La usura tiene múltiples explicaciones y causas. Quizá la más fácil es que el ciudadano pobre no confía ni tiene acceso al sistema financiero, por los intereses, las garantías y otras cosas más. Pero la más lógica y compleja es que ese negocio es impulsado y estimulado por grupos, mafias y delincuentes que se aprovechan de las necesidades de la gente y de sus angustias económicas, a lo que se suman ciertas presiones y argucias para comprometer a la gente, con engaños y mentiras, a endeudarse en ese sistema informal que arrastra ya no solo pobreza sino también violencia, muerte y sicariato.
Parecía normal que en los barrios, tiendas y hasta canchas deportivas se observara a los llamados chulqueros ofreciendo dinero. Incluso, no era raro que, como la cosa más natural, alguien indicara con quién y en dónde se podía encontrar a un chulquero. Y tampoco era raro que, en motos y con la agresividad más insolente, circularan por esos barrios para amenazar con arma en mano a quienes no paguen a tiempo las deudas contraídas.
La detención de varias bandas en algunas ciudades revela que no era un negocio cualquiera ni tampoco involucraba a pocas personas...Las últimas acciones policiales contra las bandas de usureros son un gran avance. La detención de varias bandas en algunas ciudades revela que no era un negocio cualquiera ni tampoco involucraba a pocas personas. No debe haber sido fácil implementar un operativo de esa magnitud. Pero eso es solo una parte. Incluso, la lucha contra el crimen organizado incluye el lavado de dinero, que es una de las fuentes también de los usureros. Obvio: la detención, juzgamiento y sanción judicial pueden parar esa acción delictiva, pero también es cierto que hace falta mucha más información para los ciudadanos sobre la gravedad del tema, de esos procedimientos de endeudamiento.
Ante todo corresponde gestar una cultura, no en contra de la usura solamente, sino a favor de la formalidad del crédito a todo nivel. En eso tienen un rol predominante las autoridades correspondientes, cierto, pero sobre todo las mismas instituciones financieras (bancos y cooperativas) para gestar esas nuevas realidades y con ello eliminar las secuelas mortales y delincuenciales de este delito.
Si las acciones policiales han revelado la magnitud del problema, deben seguir bajo la premisa de que con ello se frena el negocio perverso de un minúsculo grupo de personas que esconden, además, otras redes de traficantes y delincuentes. La colaboración colectiva debe apuntar a una mejor comprensión de la gravedad del tema y su solución como una estrategia global de todos los actores comprometidos, empezando por la organización barrial.
