Viglietti musicalizó la historia y dio sentido al canto popular
Daniel Viglietti es un contador de historias que le mete melodía a eso que narra. Una: Elena Quinteros era una maestra uruguaya que fue capturada por oficiales del Gobierno de facto por los años 70. Ella, con ingenio, propone entregar un ‘contacto’ a quienes la custodiaban.
Logra llevar a los oficiales hasta una esquina de Montevideo, cerca de la Embajada venezolana. Una vez que llegan, ella corre, salta un muro e ingresa a la sede diplomática, grita su nombre y las razones por las que está detenida. Pide asilo. Se lo conceden; pero los oficiales de la dictadura, en un arrebato, la apresan de nuevo. Desde entonces desapareció.
El cantautor evoca dicha historia y la búsqueda que Tota Quinteros, madre de Elena, hizo hasta que la muerte también la desapareció. Tiza y bastón fue el tema con el que Viglietti recordó dicho crimen. Y para hacerlo dejó a un lado la guitarra y tomó el cuatro venezolano para, como dijo, ser coherente y grato con la “tierra de Bolívar”.
Así, en un show que se extendió a dos horas, empezó en Quito la noche del jueves pasado, en el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, el V Encuentro Internacional de Canción de Autor. Junto con el montevideano se presentaron el riojano Pancho Cabral y el cubano Fernando Aramis.
Detrás de cada canción había una historia por contar, más bien una especie de contexto que dar para que la canción interpretada cobre mayor sentido. Viglietti contó entonces el tránsito de Ernesto ‘Che’ Guevara por América Latina para introducir en la historia a alguien cuyos episodios de vida fueron eclipsados por ocurrir en la misma época: los de Soledad Barret, líder estudiantil uruguaya muerta en Recife, Brasil.
Y así fue contada la lucha por las tierras que protagonizaron los obreros de los cañaverales uruguayos con el tupamaro Raúl Sendic como personaje central, y una referencia al músico argentino Alfredo Zitarrosa. O la historia de El chueco Maciel, homónimo del tema que cantó anoche y que, al explicarlo, tornó paralela dicha historia con la de Robin Hood, de hecho bromeó al decir que el antihéroe fue quien copió las andanzas del adolescente uruguayo.
Aunque el repertorio pareciese una hilera de conversaciones serias, lo cierto es que Viglietti aprovechaba cada explicación para bromear con el público, incluso cuando lo invitó a cantar con él. Y en un momento de la noche quiso situarse en algún membrete con el que han catalogado sus temas. Aludió a la ‘canción protesta’, a la ‘nueva canción’ y a la ‘canción con contenido’. Cuando dijo esto último no pudo evitar reír.
Prefiero, dijo, decir que mi género es la ‘canción humana’, haciendo plena referencia a Poemas humanos, del poeta peruano César Vallejo, quien ha sido uno de sus referentes, así como Benedetti, entre otros. Canción para mi América cantó y la dedicó a los pueblos indígenas de Ecuador. Y contó que prefiere decir que el tema debe llamarse ahora Canción para nuestra América.
Cantó, entre otras, algunas canciones de cuna como Despierta negrito. “Son canciones para despertar la conciencia”, compartió antes de perderse detrás del escenario.