Sisa Salgado danza por la línea ecuatorial
Hace doce años la ecuatoriana Sisa Salgado empezó en la Amazonía de su país una ruta que la llevaría a redescubrir la línea ecuatorial, la filosofía de sus pueblos y la historia de la humanidad a través de la danza.
Después de estudiar danza contemporánea en Quito y de experimentar a través de sus primeros maestros el movimiento de las danzas orientales, cuenta que se le activó un recuerdo al que ella ha decidido llamar genético.
Ganó una beca para estudiar danza tradicional en Indonesia y, como hizo en Ecuador, ha recorrido comunidades de distintos países asiáticos vinculándose a sus procesos artísticos.
Este año, el proyecto al que ha denominada la Ruta de la Danza, la llevaría a África, en una especie de viaje que piensa a la inversa, a través del Estrecho de Bering. Sin embargo, tras la pandemia del covid-19 sus viajes están paralizados, mientras ella trabaja en ordenar la información que ha recabado durante estos años de trabajo.
Cuando Salgado decidió iniciar esta ruta se sentía sorprendida por la sencillez y la fuerza que guardaban las danzas orientales. “No solo es la danza, es la música, el teatro, hay una relación con la historia de la humanidad, con danzas que han sido transmitidas de un cuerpo a otro, cuyos registros datan de hace más de 2000 años”, cuenta en una videollamada vía Zoom.
Durante su recorrido cuenta haber aprendido desde el movimiento a partir de la repetición, luego la filosofía de estas danzas, luego el idioma.
Algunas de las danzas que la han llevado a escenarios de la India y Marruecos están relacionadas al sánscrito, al idioma balinés, al tibetano, “y me ha tocado aprender, relación con filosofía y significado de la danza”, cuenta.
A través de este recorrido la bailarina ha encontrado en las danzas históricas tradicionales y populares una filosofía de los valores universales, de honestidad, elementos que se mantienen en algunas culturas como ejes de su convivencia.
Ha enfrentado procesos en los que la comunidad le ha abierto puertas para vincularse con los movimientos sagrados, como los de los monjes del Tíbet, que solo pueden ser interpretados por hombres.
A través de este camino se ha dejado llevar por la fuerza del impulso y el significado de los tambores, elemento tradicional de nuestra línea ecuatorial. (I)