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El Telégrafo
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Sobre la novela ecuatoriana

10-4-13-cultura-leonardo-valenciaEn la edición del 6 de abril de 2013, en la página 23, se omitieron frases en la tercera pregunta de la entrevista realizada al autor ecuatoriano Leonardo Valencia.

A continuación, por respeto al escritor y a nuestros lectores, reproducimos ese fragmento de la entrevista tal como fue publicado, además de la versión íntegra de la respuesta que dio el entrevistado.

Cabe destacar que dicho texto periodístico fue titulado con base en la respuesta editada: “La novela ecuatoriana tiene que ser más íntima”, sin embargo esas no fueron las palabras textuales del escritor.

Lo publicado:

¿Las novelas, como género literario, responden a algún ideario de lo nacional o son más subjetivas?
La novela desde sus orígenes se ha convertido en un espacio de convivencia de distintas voces y personajes que democratizan el pensamiento, puntos de vista y una variedad de discursos de toda índole. Este género literario juega con una diversidad de realidades ambiguas y se inclina a defender al individuo y cada una de sus particularidades.

En este sentido, la novela debe y tiene que ser íntima y subjetiva, es decir, mostrar la complejidad misma de los personajes y la realidad que los envuelve, de lo contrario se convertiría en una narración plana con personajes predecibles que no aportan al lector ni emiten un mensaje crítico.

La pregunta y respuesta transcritas íntegramente:

Aterrizando un poco más al caso ecuatoriano, ¿usted considera que la novela responde a algún ideal de identidad nacional, por ejemplo, o estaríamos hablando de que tiene una temática más de corte subjetivo, de autor?
A ver... yo creo que el tema... En principio, la novela como género en sí mismo, desde sus orígenes, la novela es un espacio de convivencia de distintas voces. O sea, si existe algo más democrático es precisamente lo que ocurre en la novela, en la novela conviven distintos personajes. Los novelistas, los buenos novelistas tratan de no juzgar a sus personajes, sino permitir distintos puntos de vista. Eso a veces incomoda a muchas personas que pueden tener un discurso único o un discurso que se considera la verdad porque la novela juega siempre con el terreno de mostrar distintas realidades ambiguas. Eso incomoda a las personas que tienen un discurso cerrado, les incomoda mucho porque les molesta que la novela no tome una postura, pero justamente lo que hace la novela es defender al individuo, a la particularidad de los individuos. Entonces, en ese sentido, la novela siempre es abierta. Cuando una novela se la enfoca para cumplir con un objetivo identitario o para defender un discurso, la novela se destroza y se va a pique. Es decir, porque los personajes se vuelven planos, se vuelven marionetas, lo que se discute en los diálogos en la novela están dirigidos, entonces la novela pierde toda su riqueza, los malos son malos y los buenos son buenos, y las cosas no funcionan así, la realidad de la vida es mucho más compleja y la novela trata un poco de mostrar eso. O sea la parte buena de los malos y la parte mala de los buenos si simplificamos de esta manera.

Entonces yo creo que la novela ecuatoriana por suerte se ha librado de esa especie como de discurso representativo. Es decir, siempre habrá escritores que seguirán insistiendo en el tema de la representación, pero el escritor, sobre todo, si analizamos las mismas palabras “escritor ecuatoriano”, primero que todo es un escritor.

Entonces lo que el escritor tiene que hacer es, en un sentido de mayor autenticidad, pues hablar de los temas que a él le interesan, que a él le preocupan. Me explico: porque si no lo que se termina volviendo es un escritor calco o calcado. Es decir, el escritor tiene que responder a sus propias preocupaciones, a sus propias visiones, a sus propias dudas, sino lo otro se volvería un autor que sería un corifeo, que no tendría ningún tipo de originalidad y sería un simple eco sin discurso. Entonces siempre el novelista, no olvidemos que el novelista es un individuo, es una persona como cualquier otra que da sus puntos de vista y así como todos tenemos gustos específicos para cada cosa, pues opinamos sobre nuestros gustos, nuestras visiones tratando siempre de hacerlo por el respeto al lenguaje para lograr esta mayor apertura posible, ¿no?.

Pero yo creo que, en ese sentido, la novela ecuatoriana está totalmente abierta a distintos caminos. Ya no está cerrada y en buena hora que ocurra así, porque si no lo que tendríamos sería una literatura de propaganda y eso no funciona en términos literarios.

 

Lamentamos públicamente las omisiones, así como la fallida interpretación del  titular. Nuestro compromiso con la cultura ecuatoriana y mundial, no obstante, sigue intacto. Lastimosamente, Leonardo Valencia ha llevado el tema, en una red social, al lado político, interpretando este error como parte de un "discurso único", que descontextualiza y confunde con el espíritu de la entrevista y de la misma crítica que hace a la edición y al titular.

El escritor y nuestras audiencias saben y tienen pruebas de que esa alusión no cabe, por las incontables muestras que hemos dado de apertura, diversidad y pluralidad en nuestras páginas.

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