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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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Las cooperativas son agentes que aportan a la inclusión financiera

Las cooperativas son agentes que aportan a la inclusión financiera
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Las cooperativas, financieras y no financieras, se han convertido en un motor para la economía popular y solidaria por su propia naturaleza: nacen de la voluntad de las personas para crear una organización, en la cual los socios son los dueños y la máxima autoridad es la Asamblea.

De ella, se elige un consejo de administración y otro de vigilancia. El primero elige al gerente, y el segundo controla al gerente y al consejo de administración. “Eso quiere decir que son los propios socios los que tienen el autocontrol de su organización”, refirió Margarita Hernández, superintendenta de la Economía Popular y Solidaria (SEPS).

Esa dinámica permite entender que no es posible forzar la creación de estas organizaciones, en las cuales los socios están dispuestos a vincularse para ahorrar y tener derecho a préstamos y, además, manejan un intermediario financiero: la cooperativa.

En la economía popular y solidaria -explica Hernández- existen muchos actores y no todos están regulados o contralados por la SEPS, ni todas están dentro de un mismo sector.

En la SEPS están básicamente dos sectores: financiero popular y solidario (cooperativas, mutualistas, cajas de ahorro, cajas y bancos comunales) y no financiero (sector real). Entre las primeras, solo las cooperativas y mutualistas son sujetos de control por parte de la Superintendencia, las demás reciben acompañamiento.

En el caso de las cooperativas de ahorro y crédito, su impacto en el territorio depende de la correlación que tienen con sus socios y la mayor parte se concentra en la Sierra Centro.

La clave de su éxito -afirma- está en unir a personas con un vínculo en común, sea geográfico o para ahorrar y acceder a créditos, pero no siempre se asocia a una actividad productiva específica. Y cita de ejemplo dos cooperativas cerradas, una creada por los empleados de la Cervecería Nacional y otra de la Policía Nacional.

La SEPS controla 613 cooperativas de ahorro y crédito, divididas en cinco segmentos según los activos que poseen. El segmento 1 abarca aquellas que superan los $ 80 millones; en el 2, las que tienen de $ 20 millones a $ 80 millones; en el 3, de $ 5 millones a $ 20 millones; en el 4, las que tienen de $ 1 millón a $ 5 millones; y en el 5, las que no llegan a $ 1 millón. En el último segmento está la mayoría de entidades.

Un vínculo basado en la confianza
La inclusión financiera es el aporte más importante de las cooperativas de ahorro y crédito. Por su cercanía territorial y la oferta de servicios financieros adecuados a las dinámicas productivas han llegado a distintos estratos de la población, explica Wilson Araque, vicerrector y director del Área de Gestión de la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB).

Generalmente trabajan con microempresarios de los sectores rurales y urbano marginales, actores de la economía popular y solidaria que antes no accedían a los servicios del sistema financiero:ahorro y crédito.

“Las cooperativas han logrado construir confianza por la cercanía territorial, ya que tienden a estar muy cerca de sus usuarios;y porque brindan servicios de forma eficiente y rentable a la población que por mucho tiempo estuvo olvidada”.

Al esfuerzo por consolidarlas se suma BanEcuador. Dentro de su estructura organizacional se contempla la creación de la Gerencia de Operaciones de Segundo Piso, cuya finalidad será el fortalecimiento del sector financiero popular y solidario a través de la canalización de recursos hacia organizaciones del sector (cooperativas de ahorro y crédito, cajas y bancos comunales), para que estas a su vez satisfagan las necesidades de financiamiento de sus socios o clientes, informó Rafael Silva León, gerente general de la entidad.

A diferencia de los procesos rudimentarios que utilizaban en la primera década del año 2000, las cooperativas han evolucionado y la forma de otorgar créditos está alineada a lo que fue el microcrédito.

Otra de las características de estas instituciones -agregó Araque- es que el oficial de crédito por lo general no está sentado en una oficina sino que se acerca al taller, a la chacra, a la mecánica, a la carpintería, etc., para conocer más de cerca cómo evoluciona el negocio y para facilitarle el otorgamiento del crédito. 

“De ese modo, el asesor de crédito termina aconsejándole sobre cómo deberían los negocios promocionar y vender sus productos, sobre cómo ser más eficientes y de qué forma deben llevar la contabilidad”.

De un evento internacional desarrollado en Barranquilla hace unos días, Araque sostuvo que una de las conclusiones fue que las cooperativas pueden apoyarse en la tecnología para agilizar sus procesos y transacciones, pero siempre tendrán que contar con un mecanismo que garantice la conexión personalizada entre el asesor de crédito y los socios.

Según Hernández, el reto es crear un verdadero vínculo entre el socio y la cooperativa para que ejerzan un verdadero control sobre el manejo de la organización. “Necesitamos construir mecanismos para que la gente se dé cuenta de que eso es suyo, porque ellos sostienen al intermediario financiero con su dinero”.

La edición impresa de DesdeCero está dedicada a las cooperativas. Este y otros temas relacionados con este segmento de la economía los puede encontrar en la publicación que circula el lunes 14 de noviembre. (I)

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