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El Telégrafo
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Johanna, una “Chinita” “infiltrada” en el equipo nipón durante el Mundial

Johanna, una “Chinita” “infiltrada” en el equipo nipón durante el Mundial
30 de septiembre de 2011 - 00:00

Su pequeña estatura y la aparentemente frágil contextura física hacen de ella una deportista muy singular. No le sobran ni le hacen falta kilos, pues su peso está repartido proporcionalmente, manteniendo los cánones de  la estética.

Un año de entrenamientos, constante dedicación y disciplina, así como un sorprendente progreso en su nivel técnico, fueron argumentos valederos en la consecución de una distinción que la tiene muy entusiasmada y feliz, porque llegara la cúspide y alcanzar el título de campeona mundial de levantamiento de potencia es para destacar.

Canadá fue el país en donde  la deportista  Johanna Aguinaga dio una muestra de su capacidad y condiciones, en el Campeonato Mundial de Potencia, ante rivales de notable fortaleza que no consiguieron doblegar a la quiteña de 18 años, estudiante de Ingeniería Agroindustrial en la Escuela Politécnica Nacional.

Un hecho un tanto anecdótico sucedió en dicha competencia, porque su rostro y en especial sus ojos tienen cierto encaje oriental, al igual que los de su entrenador.

“Como soy chinita, lo peculiar fue que yo estaba calentando en la misma plataforma que el equipo de Japón, que se portó muy bien conmigo. Ellos (los chicos) me  cargaron los discos, me apoyaron, así como lo hicieron con mi entrenador para que me pusiera las vendas, entonces yo más parecía del equipo de Japón que de Ecuador”, recuerda  risueña.

Como padece de astigmatismo, compitió sin lentes y no tuvo una visión clara del marcador electrónico sobre los pesos levantados, por eso   no sabía si estaba ganando o perdiendo, pero en los últimos intentos de sentadilla y press de banca tuvo la percepción de que estaba haciendo bien las cosas, al escuchar el aliento y apoyo de competidoras de Ucrania, Alemania, Estados Unidos y Japón, que le deseaban buena suerte.

“El marcador estaba al frente, pero yo no veo a cierta distancia y mis entrenadores sí. Se hablaban entre ellos, mas no me decían nada para que no me estresara, sino que estuviera tranquila y que  hiciera  lo que realizo en los entrenamientos, competir bien”, sostiene.

Al subir al podio como la flamante campeona de los 72 kg, luego de levantar 190 kg en sentadilla, 102,5 en press de banca y 145 en peso muerto, Johanna tuvo una real dimensión de lo que había logrado y solo entonces, teniendo a sus costados a Ashleigh Andrew de Estados Unidos y a Marketa Kovrzkowa de República Checa, sintió una  indescriptible emoción.

“Quería llorar y gritar, porque tanto esfuerzo y empeño que le puse tenía sus frutos y eso me da mayor impulso para seguir en este deporte; ahora lo haré, pero en  otra categoría (junior)”, comentó, al destacar que sus compañeras Michelle Cevallos e Isabel Maldonado también cumplieron un gran papel. La primera fue oro en 72 kg y la segunda plata.

Estudios y deporte es la rutina de la mundialista que se inicia las primeras horas de la mañana para ir a la Politécnica desde las 07:00 hasta las 11:00; luego va al Polideportivo de La Vicentina, en donde comienza la primera sesión de entrenamientos.

Tras el almuerzo que se sirve en la Concentración Deportiva de Pichincha, vuelve a clases y a partir de las 17:00 retoma los entrenamientos que los concluye alrededor de las 21:00.

Agradece a Dios, porque le permite hacer lo que le gusta, por tener una familia que la apoya; sus padres no son gente pudiente, en su hogar tiene lo necesario. “Las únicas comodidades que tengo  son un techo, casa, comida y el amor de mis papás; no puedo pedir más”, manifiesta la deportista que se inició en la Liga Deportiva de Rumiñahui.

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