicios y recursos.
Destaca que el sector privado ha cumplido, ha dado trabajo cuando la ciudad vivió sus peores horas, el empresariado respondió con generosidad y esta tendencia debe mantenerse.
Para ello, agrega, se requiere un funcionamiento más eficiente del sector público, pues la participación activa del sector privado y de los ciudadanos, con una junta de beneficencia se unió en un solo objetivo. “Sin duda el potencial privado ha sido medular en estos momentos”.
Carlos Estarellas Velásquez, docente universitario
El espíritu guayaquileño supera la adversidad
Los cambios son evidentes y notorios en algo más de 40 años. Así lo sostiene Carlos Estarellas Velásquez al recordar el Guayaquil en los 60, 70 y 80 cuando incluso la ciudad aún era relativamente pequeña.
Destaca la contribución de ciudadanos de otras partes del país y del exterior que llegaron a Guayaquil y han aportado con su trabajo y esfuerzo al crecimiento económico.
Lamenta que en la década del 80 el fenómeno del populismo retrasó el adelanto de la ciudad; “hubo caos y conflictos con pésima recolección de basura, el tránsito desordenado y deficientes servicios básicos”.
Coincide en que desde la década del 90, nuevas administraciones municipales recuperaron la ciudad. “No solo fue en lo físico, sino en lo productivo y en la actitud de los guayaquileños. El resultado es ese Guayaquil que tenemos ahora”.
Finalmente sostiene que una característica del guayaquileño es su lucha constante; antes lo hizo contra piratas, pestes e incendios; e incluso ahora con la pandemia del coronavirus el espíritu guayaquileño sigue adelante y supera la adversidad. (I)