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El Telégrafo
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La magia convence a los más incrédulos (Galería y Video)

Foto: Marco Salgado
Foto: Marco Salgado
05 de octubre de 2014 - 00:00

Al parecer, Houdini, el gran ilusionista, no murió, solo reencarnó en el conejo de la maga Melyna. Houdini aparece de un momento a otro; sale de una caja diseñada para actos de magia y enseguida se posa en el hombro de Melyna. “Disculpe, es que este conejo tiene complejo de loro”. En realidad, Houdini es el nombre que ella escogió para llamar a su conejo favorito que la acompaña a todas sus presentaciones.

En su cuenta de Twitter se lee: “La Maga Melyna la primera mujer mago de Ecuador, especializada en crear obras para escenarios, usando la magia y el ilusionismo como herramienta para contar historias únicas”. Melyna se involucró en el mundo de la magia de una manera accidental. Un buen día, unos amigos le pidieron que los ayudara a ejecutar algunos actos de magia para una obra de títeres y ella decidió hacerlo, aunque conocía poco sobre este tema. Luego, abrió por primera vez un libro sobre magia y le encantó. Se llamaba Magia y Trucos de salón y lo leyó de punta a punta; nunca más se separó de él. Así empezó su historia con la magia.

Durante 20 años se dedicó a la actuación, pero la magia la conquistó de manera definitiva. “Entendí que la magia podía convertirse en un gran instrumento para contar historias”. Está convencida de que es más difícil hacer magia para el público infantil que para el adulto y tiene sus razones. “Últimamente los niños son adultos grandes y ya no se dejan ‘engañar’ con facilidad. Hay que presentarles rutinas de magia muy bien logradas, porque de lo contrario, te descubren y no tienen ningún empacho en decírtelo”. Sus presentaciones suelen durar entre 45 minutos y 1 hora. Melyna, cuyo nombre real es Karina Cruz, dice que gracias a estos juegos de ilusionismo los pesares —cualquiera que estos sean— desaparecen casi como por arte de magia. La magia, comenta, tiene ese don. Nos devuelve la sonrisa.

El mago Zadquiel se interesó por la magia hace 13 años. Él ha llevado la magia a todas partes, incluso a las salas de espera de los aeropuertos.

Zadquiel también es un mago que ama lo que hace. Lleva casi 13 años en ese mundo y en ese tiempo ha logrado perfeccionar sus juegos de ilusionismo. Cuando tenía 20 años empezó a trabajar en temas relacionados con la Educomunicación y fue por esta razón que se involucró con la magia. “Estaba en contacto con diferentes comunidades y con niños”. Al principio, presentaba juegos básicos: en sus manos aparecían y desaparecer monedas. Estas ilusiones divertían a los niños y a partir de entonces incorporó la magia a su labor. Zadquiel, cuyo nombre real es Pablo Cisneros, descubrió que a través de la magia lograba que sus mensajes sean acogidos de una manera más amigable. Con el transcurso del tiempo, se especializó en el área de la prestidigitación. En el escenario prácticamente se presenta solo con mi traje y mientras se desarrolla la función, saca pañuelos, pelotas, conejos, paraguas y llena el escenario con diferentes objetos.

Cuando Zadquiel empezó a practicar magia, no había Internet. Tenía que recurrir a los libros para poder aprender a diseñar una caja de magia y otros implementos. Ahora hay locales donde puedes comprar todos estos implementos y en la página de YouTube se ofrecen guías para realizar diferentes rutinas. Este mago no solo participa en encuentros de magia en el país. Su magia también ha divertido a las familias que, en ocasiones, lo han contratado para aniversarios, cumpleaños. Siempre encuentra la ocasión para entretener con sus juegos de ilusionismo. Para no aburrirse en la sala de espera de los aeropuertos, suele hacer juegos de cartas y la gente a su alrededor se acerca para verlo. “La magia es un buen pretexto para conversar, para aproximarte a las personas”. Asegura que la magia incluso lo salvó de ser víctima de un asalto. En el momento, en que intentaban robarle sus pertenencias, extrajo unas cartas e improvisó un juego. Los delincuentes se quedaron sorprendidos y decidieron no asaltarlo.

Para muchos ilusionistas, la magia es un arte. Lo interesante de la magia es que solo se requieren unos pocos recursos, como una baraja, dados o una moneda para realizar rutinas que siempre asombrarán. La magia atrae a todo el mundo. Adultos, jóvenes y niños se entusiasman cuando alguien avisa que hará “desaparecer” un objeto, “adivinará” el pensamiento o logrará que un pedazo de tela “cobre vida” y “dance” para el público. La magia supone un gran estímulo para la mente y por qué no para el espíritu. Muchos especialistas coinciden en que ayuda —sin importar la edad— a desarrollar el llamado pensamiento mágico, es decir, la capacidad de pensar como factibles aspectos que parecen   imposibles. Para estos ilusionistas, la magia es una herramienta que entretiene, pero que al mismo tiempo, permite que otros aprendan a valorar el trabajo bien logrado. Desde que la saga de Harry Potter alcanzó éxito, cada vez hay un mayor número de seguidores de este arte.

Sorprende:

Necesitas una moneda, un pañuelo y una camisa o cualquier otra prenda que tenga un bolsillo en el pecho. Hay que sostener con una mano la moneda para que todos puedan verla y con la otra se sostiene el pañuelo. Es necesario pasar el pañuelo varias veces sobre la moneda, en un movimiento desde adelante hacia atrás.

El público puede ver cómo, tras pasar el pañuelo, la moneda continúa allí hasta que, después de una pasada, ¡deja de estar! Ta ta ta tan. El secreto está en coger, en la última pasada, la moneda con la mano que sostiene el pañuelo y, al llevarla hacia atrás soltar la moneda en el bolsillo. Luego se despliega el pañuelo y la moneda ya no estará.

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