Tiempo y espacio deliran en el bosque
El tiempo pareciera detenerse y darle espacio a la contemplación en la obra que presenta Jorge Velasco en su exposición Delirio en el bosque, inaugurada el pasado martes en la Galería Mirador de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil.
Es la segunda vez que Velasco monta una exposición individual en este espacio, cuya infraestructura -dice- le permite trabajar los tipos de temáticas que suele abordar.
La muestra contiene una serie de obras que abordan el tiempo y el espacio, magnitudes con las que el artista intenta montar un “juego metafórico”.
El material que utiliza en cada obra explica de qué va aquel juego metafórico del que habla el artista.
Varias piezas de la muestra incluyen motivos sobre el espacio.
Eclipsees una pequeña pieza circular de madera petrificada pegada a la pared.
Esculpido a partir de un tallo de grandes dimensiones, el tamaño de Eclipse -alrededor de 15 cm de diámetro- es una paradoja. “El objeto pequeño que está en la pared guarda todo ese tiempo que toma la madera en petrificarse”, dice Velasco, a quien se le conoce con el mote de “Chay” en el mundo del arte contemporáneo de Guayaquil.
Pero antes de llegar a esa pequeña figura que representa a la Luna, el trayecto es interrumpido por la figura de un Asteroide -de resina y grafito- que ha destrozado una de las baldosas de la Galería Mirador.
La obra de Chay suele tener ese componente de la sorpresa, del detalle de último momento. Ya en agosto, en la exposición del Premio Batán en NoMíNIMO, su obra Agonía y éxtasis era una “mano creadora” -homenaje a Miguel Ángel- ubicada de forma que pasara desapercibida hasta que al bajar la escalera de la galería, la escultura era evidente.
Es igual con otras de las obras de de Delirio en el bosque:Una pieza de madera tiene un nombre inexplicable hasta que, en medio del caos, asoman unos pequeños ojos de vidrio que le dan sentido a Mutantemente divino, o cosita.
Celestial, que asemeja al firmamento, no es visible hasta que el espectador debe salir, y se da cuenta de que en el techo de la galería hay una instalación de resina. Si bien el nombre de esta pieza es suave, dice el artista, “simula un acto de caos”.
La obra “20.000 m” recrea con su forma la sensación de la gravedad cero o del tiempo suspendido
Y es un caos que se recoge incluso en la forma del círculo, tan dado a significar perfección en la tradición occidental. Esa noción es más evidente aún en el dibujo Caos.
En otro ambiente de la galería, justo enfrente de la puerta de entrada, descansa otra instalación, una sucesión de hilos verticales, como una lira continua que sostiene a pequeñas piedras en el aire.
La instalación se llama 20.000 m, y su forma crea una sensación ya de gravedad cero o ya de tiempo suspendido. Y aquí la muestra, que mantiene sus reflexiones sobre el tiempo y el espacio, va aumentando la necesidad de la contemplación.
Más allá, del lado izquierdo del largo pasillo que forma la galería, una caja de madera -de esas que guardan recuerdos- yace apolillada dentro de una urna de cristal.
“Son como memorias atormentadas que con el tiempo la gente ha ido guardando”, dice Chay. Junto a la caja, un pequeño cartel indica que el nombre de la obra es Perturbación.
Casi escondida, junto al libro de visitas de la Galería Mirador, otra urna de vidrio encierra un dibujo. Ensueño se llama, y ha sido hecho sobre una resma de papel bond.
Las formas no se trazaron con lápiz o algún instrumento parecido. Ahí el artista trabajó “con la incisión como dibujo”.
Cada papel tiene un hueco que, guardando la misma forma, se hace pequeño según qué tan abajo se encuentre cada hoja, replicando las huellas que “deja la polilla en las páginas de un libro”.
Sobre las reflexiones que le llevaron a las obras que exhibe ahora, Chay dice: “El tiempo detenido habla de la incapacidad de escapar”.