La embarcación chilena compite por tercer año consecutivo en la regata de 713 millas náuticas; en esta ocasión sus tripulantes la conforman tres padres con sus hijos y un “infiltrado” que colabora en la nave como orientador y “todólogo”.

Bajo  las órdenes del entrenador e integrante del bote Pura Sangre, Jorge Suazola, los 8 miembros de la nave chilena, que compite en la IX edición de la Copa Galápagos, se prepararon desde temprano en  la mañana del jueves para alistar su navío que partirá desde Salinas hasta las “Islas Encantadas”.

A las 06:30, Suazola y Eduardo Aspillaga  subían a la embarcación 10 galones de agua, alimentos enlatados, gaseosas y uno que otro snack para “picar” durante el trayecto de la segunda regata del certamen, que comprende una distancia de 573 millas náuticas, desde  Salinas hasta Puerto Ayora, en la isla Santa Cruz, del Archipiélago de Colón.

“Esta travesía es larga, por eso nos levantamos temprano para embarcar todo lo necesario; en caso de que se nos olvide algo, tenemos tiempo para ir a comprar”, señaló Aspillaga, quien declaró que los vientos no lo ayudaron durante la participación de la primera regata Barlovento-Sotavento, en la que su embarcación se ubicó en la décima posición de la tabla en la categoría 500 ORC (handicap).

Pura Sangre se tomó el tiempo de 2 horas, 28 minutos y 22 segundos para recorrer las 12 millas que comprendían el primer trayecto de la IX Copa Galápagos, disputado la tarde del jueves en la rada de Salinas (a 2 millas del Malecón).
“No tuvimos el suficiente control de la vela con los vientos fuertes de la costa; fallamos y por eso nos quedamos atrás”, declaró Suazola, quien aseguró que “la segunda etapa será nuestra”.

Los veleristas “araucanos” confesaron que su presencia en costas ecuatorianas se debe al placer que sienten cada vez que compiten con sus hijos. El capitán Walter Riegel  junto con su vástago Roberto  llevan dos años surcando aguas chilenas, ya que son fuertes en el Campeonato Nacional de su país.

Así como el armador (capitán) los demás integrantes navegan con sus hijos, como Vicente Gimeno y Paolo Jr., y Suazola con su primogénito Miguel. “Recorrer los mares es nuestra pasión y qué mejor manera que hacerlo con nuestros hijos”, apuntó el entrenador Suazola, quien además añadió que “al principio nos llamábamos Pura Sangre por el amor que nosotros le tenemos a los caballos, pero desde que este viaje lo hacemos familiar, diría que es porque por nuestras venas corre la misma sangre de padres e hijos”.

Cuando comenzaron a surcar las 1.000 millas en la regata de Chile, desde hace más de 6 años, el barco Pura Sangre se caracterizó por ese nombre. “Lo escogimos por el gusto a esos mamíferos, incluso teníamos pensado dibujarle un caballo, pero desistimos de esa idea”, acotó Aspillaga, el único integrante que no viaja con su hijo y dice autodenominarse el “intruso o infiltrado” del barco.

La función de Aspillaga es la de “todólogo” y quiere decir que lo que le piden lo hace. “No tengo una función específica en la nave y eso me convierte en el mano principiante, pero eso es bueno, ya que así me da tiempo para ir comiendo, tomando en el camino”, señaló el tripulante chileno.

Ante esa declaración, Miguel Suazola replicó en un tono burlesco que: “obvio, las cervecitas y la buena botella de wisky no pueden faltar en la maleta de víveres del Pura Sangre”.

Para la segunda regata de la Copa Galápagos, que arrancó ayer, el navío “araucano”, que tiene la numeración 2.755 en la vela más alta, aspira a coger mejor las fuertes ráfagas de viento en alta mar y por ello su propósito era llegar a Puerto Ayora el lunes en la noche y no el martes como los miembros del comité organizador tiene previsto que arriben las velas.

“Nuestro objetivo es llegar lunes, no martes como indican en el cronograma a la primera parada en Galápagos. Allá apuntamos que será nuestra levantada en la Copa”, declaró Suazola Jr.

Pura Sangre se ubica en la general, en la décima cuarta casilla, luego de la décima ubicación en la primera regata de Barlovento-Sotavento.