Voluntarios, siempre comprometidos con los demás
Todos los días, casi a la misma hora, un grupo de jóvenes tiene una cita en la cafetería Cuchara de Chocolate, en el sector de la Marín, en el sur de Quito. Han finalizado su jornada laboral y están a punto de iniciar otra, pero esta no es remunerada. Están allí por otros motivos: preparar chocolate para recaudar los fondos necesarios para agasajar a los niños betuneros en la época navideña.
Son 8 voluntarios que durante 2 meses han invertido su tiempo en elaborar chocolate artesanal. Marlon Albaracín, de 38 años, trabaja en la empresa Ecopacific, ubicada en el kilómetro 2 de la vía Sangolquí-Amaguaña. Para llegar a la cafetería, toma un bus interparroquial que tarda alrededor de una hora y media en llegar a La Marín.
Todos los días, desde el pasado mes de octubre, recorre este trayecto. “Tenemos que terminar de preparar el chocolate antes de Navidad. Por eso nos reunimos todos los días en la cafetería”. La tarea comienza a las 18:30 y finaliza casi 4 horas después. En este lugar tienen todo el material para la preparación: moldes, cacao, arroz crocante, grajeas de colores, vainilla... Sin mayores preámbulos, todos colaboran para la elaboración del chocolate. Lo derriten en baño maría sin dejar de vigilar la olla aunque sea solo de reojo. Cuando el chocolate está líquido, lo combinan con diferentes ingredientes. Luego llevan el chocolate a los moldes y de allí al horno.
Desde hace 15 años, Marlon integra un grupo de voluntariado, dirigido a los niños trabajadores de la calle, que empezó a ofrecer su apoyo para obras solidarias en la Iglesia de la Compañía de Jesús, en el Centro Histórico.
Con el transcurso de los años, formaron parte de la Fundación Muchachos Solidarios que durante 2 décadas trabajó en la antigua Terminal Terrestre de Cumandá. Este sábado 20 de diciembre, este grupo de voluntarios finalizó su labor y salió a las calles del centro para ofrecer su producto y así recaudar el dinero para el agasajo de los niños trabajadores.
Para Marlon cada Navidad es una oportunidad para ayudar a los demás. Es una labor silenciosa de todos los voluntarios que asumen este compromiso altruista. “Así nos sentimos felices; es una Navidad distinta”.
Las cajas del amor
Cada año, en la época navideña, cientos de voluntarios en América Latina se unen a la campaña solidaria ‘La Caja del Amor’ que invita a una familia con recursos a donar una caja de víveres a otra que vive en la pobreza de manera que tienda un puente que comunique la alegría de la Navidad. Se trata de un regalo de familia a familia. Esta iniciativa, que surgió en Chile, también se puso en marcha en el Ecuador.
Rommel Martínez, quien coordina esta campaña en la parroquia La Dolorosa, en el norte de Quito, explica que hace 3 años iniciaron este proyecto en Quito. Antes de entregar las cajas a las familias que desean colaborar, un grupo de voluntarios realiza un censo en diferentes sectores de la ciudad para conocer cuántos miembros integran cada familia y sus posibilidades económicas. Este año —dice— se escogieron 2 sectores: la parroquia de Cangahua, en Cayambe y Santa Rosa, un barrio suburbano de la capital. En 2013, 140 familias recibieron los víveres en esta misma temporada y este año esperan duplicar este número. “En las cajas de cartón que se dan a las personas que realizarán su donación también se adjunta la foto de la familia a la que ayudarán.
Preparar la cena para otros
Hace un par de años, a Paola Rey, de 28 años, le encomendaron la misión de colaborar en la preparación de un almuerzo navideño para un grupo de ancianos que viven en el Albergue San Juan de Dios, en el Centro Histórico. Esta joven, trabajadora social, asumió el reto. El menú fue sopa de pollo y arroz con pollo y ensalada, acompañado de jugo de frutas. Cada año, los Hermanos Hospitalarios que dirigen el Albergue, reciben a voluntarios que preparan el almuerzo y la cena navideña. Es una costumbre que comenzó 12 años atrás y que se mantiene gracias a la iniciativa de personas y familias desinteresadas. Nancy Ramírez, peluquera ha preparado varias veces el almuerzo navideño para los albergados. Integra un grupo de estudio bíblico en Don Bosco, donde los motivan a ayudar al próximo. “Este es el mejor regalo que puedo tener en Navidad”, dice.
Solidarios:
Ser voluntario no es una forma de promoción personal, sino, sobre todo, una expresión ciudadana.
El voluntario recibe mucho más de lo que da y de esta manera ayuda a construir una sociedad más equilibrada.
Los actos de solidaridad no solo deben multiplicarse en Navidad. Durante todo el año, las personas pueden ofrecer su tiempo en favor de otros.
En estas fechas, el voluntariado es muy específico, ya que se centra, principalmente, en atender a grupos concretos o en la organización de eventos especiales para la temporada navideña.
El voluntariado con personas mayores requiere tiempo, pues ellos necesitan atención y, en especial, compañía. De esta manera, pueden combatir la soledad. En muchos casos, el voluntariado es fundamental para estimular a las personas de la tercera edad.