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El Telégrafo

Guayaquil y sus ancestros aborígenes

Guayaquil y sus ancestros aborígenes
El Telégrafo
02 de octubre de 2020 - 00:00 - Kléver Antonio Bravo

Los primeros asentamientos humanos en el actual territorio ecuatoriano, específicamente en la región Costa, se habrían ubicado en el extremo occidental de la península de Santa Elena, punto geográfico más conocido como Sumpa. Estudios arqueológicos realizados por la doctora Karen Stothert de la Universidad de Fordham, Nueva York, y Ana Maritza Freire, investigadora del Banco Central del Ecuador, han señalado la existencia de un grupo humano con una antigüedad aproximada de 7.000 años a.C. La mejor evidencia de este trabajo científico se encuentra en el museo Los Amantes de Sumpa.

Llegamos al período Formativo (4.000 – 900 a.C), tiempo en el cual habitaron las culturas Valdivia, Machalilla y Chorrera, en ese orden de tiempo. Estas sociedades aldeanas se asentaron en las actuales provincias de Manabí, Santa Elena, Guayas y El Oro, teniendo como subsistencia el cultivo del maíz, la yuca, el fréjol y el algodón, a lo que se sumaban actividades como la pesca, especialmente de tiburón, bagre, corvina, róbalo y la tortuga marina; la caza; la alfarería, los textiles y el trabajo en piedra.

Valdivia fue descubierta en 1956 por el guayaquileño Emilio Estrada, un apasionado por la arqueología antes que su mismo oficio de economista. Para este descubrimiento, fue importante la ayuda de los arqueólogos estadounidenses Betty Meggers y su esposo Clifford Evans, más la intervención de Francisco Huerta Rendón, Carlos Cevallos Menéndez, Julio Vieri y el legado de Max Uhle y Marshall Saville, entre otros nacionales y extranjeros de investigación posterior como Olaf Holm, Pedro Porras, Jorge Marcos, James Zaeidler…

Entre las culturas Valdivia y Machalilla, podrían definir ciertos avances en la tecnología de la época; esto es, los objetos de cerámica con pinturas decorativas y la costumbre de la deformación del cráneo con fines estéticos y nivel social, así como también el uso de aretes. En cuanto a la cultura Chorrera, destacó en ella una sociedad más jerarquizada, mayor dispersión de su tecnología y el comercio por las otras regiones de la Sierra y la Amazonía, razón por la que Estrada afirmó que Chorrera fue el “núcleo de la nacionalidad ecuatoriana”.

En el período de Desarrollo (900 a.C – 800 d.C), aumentó la población y su técnica en el uso de los metales, tal como afirman los estudios sobre las culturas La Tolita, Jama Coaque, Bahía de Caráquez y Guangala. De ésta última, ubicada en la actual provincia de Guayas -entre los ríos Tambo, Verde y Colonche, en Chanduy-, sobresalió la tradición alfarera, el uso de cobre para adornos corporales; y, la creación de instrumentos musicales de viento como la ocarina, pitos y flautas de hueso y cerámica.

Los cacicazgos, tareas agrícolas y las identidades étnicas, fueron las principales características del Período de Integración (800 d.C – 1533 d.C). Florecieron en aquella época las culturas Manteño-Huancavilca y la Milagro-Quevedo. De la primera, Jacinto Jijón y Caamaño los reconoció como una “confederación de mercaderes” por cuanto fueron grandes navegantes. Sus alcances en el comercio llegaban hasta Centroamérica y Perú, llevando tejidos de algodón, objetos de cobre, oro y un poco de plata; espejos de obsidiana y lo más importante de la mercancía: la concha spondylus. En la cultura Milagro-Quevedo destacó el pueblo de los Chonos, habitantes de la cuenca del río Guayas que solían construir albarradas, una especie de diques para captar el agua de lluvia. (I)

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