La superficie aproximada sobre la que se construyó el estadio Atahualpa, diseñado con una figura ovoidal, es de 78.000 m2, de los cuales 39 mil fueron destinados al área de construcción.

La obra, que se inició tras un gigantesco desbanque en 1948 y en la que se emplearon miles de quintales de hierro y cemento, no solo contempla la cancha, 30 graderíos de tribuna y general desde el filo de la fosa hasta el redondel del coso en la parte alta, además de varios servicios e instalaciones, sino una serie de bodegas diseñadas bajo las gradas de cemento alrededor del anillo.

La popularidad, en su momento, que compartieron el fútbol y, por ejemplo, el boxeo, movió a las autoridades de la matriz provincial del deporte pichinchano a propiciar una mejor utilización del escenario. El boxeo fue la primera disciplina en utilizar parte de la infraestructura. Junto a las puertas de ingreso a tribuna, en el costado sur, se realizó la adecuación de un gimnasio que llevó el nombre de Patricio Romero Barberis, ex presidente de la institución, conocido y prestante hombre público fallecido hace siete años.

Aún cuando la idea inicial fue hacer del estadio Olímpico Atahualpa exclusivamente para el fútbol, la pista (de carbonilla en aquel entonces) que bordea la cancha de 105 x 70 m -de césped natural-, dio paso al desarrollo de competencias atléticas en los intermedios de los partidos, especialmente en los inicios de la década de los 70-80.

Fue el principio de la práctica de otras actividades deportivas, dado el crecimiento del deporte de Pichincha. Ahora son seis filiales de CDP las que han logrado utilizar las dependencias del estadio para desarrollar sus actividades.

El Comité de Esgrima de Pichincha tiene su espacio para entrenamiento de los deportistas, que superan el medio centenar. En una superficie de 300 m2, ubicada bajo los graderíos del costado occidental de la tribuna principal, se han instalado tres pedanas (pistas) en donde los lanzadores, niños y jóvenes, desarrollan sus prácticas bajo las órdenes de dos técnicos cubanos y un ecuatoriano.

“Aquí estamos con más amplitud, disponemos de un buen espacio para entrenamientos, al momento tenemos más de 70 deportistas que se preparan diariamente en horas de la tarde a partir de las 16:00, especialmente, aunque en esta época de vacaciones también lo hacen en la mañana”, anota Lorena Arroyo, presidenta desde hace tres años.

Los espacios otorgados a las filiales han sido debidamente adecuados, acorde con la superficie. El Comité de Wu Shu,  presidido por Miguel Angel Pavón, dispone de un lugar de 150 m2 junto a la puerta 5. Este deporte no demanda una implementación especial, salvo el tradicional uniforme, muy parecido al judogui.

Hacia el sur occidente y junto a la puerta 7 se encuentra la Asociación de Kick Boxing, encabezada por Édison Gómez. El número de practicantes de esta disciplina ha crecido paulatinamente y al momento se cuenta con cerca de un centenar de deportistas que entrenan diariamente en una superficie de 200 m2, en horario vespertino.

La sección de deportes ecuestres también cuenta con un local ubicado en los altos de la puerta 3, destinado exclusivamente para oficinas administrativas de la asociación provincial presidida por Gonzalo Meza.

Mientras tanto, junto a la puerta 2, en el costado noroccidental y en una superficie aproximada de 200 m2 se hallan dispuestas las oficinas y mesas de la Asociación de Billar de Pichincha, que luego de haber ocupado un elegante salón en el Palacio de los Deportes por algunos años, trasladó sus instalaciones al escenario de El Batán; aunque la actividad ha decrecido en algún porcentaje, por diversas circunstancias.

Según los responsables del cuidado y mantenimiento del estadio y todas sus instalaciones, se debería tener políticas muy claras, comenzando por la administración y manejo de personal con perfil adecuado para el efecto, entre ellos un gerente general, frente a la idea de ampliar su estructura acorde con un proyecto visualizado hace varios años por anteriores directorios de la CDP, habiéndose mencionado una serie de aspectos que, por falta de recursos económicos financieros, no se pudieron implementar.

Fue entonces que se priorizó la atención a varias filiales que carecían de lugares para entrenamiento y se procedió a la entrega de locales que fueron adecuados para la práctica de muy diversas manifestaciones.