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El Telégrafo
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La gimnasia rítmica le da vistosidad a los Nacionales

La gimnasia rítmica le da vistosidad a los Nacionales
12 de octubre de 2011 - 00:00

Los movimientos corporales tienen una precisión milimétrica, así como la relación con los implementos que utilizan: aro, pelota, mazas y cinta.

Todo matizado por los coloridos y luminosos trajes que conjugan la vistosidad en la presentación de cada una de las 14 deportistas que participan en gimnasia rítmica, en los  III Juegos Nacionales Pre-Juveniles, cuya subsede  es el coliseo Rumiñahui de  la capital.

La lojana Thalía Cueva, con apenas 12 años, es la de menor edad de las gimnastas y la más pequeña, con solo 1,43 m. Sin embargo, fue la más entusiasta y la encargada de abrir la competencia. Con agilidad y perfecta sincronización manejó el aro. Lo elevó al aire, mientras ella cumplía movimientos en la alfombra, y al descender lo recibió en su cintura para continuar la rutina.

Desde los 10 años ingresó a este deporte y con entrenamientos diarios de 4 horas logró establecer cierta firmeza para dominar los implementos. Su preferido es el aro; en los otros aún tiene dificultad y lo demostró en su ejecución con la pelota, la que soltó en los instantes finales de la rutina.

“Aunque practiqué mucho, no pude sostener la pelota a la hora de la prueba, por los nervios que sentí en esos instantes”, afirmó Thalía.

Cada participante mostró su habilidad para someter la esférica con manos y pies. Incluso emplearon la cabeza y espalda como una especie de rampa para hacerla descender sin que la redonda pueda topar el suelo. Todo con una perfecta sincronización que arrancó los aplausos de los pocos presentes en el coliseo de La Vicentina, centro de Quito.

Las más ovacionadas fueron las tres representantes de Pichincha: Camila Duchimaza, Mishell Sampedro y Melisa Pérez, quienes son además las opcionadas a las medallas de esta disciplina.

En los minutos previos a cada presentación, en las alfombras alternas se viven movimientos propios de los camerinos de un evento de belleza.

Las entrenadoras y sus asistentes correteaban sin cesar para acomodar los peinados, resaltar el maquillaje, ajustar las trusas o acentuar el brillo del cuerpo de las competidoras, que modifican su vestuario y lo armonizan con los colores del implemento a utilizar.

Los trajes son diseñados de acuerdo a los gustos de cada participante y según el modelo va el costo. Los hay desde 20 dólares (dependiendo del material) y son solo para competencias, porque en el entrenamiento solo emplean mallas y licras.

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