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Terreros reinventa al movimiento GRSB con una estética del pasado

Entrega de progreso al pueblo, mural móvil para la Sociedad de Artesanos Amantes del Progreso.
Entrega de progreso al pueblo, mural móvil para la Sociedad de Artesanos Amantes del Progreso.
Cortesía / Oswaldo Terreros
11 de julio de 2016 - 00:00 - José Miguel Cabrera Kozisek. Editor de cartóNPiedra

Hacer política nunca había sido tan divertido. En 2009, Oswaldo Terreros fundó el Movimiento GRSB, un partido ficticio que parodia a la política latinoamericana. La parodia se adivina desde sus siglas: Gráfica Revolucionaria para Simpatizantes Burgueses. Las primeras exposiciones fueron eventos como Parafernalia Política, un concierto de rock adornado con banderines que gritaban frases como: “Exijamos nuestro derecho a ser burócratas”, e iban más allá con citas rocambolescas “a los próceres que nos alimentan ideológicamente”.

A pensadores como Fredric Jameson, Ernesto Laclau, Antonio Negri o Eduardo Galeano se les atribuían frases como: “Nuestra razón de existir es la voluntad popular” o “Avanti la multitud contra el imperio” o “Tu semilla germinará nuevos guerreros”, una mezcla rocambolesca de las ideas de estos personajes con consignas electoreras; o la “Rifa por la capitalización simbólica del movimiento”, en la que el artista sortea varias de sus obras y hace que los participantes firmen una cesión de derechos para usar sus imágenes en videos propagandísticos... Detrás de todo estaba un personaje muy bucaramesco: el hoy desaparecido Morboman, un político de reflectores que siempre sonríe y saca la mano de victoria para la foto.

La desaparición de Morboman no se produjo por razones particulares, pero sí es un punto de inflexión en el desarrollo del Movimiento GRSB: Terreros, autoproclamado presidente vitalicio, realiza ahora un trabajo mucho más serio para expresar su causa política: la nueva propuesta apunta a intervenir asociaciones obreras en Guayaquil, un proyecto que fue seleccionado por el Premio Mariano Aguilera, que expone actualmente la obra de los ganadores en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Quito.

Del cartel y la Parafernalia Política, Terreros pasa ahora a otra tradición analógica —por decirlo de alguna forma—, la del mural, muy popular en la década de los sesenta. En el CAC está exhibiendo el registro de ‘Entrega del progreso al pueblo’, un mural móvil de teselas vítreas y montado afuera de la Sociedad de Artesanos Amantes del Progreso, en Guayaquil.

A diferencia de las obras anteriores del movimiento, para las cuales había creado hasta una línea gráfica propia, Terreros esta vez echa mano de la reproducción literal: tanto ‘Entrega del progreso al pueblo’ como el boceto en acuarela del mural para la Sociedad Hijos del Trabajo (los 2 registros que se exhiben en el CAC) son la reproducción exacta de murales que ya existían. “Me interesan los procesos estéticos de la modernidad”, dice el artista, lo precontemporáneo, tal vez porque el discurso de la propaganda política en América Latina, sobre el que construye su obra, es precisamente eso: algo que, estancado en los binarismos, ya no parece ser de hoy.

Reactivación, repotenciación y revitalización de asociaciones obreras (que es como se llama el proyecto) incluye un trabajo directo con diferentes asociaciones por parte del Departamento de Investigación de Gráfica y Militancia del Movimiento GRSB, con propuestas neutrales, como la digitalización de los archivos de estas instituciones. El gesto no es menor: “la historia es un relato de poder”, explica Terreros, y esa idea comulga con la conservación de cada registro o testimonios que puedan guardar las asociaciones obreras del Ecuador. Este tipo de sociedades atraen al artista porque han sido, desde su aparición en los tiempos de la Revolución Liberal, usados por los partidos políticos como pieza clave para la movilización en tiempos de campaña.

La curadora de estas obras, Lupe Álvarez, define así al proyecto: “una especie de arqueología de esas señales que otrora representaron la capacidad de los trabajadores de aglutinarse para defender sus causas, pero que hoy han dejado atrás sus aires movilizadores convirtiéndose en lugares polifuncionales, a veces devenidos locales de alquiler, sedes de conciertos de rock y de otros usos impropios”.

No deja de ser paradójico que las representaciones del poder obrero sean estos brazos que parecen biónicos estrechándose la mano, cuando la lucha del proletariado ha sido siempre por dejar de ser considerado como un engranaje en la gran estructura de producción.
Es como si sutilmente nos hubieran traído de vuelta a la parodia. Y aquí el Movimiento GRSB vuelve a sus orígenes. (I)

Datos

La muestra del Mariano Aguilera es el registro de las obras, y no las obras en sí, porque estas tienen sentido solo cuando están montadas en las asociaciones obreras.

Mientras Oswaldo Terreros desarrollaba sus murales, en mayo, el Municipio de Guayaquil clausuró el garaje en el que trabajaba. Creyeron que era un taller no registrado, al confundir el mural con una mesa de pimpón.

En 2013, Terreros cedió al Museo Municipal un proyecto de renovación de imagen institucional, en un ejercicio de ciudadanía crítica del colectivo Pánico. Nadie respondió.

El artista, que expone en el CAC, es uno de los ecuatorianos seleccionados para participar en la Bienal de Cuenca de este año. Ahí también presentará un trabajo vinculado al Departamento de Investigación de Gráfica y Militancia del Movimiento GRSB.

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