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El Telégrafo
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Una lamida de gato urgente

Una lamida de gato urgente
18 de agosto de 2011 - 00:00

Un tren bastante amplio, lleno de seguidores del equipo local nos llevaba al estadio del Wigan.

Aficionados con un firme olor a cerveza y vehemencia a flor de voz dejaban notar unos saltones ojos cada vez que nos acercábamos más al DW Stadium. 

Durante los 45 minutos de recorrido, más de un curioso inglés notó que había dos rostros forasteros, que no solo eran grandes exponentes de la raza latina, sino que además llevaban cámaras de TV y micrófonos.  

Era el inicio de la Premier League del año 2009, habíamos llegado a la Gran Bretaña con la intención de seguir los pasos de cinco ecuatorianos que jugarían esa temporada en este país; Antonio Valencia con el Manchester United, Christian Benítez y Giovanny Espinoza con el Birmingham City, Fernando Guerrero con el Burnley, y Segundo Alejandro Castillo con el Wolverhampton; serían ocho días de trenes, recorridos, estadios y mucho conocimiento.

El hielo se rompió y más de un pasajero del tren nos daba explicaciones, pedía que comprendamos que nos dirigíamos a uno de los estadios más modestos de la Premier, que no tomemos este ejemplo como el general de la liga. El énfasis y petición de nuestros compañeros de viaje, sobre no considerar este escenario deportivo como uno importante, por momentos ya rayaba en la “cargazón”.

El DW Stadium es una obra opulenta; estadio elegante, moderno, cómodo, bien diseñado y construido, con todas las de ley... no entiendo si los ingleses están locos, o cuál será su estándar de estadio “turro”, lo único que pude asimilar fue un bochorno considerable. ¿Habrá sido verdad de los tipos del tren o habrán querido sorprender con eso de que este estadio no es de los mejores? , si es así, los estadios de Ecuador son una verdadera vergüenza y cercanos a la decadencia.

Logré borrar esa imagen del “supuesto” escenario deportivo modesto, traté de negar la realidad y no compararlos con los estadios de nuestra liga local.

La negación y conformidad con nuestra triste realidad estaba bien marcada ya en mi interior, todo marchaba por buen camino hasta que las labores nos llevaron a Colombia por el Mundial de fútbol Sub 20.

Llegar a un país que está a decente distancia terrestre del nuestro, abrir los ojos y encontrarte con estadios de primer mundo fue muy agradable y a la vez colosal golpe bajo a mi orgullo personal.

Inevitable fue la comparación con los escenarios que tenemos en nuestro país, como también fue ineludible buscar la similitud entre las ciudades que tenían estos escenarios en Colombia con las del Ecuador. Si les pregunto ¿en qué escalafón está Pereira entre las ciudades más importantes de Colombia, cuál sería la respuesta?

Luego de la indagación respectiva y por razones socio-económicas, turísticas, poblacionales; Pereira es la séptima ciudad en importancia de Colombia. Bajo este análisis, resulta altamente satisfactorio descubrir la calidad de estadio que tiene la ciudad. El “Hernán Ramírez Villegas” es un reducto soberano, que puedes poner en cualquier liga de primer mundo, mejor que el supuesto modesto reducto de Wigan y que otros súper estadios que conocí en la Premier League.

Pregunto: ¿Cuál es la séptima ciudad en importancia en Ecuador?... ya sé, ya sé, se inicia con eso otro debate, solo que no imagino un estadio de esa calidad en la que concluiríamos sea la séptima ciudad del Ecuador.

Nuestros reductos están de capa caída, o mejor sería decir de capa destruida. Los sectores para el trabajo periodístico de algunos se acercan a confiables ratoneras, no tienen Internet, no hay pantallas gigantes para los aficionados, no hay asientos individuales, son sucios, inseguros, despintados, los bares son limitados, baños chancrosos.

Ahora, para ser justos, debemos destacar que en el estadio de Liga de Quito, sí hay pantalla gigante e Internet en  las salas de prensa. El Monumental tiene camerinos y una banca de suplentes espectaculares.

Pero en cuanto a comodidad básica y beneficios para los espectadores, la oferta es decadente.

Lo peor de todo es que seguimos convencidos (o engañados) de que tenemos grandes escenarios; enormes remodelaciones es lo que hace falta.

De acuerdo, seguramente muchos de ustedes dirán que Colombia se vio beneficiada por la FIFA y ayuda estatal para someter a estos arreglos a sus estadios. Pero lo logró, lo consiguió y ahí la realidad.

Ecuador fue sede de la Copa América en 1993 y del Mundial de fútbol Sub 17 en 1995... y los estadios no quedaron ni cercanamente similares a los que hoy se ven en  Argentina, Venezuela y Colombia.

Espero que no utilicen el argumento de rankings falsos sobre la calidad de nuestros escenarios o que busquen analgésicos para apagar esta triste realidad... ni una mano de gato le dan a nuestros estadios. No estamos para nada bien en esta categoría, desde ya les recomiendo acudir a la farmacia, adquirir un buen colirio e iniciar la correcta visión de nuestra realidad.

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